La crítica de arte francesa habla en
entrevista sobre su autobiografía sexual
Sin buscarlo, convertí un relato íntimo
en fenómeno mundial: Millet
Soy muy narcisista, más no exhibicionista, ataja
quien pregona la supresión de tabúes
El próximo lunes su polémico libro será
presentado en el Museo de Arte Moderno
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Es atractiva en su madurez sin ser particularmente hermosa.
Salvo por el lunar que merodea su boca, no posee lo que se dice un sex
appeal irresistible. Y nada hay en ella que se asocie con el estereotipo
de la insaciable vampiresa devora-hombres (y mujeres). Su mirada es franca
y amistosa. Más que su imagen, lo que impone y atrae de Catherine
Millet es la fama de su intensa y diversa vida sexual. Si se ha leído
su libro, La vida sexual de Catherine M. (Anagrama), no se le puede
ver ni oír con indiferencia, pese a lo convencional de su vestimenta.
No es común que las mujeres hablen abiertamente
de su vida sexual y menos que la hagan pública. Millet ?prestigiada
crítica de arte francesa? publicó su autobiografía
sexual a principios de 2001 y hasta la liberal Francia se escandalizó.
Ahora, su libro se ha convertido en fenómeno de ventas y motivo
de controversia en varios países.
La autora está en México para promover su
libro y con ese motivo conversa con La Jornada.
-A más de un año de la publicación
de La vida sexual de Catherine M., ¿qué le ha pasado
interna y externamente?
-Desde hace año medio vivo una experiencia extraordinaria.
Sin buscarlo, convertí el relato de lo que uno tiene de más
íntimo en fenómeno público internacional. Las reacciones
del público, muy positivas, me hacen pensar que habito en un mundo
reconciliado.
Escritura fría
-No obstante, existe mucha controversia en torno del libro.
-Sí. En Francia han publicado artículos
muy hostiles. Esta reacción viene de los intelectuales. Tuve docenas
y docenas de encuentros con el público y jamás me sentí
agredida. El éxito con el público me protegió contra
la censura que hubiera podido tener.
-¿En qué sentido fueron los ataques de los
intelectuales?
-Con frecuencia eran muy vulgares. Venían de hombres
bastante machistas que decían: '¿Pero en qué se está
metiendo ella; todo lo que cuenta lo sabemos perfectamente, no vale la
pena volverlo a contar?' Y hubo personas que me reprocharon hacerle perder
su misterio a la sexualidad; gente que cree que el placer sexual sólo
se puede encontrar en lugares escondidos, misteriosos. Y tuve ataques políticos
que decían que la sexualidad de la que yo hablaba era la de los
burgueses, pero no es así.
-Sus críticos dicen que es un acto de exhibicionismo
y sus admiradores lo ven como gran acto de libertad. ¿Cuál
es su opinión frente a ambas posturas?
-No creo tener naturaleza exhibicionista. Soy muy narcisista,
más no exhibicionista. El exhibicionismo consiste en revelarse a
los demás de manera directa. Por ejemplo, con un escote prolongado.
Nunca uso ese escote y sólo me muestro mediante las palabras.
-Logró un libro muy inteligente y sin embargo frío,
distante. ¿Por qué esa distancia?
-Por dos motivos. Primero, quise ser objetiva respecto
del personaje que describo, que soy yo. Tenía que considerarlo comoel
objeto que iba a describir. Segundo, quería que el lector compartiera
conmigo esta distancia que pongo conmigo misma; no quería molestarlo
ni incurrir en una provocación sexual. Debía usar una escritura
lo más fría posible.
-Se lamenta que carezca de erotismo, que se trate un testimonio
de sexo sin erotismo.
-Las opiniones están divididas. He encontrado gente
que dice que compró el libro porque pensaba que se iba a calentar
sexualmente, pero había quedado muy decepcionada. Otros me dijeron
que hay párrafos muy excitantes. Lo cierto es que yo no traté
de hacer un libro erótico.
-¿Cuál espera que sea el efecto final del
libro, dado que no es común que las mujeres hagan pública
su vida sexual?
-Espero que de aquí en adelante se pueda hablar
de manera más directa y sencilla, sin tabúes, de la sexualidad.
No se trata de tener un gran número de experiencias sexuales, sino
de tener la libertad de poder hablar de ellas, del placer sexual. El libro
es una prolongación de mi libertad sexual.
-Un detalle desconcertante es que después de describir
tan variadas experiencias sexuales, diga que para usted ningún placer
es tan intenso como masturbarse.
-Estoy de acuerdo en que puede ser una paradoja. ¿Qué
puedo decir? Soy la persona que mejor conoce y que más facilidad
tiene para proporcionarse placer.
-En su libro no habla del condón ni de enfermedades
venéreas.
-De enfermedades venéreas sí. Desde joven
me vi confrontada a ellas y lo viví con cierto fatalismo. En cuanto
al condón, me pregunté si yo tenía que abordar el
tema y abandoné la idea de hacerlo porque no tuvo consecuencias
en mi vida sexual durante los años 80. A mi pareja siempre le pedía
que se protegiera.
-¿Es posible, con el temor al sida, tener una sexualidad
como la que usted ejerció?
-Es difícil contestar. Ese temor ha afectado mucho
a las generaciones más jóvenes. La mía por lo menos
ha aprendido a ser prudente, pero no renuncia a las experiencias de la
libertad sexual. Y según entiendo, nunca ha habido tantos clubes
de intercambio de parejas como hoy. En lo que se refiere al sida estamos
en una especie de segunda fase. La primera fue la del temor, en la que
se produjo un gran freno a la libertad sexual. Ahora la gente siente que
puede controlar mejor el temor y el riesgo y aprovecha este nuevo dominio
para tener prácticas muy diversas.
Sexualidad y sentimiento
-¿Se asume como ejemplo para otras mujeres, para
que vivan a plenitud, sin represión o autorrepresión su sexualidad?
-Me gustaría servir de ejemplo a otras mujeres,
no tanto en lo que se refiere a las prácticas, sino en cuanto a
la libertad ejercida.
-En esta forma de ver y vivir la sexualidad, ¿qué
piensa de la fidelidad, infidelidad, pudor, celos?
-Soy muy fiel. Tengo las mismas amistades de siempre.
Vivo con el mismo hombre desde hace 22 años... Soy sumamente celosa;
sufrí muchísimo los celos porque no podía prohibir
nada a la libertad del otro. Los sentimientos son algo más difícil
de entender, más complejos que la sexualidad. Al exponer públicamente
mi vida sentimental tendría miedo de que se malentendiera.
-Es paradójico: la trayectoria sexual que vemos
trazada en el libro no está cruzada por las pasiones, las emociones,
las dudas que todos vivimos frente al sexo. ¿Qué tan real
es el testimonio que nos ofrece?
-Eso es falso. Por momentos sí describo emociones
experimentadas durante el acto sexual. Lo que es cierto es que no está
el relato de mi vida sentimental, y esto por supuesto fue deliberado. Ya
escribiré otro libro que se titulará La vida sentimental
de Catherine M. (risas). Hay incontables novelas y escritos sobre el
amor, los celos y en cambio hay mucho menos escrito sobre la vida sexual
de las mujeres.
-¿Cómo logró la separación
entre sexualidad y sentimiento?
-El ser humano nace con esta división. Las pulsiones
sexuales son independientes del sentimiento amoroso. La educación,
nuestra cultura, son las que asocian vida sexual y sentimientos.
-Son las mujeres, por lo menos en México, quienes
más suelen defender ese vínculo.
-Sí, desde luego. Pero creo que cuando lo dicen
las mujeres son muy hipócritas. Es una manera de protegerse.
(La vida sexual de Catherine M. será presentado
el próximo lunes a las 19 horas en el Museo de Arte Moderno, en
presencia de su autora y los comentarios del pintor José Luis Cuevas,
Luis-Martín Lozano, director MAM, y Philippe Ollé-Laprune,
director de la Casa Refugio Citlaltépetl.)