Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 22 de junio de 2002
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Cultura
La crítica de arte francesa habla en entrevista sobre su autobiografía sexual

Sin buscarlo, convertí un relato íntimo en fenómeno mundial: Millet

Soy muy narcisista, más no exhibicionista, ataja quien pregona la supresión de tabúes

El próximo lunes su polémico libro será presentado en el Museo de Arte Moderno

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Es atractiva en su madurez sin ser particularmente hermosa. Salvo por el lunar que merodea su boca, no posee lo que se dice un sex appeal irresistible. Y nada hay en ella que se asocie con el estereotipo de la insaciable vampiresa devora-hombres (y mujeres). Su mirada es franca y amistosa. Más que su imagen, lo que impone y atrae de Catherine Millet es la fama de su intensa y diversa vida sexual. Si se ha leído su libro, La vida sexual de Catherine M. (Anagrama), no se le puede ver ni oír con indiferencia, pese a lo convencional de su vestimenta.

No es común que las mujeres hablen abiertamente de su vida sexual y menos que la hagan pública. Millet ?prestigiada crítica de arte francesa? publicó su autobiografía sexual a principios de 2001 y hasta la liberal Francia se escandalizó. Ahora, su libro se ha convertido en fenómeno de ventas y motivo de controversia en varios países.

La autora está en México para promover su libro y con ese motivo conversa con La Jornada.

-A más de un año de la publicación de La vida sexual de Catherine M., ¿qué le ha pasado interna y externamente?

-Desde hace año medio vivo una experiencia extraordinaria. Sin buscarlo, convertí el relato de lo que uno tiene de más íntimo en fenómeno público internacional. Las reacciones del público, muy positivas, me hacen pensar que habito en un mundo reconciliado.

Escritura fría

-No obstante, existe mucha controversia en torno del libro.

-Sí. En Francia han publicado artículos muy hostiles. Esta reacción viene de los intelectuales. Tuve docenas y docenas de encuentros con el público y jamás me sentí agredida. El éxito con el público me protegió contra la censura que hubiera podido tener.

-¿En qué sentido fueron los ataques de los intelectuales?

-Con frecuencia eran muy vulgares. Venían de hombres bastante machistas que decían: '¿Pero en qué se está metiendo ella; todo lo que cuenta lo sabemos perfectamente, no vale la pena volverlo a contar?' Y hubo personas que me reprocharon hacerle perder su misterio a la sexualidad; gente que cree que el placer sexual sólo se puede encontrar en lugares escondidos, misteriosos. Y tuve ataques políticos que decían que la sexualidad de la que yo hablaba era la de los burgueses, pero no es así.

-Sus críticos dicen que es un acto de exhibicionismo y sus admiradores lo ven como gran acto de libertad. ¿Cuál es su opinión frente a ambas posturas?

-No creo tener naturaleza exhibicionista. Soy muy narcisista, más no exhibicionista. El exhibicionismo consiste en revelarse a los demás de manera directa. Por ejemplo, con un escote prolongado. Nunca uso ese escote y sólo me muestro mediante las palabras.

-Logró un libro muy inteligente y sin embargo frío, distante. ¿Por qué esa distancia?

-Por dos motivos. Primero, quise ser objetiva respecto del personaje que describo, que soy yo. Tenía que considerarlo comoel objeto que iba a describir. Segundo, quería que el lector compartiera conmigo esta distancia que pongo conmigo misma; no quería molestarlo ni incurrir en una provocación sexual. Debía usar una escritura lo más fría posible.

-Se lamenta que carezca de erotismo, que se trate un testimonio de sexo sin erotismo.

-Las opiniones están divididas. He encontrado gente que dice que compró el libro porque pensaba que se iba a calentar sexualmente, pero había quedado muy decepcionada. Otros me dijeron que hay párrafos muy excitantes. Lo cierto es que yo no traté de hacer un libro erótico.

-¿Cuál espera que sea el efecto final del libro, dado que no es común que las mujeres hagan pública su vida sexual?

-Espero que de aquí en adelante se pueda hablar de manera más directa y sencilla, sin tabúes, de la sexualidad. No se trata de tener un gran número de experiencias sexuales, sino de tener la libertad de poder hablar de ellas, del placer sexual. El libro es una prolongación de mi libertad sexual.

-Un detalle desconcertante es que después de describir tan variadas experiencias sexuales, diga que para usted ningún placer es tan intenso como masturbarse.

-Estoy de acuerdo en que puede ser una paradoja. ¿Qué puedo decir? Soy la persona que mejor conoce y que más facilidad tiene para proporcionarse placer.

-En su libro no habla del condón ni de enfermedades venéreas.

-De enfermedades venéreas sí. Desde joven me vi confrontada a ellas y lo viví con cierto fatalismo. En cuanto al condón, me pregunté si yo tenía que abordar el tema y abandoné la idea de hacerlo porque no tuvo consecuencias en mi vida sexual durante los años 80. A mi pareja siempre le pedía que se protegiera.

-¿Es posible, con el temor al sida, tener una sexualidad como la que usted ejerció?

-Es difícil contestar. Ese temor ha afectado mucho a las generaciones más jóvenes. La mía por lo menos ha aprendido a ser prudente, pero no renuncia a las experiencias de la libertad sexual. Y según entiendo, nunca ha habido tantos clubes de intercambio de parejas como hoy. En lo que se refiere al sida estamos en una especie de segunda fase. La primera fue la del temor, en la que se produjo un gran freno a la libertad sexual. Ahora la gente siente que puede controlar mejor el temor y el riesgo y aprovecha este nuevo dominio para tener prácticas muy diversas.

Sexualidad y sentimiento

-¿Se asume como ejemplo para otras mujeres, para que vivan a plenitud, sin represión o autorrepresión su sexualidad?

-Me gustaría servir de ejemplo a otras mujeres, no tanto en lo que se refiere a las prácticas, sino en cuanto a la libertad ejercida.

-En esta forma de ver y vivir la sexualidad, ¿qué piensa de la fidelidad, infidelidad, pudor, celos?

-Soy muy fiel. Tengo las mismas amistades de siempre. Vivo con el mismo hombre desde hace 22 años... Soy sumamente celosa; sufrí muchísimo los celos porque no podía prohibir nada a la libertad del otro. Los sentimientos son algo más difícil de entender, más complejos que la sexualidad. Al exponer públicamente mi vida sentimental tendría miedo de que se malentendiera.

-Es paradójico: la trayectoria sexual que vemos trazada en el libro no está cruzada por las pasiones, las emociones, las dudas que todos vivimos frente al sexo. ¿Qué tan real es el testimonio que nos ofrece?

-Eso es falso. Por momentos sí describo emociones experimentadas durante el acto sexual. Lo que es cierto es que no está el relato de mi vida sentimental, y esto por supuesto fue deliberado. Ya escribiré otro libro que se titulará La vida sentimental de Catherine M. (risas). Hay incontables novelas y escritos sobre el amor, los celos y en cambio hay mucho menos escrito sobre la vida sexual de las mujeres.

-¿Cómo logró la separación entre sexualidad y sentimiento?

-El ser humano nace con esta división. Las pulsiones sexuales son independientes del sentimiento amoroso. La educación, nuestra cultura, son las que asocian vida sexual y sentimientos.

-Son las mujeres, por lo menos en México, quienes más suelen defender ese vínculo.

-Sí, desde luego. Pero creo que cuando lo dicen las mujeres son muy hipócritas. Es una manera de protegerse.

(La vida sexual de Catherine M. será presentado el próximo lunes a las 19 horas en el Museo de Arte Moderno, en presencia de su autora y los comentarios del pintor José Luis Cuevas, Luis-Martín Lozano, director MAM, y Philippe Ollé-Laprune, director de la Casa Refugio Citlaltépetl.)

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