Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 7 de junio de 2002
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Política

Jorge Camil

Sacar al PRI de Los Pinos

"Sacar al PRI de Los Pinos", el lema de campaña de Vicente Fox, es una frase que tuvo más de un significado para los electores de los comicios de 2000. Para algunos (pensamos en su momento que eran los electores irresponsables) tuvo un significado anecdótico o deportivo; significaba, simultáneamente, "hacer la chica", entregar el trofeo al "patito feo", derrotar al campeón tradicional. Para otros (quiero pensar que éramos la mayoría) el significado fue de gran trascendencia nacional, porque implicaba sustituir un modelo de gobierno cerrado y autoritario para lograr la transición democrática. Era, a un tiempo, desmantelar la cortina de hierro, derribar el Muro de Berlín, expulsar a Augusto Pinochet y colocar al país, finalmente, en la ruta de la modernidad. Pero después de analizar los resultados, la ausencia de rumbo, la desarticulación del gabinete y el revanchismo de los partidos políticos, es obligado preguntar: Ƒserá posible que la mayoría nos hayamos equivocado y que el verdadero significado haya sido meramente deportivo o anecdótico?

En esta época de gran entusiasmo futbolero todos encontramos normal que cuando un equipo más débil le arrebata el triunfo al campeón consagrado los fanáticos del ganador caigan en el delirio: griten, bailen, salgan a las calles, se emborrachen y, en nuestro país, pongan en peligro la integridad de uno de nuestros más bellos monumentos, el Angel de la Independencia. Pero después de la tormenta viene la calma. Se asientan los ánimos y el triunfo espectacular se convierte en una simple anécdota para las estadísticas.

A dos años del triunfo de Vicente Fox todas las fuerzas políticas, incluyendo al partido que le sirvió de plataforma para llegar al poder, están más interesados en cerrar filas y descarrilar al gobierno actual que en coadyuvar con el Presidente en la difícil tarea de gobernar. Pasada la euforia política, que por cierto culminó también en el Angel de la Independencia, el esfuerzo de ciudadanos y partidos políticos parece hoy enfocado hacia nuestro idiosincrásico juego de la sucesión presidencial. Esto pudiese ser normal en países donde la democracia tiene carta de ciudadanía, y donde las abiertas aspiraciones políticas de candidatos que detentan puestos públicos tienen el importante freno de la ley y de la rendición de cuentas. En nuestro país, sin embargo, sin instituciones y sin el control que ejercían los omnipotentes presidentes del pasado, el destape prematuro de candidatos tiene efectos sumamente negativos: vuelve intrascendente el programa de gobierno, fomenta la inestabilidad económica, genera decisiones administrativas coyunturales y propicia el dispendio en obras públicas destinadas a promover candidaturas políticas. El hecho es que ya estamos ahí. Santiago Creel o Jorge G. Castañeda, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo son los candidatos presidenciales de 2006. Pero ellos son únicamente los candidatos en campaña, porque ante la falta de control político y en medio del šsálvase quien pueda! se escuchan rumores sobre las aspiraciones de José Woldenberg y de, of all the people, šel rector de la UNAM! (špromoviendo sucursales de la casa máxima en Estados Unidos!) La semana pasada otro precandidato, Felipe Calderón Hinojosa, curándose en salud, conminó a los precandidatos del gabinete presidencial a cumplir con su deber.

El hecho es que a más de cuatro años de la terminación del sexenio, mientras el Presidente todavía pretende lograr consensos y amarrar alianzas que le permitan gobernar, la lucha prematura por la Presidencia está convirtiendo el histórico triunfo electoral de Vicente Fox en una cifra estadística. Ya comenzamos a escuchar voces que predicen el regreso del PRI en las elecciones de 2006, no como una manifestación de legítimas aspiraciones democráticas, sino como la confirmación de que en México, desafortunadamente, la Presidencia continúa siendo botín y no oportunidad de servir. La realidad es que no deberíamos temer ni el regreso del PRI a Los Pinos ni el acceso del PRD a la primera magistratura, siempre y cuando la transición inconclusa, y el posible fracaso compartido del actual programa de gobierno, no propicien el regreso al PRI de Roberto Madrazo, en donde el fin justifica los medios, ni al de Carlos Salinas de Gortari y tantos otros "revolucionarios" que utilizaron el poder para satisfacer sus ambiciones personales.

La verdadera democracia no significa apostarle al fracaso del gobierno en turno ni regodearse con el mezquino "se los dije"... Mientras tanto, a los secretarios en campaña que están aprovechando la falta de control político hay que recordarles la célebre frase de un priísta excepcional, Fidel Velázquez: "en política, como en fotografía, el que se mueve generalmente no sale..."

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