Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 7 de junio de 2002
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Política

Horacio Labastida

ƑPor qué triunfa la derecha?

Transcurrida la primera mitad del siglo XIX, el capitalismo acunado en la anterior centuria amacizó los cimientos que lo soportaban y liquidó en definitiva el antiguo régimen nobiliario de los reyes absolutos y sus abrevaderos latifundistas. Fue a partir de este momento cuando el capital inició las distintas etapas de su desenvolvimiento desde las tambaleantes y agudas revoluciones de 1848, que en Francia liquidaron el reinado burgués de Luis Felipe y en Alemania echaron las primeras semillas que a la larga propiciaron la unificación prusiana de los no pocos principados en que se hallaban divididas las míticas tierras de Sigfrido y los Nibelungos. En una primera fase, y aprovechando los avances tecnológicos y sobre todo, el manejo de la producción taylorizada, las empresas dueñas de los medios de producción hallaron el modo de lanzar torrentes de mercancías contra otras firmas, en una guerra sin misericordia que afectó negativamente las ganancias y la acumulación indispensables para producir y reproducir el propio capitalismo. Así fue como la industria entró en crisis hacia 1875, porque los excedentes caían en el entorno de una prosperidad con pies de barro.

La solución al desastre competitivo condujo a la monopolización que concentró los capitales en la última década del siglo xix y principios del pasado, y con la monopolización que se generó en medio de una batalla poco escrupulosa y no ajena a criminalidades impunes, por necesidad intrínseca del proceso monopolizador para tonificarse, buscó mercados internos y externos de materias primas y consumo.

Esta época de brillantes auges y encubiertos gangsterismos se vio escenificada en nuestro continente por la política del big stick y la diplomacia del dólar, en los años de los presidentes estadunidenses Theodore Roosevelt y William H. Taft, el obeso personaje de Ohio que en su informe de diciembre de 1912 al congreso, al evaluar los efectos de sus mañosas finanzas en Mesoamérica trazó con precisión lo que en el futuro serían los principales objetivos del Plan Puebla-Panamá, que ahora promueve el presidente Vicente Fox. En aquella ocasión Taft aseveró que con estabilidad política, inversiones extranjeras y orientaciones estadunidenses, la región haría florecer sus grandes riquezas naturales y alcanzaría paz y felicidad al estimular un próspero comercio con el Tío Sam.

Hartas y suculentas eran las muchas alegrías de que gozaron los barones del dinero hasta el momento en que estalló su prosperidad en la bolsa de Nueva York, el aterrador jueves negro (24 de octubre de 1929), día en que convirtiéronse en nada las millonarias acciones que llenaban las tesorerías de faraónicos negocios. Estados Unidos y el mundo entero sintieron empavorecidos las consecuencias de un terremoto que parecía no tener fin. Los suicidios de antiguos millonarios, el creciente desempleo y la caída de numerosas familias al subsuelo de la sociedad fueron noticias cotidianas en los países avanzados y no avanzados, y en el núcleo de la catástrofe se escuchaban gritos que exigían a los gobernantes soluciones a la Gran Depresión. Franklin D. Roosevelt señaló el camino al lanzar, en 1933, el New Deal y estimular por todos los medios a su alcance una demanda que reanimó al inanimado y cadavérico capitalismo. La réplica en las naciones occidentales de la estrategia rooseveltiana escenificó la comedia de nuestro tiempo: el maridaje del poder económico y el poder político. Este se ocuparía de imponer en el conjunto social los intereses del primero. Y enseguida las cosas mejoraron para los barones del dinero cuando en 1991 cayó el llamado socialismo real junto con el aprendiz de mago, Mijail Gorbachov. Llegó de este modo la actual etapa del capitalismo.

En lo material y en lo político se edifica una globalización unipolar manipulada por Washington y débilmente resistida hasta ahora por Europa, Japón y China, etapa que implica la satisfacción de requerimientos sin los cuales sería imposible la sobrevivencia del régimen unipolar. El capitalismo trasnacional representado por la Casa Blanca busca, incluidas guerras devastadoras, cumplir dichos requisitos por la vía de establecer en América Latina y otras regiones, gobiernos subordinados que cumplan y hagan cumplir los mandamientos metropolitanos.

Y esos son precisamente los gobiernos de derecha que se han multiplicado en nuestro tiempo. Los ejemplos abundan: Berlusconi, Aznar, Bush, Battle, Duhalde, junto con muchos otros que por conocidos no es necesario mencionar. Por supuesto tales ministros y presidentes son ganadores en comicios electorales ajenos al libre ejercicio de los derechos políticos ciudadanos. Claro que no es lo mismo democracia empresarial que democracia del pueblo. Ahora cabe interrogarnos: en lo que viene, Ƒla verdad triunfará sobre la mentira?

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