Aguilas conquistó el título del Verano 2002 con marcador global de 3-2
América, campeón con gol de oro, remontó y doblegó 3-0 al Necaxa
El Azteca, con sobrecupo y vestido de amarillo Hugo Castillo anotó el tanto del triunfo
MARLENE SANTOS A.
Y luego de trece largos años, con un beso de juventud, el efecto de la maldición cesó. América conquistó el título Verano 2002 tras vencer en tiempo extra y con gol de oro a su hermano Necaxa con global de 3-2, en un pletórico estadio Azteca que estalló en festejos, lágrimas de felicidad, cantos de alegría y fuegos artificiales.
Con una losa pesada a cuestas tras el 2-0 que le asestó Rayos en el partido de ida, el águila levantó el vuelo triunfal en plan heroico, sobre todo en el segundo tiempo del partido, en el que en cinco minutos liquidó los sueños del equipo rojiblanco.
Con evidente sobrecupo, pasillos y túneles abarrotados y con gente de pie, pero totalmente vestida de amarillo y con el alma llena de esperanza, el partido comenzó con un América incisivo, que remitió al Necaxa a su propio terreno bajo los alentadores cantos de sus miles de seguidores y el infaltable "šsí se puede, sí se puede!"
Los nervios hicieron errar las primeras opciones generadas por conducto de Marcelo Lipatín y Hugo Castillo, pero pronto Necaxa se asentó bien en la cancha y cualquier intento de pase filtrado era inevitablemente interceptado por la atenta defensa local.
Privaba el desaliento
El desaliento parecía inundar a los jugadores amarillos, mientras el grueso del público permanecía en un silencio expectante que sólo era roto por las porras de las barras Monumental y Fenomenal.
Patiño desbordaba con más ímpetu que inteligencia; sus avances atrabancados acababan perdiéndose.
Al minuto 26 tuvo una clara opción, pero se precipitó al rematar de bote pronto. Rayos parecía no tener el menor interés por atacar, pero de pronto surgía como puñalada, con sorpresivas llegadas, para hacer volar en vistosos lances a Adolfo Ríos.
Hasta los recogebalones, seguidores de Rayos, jugaron su papel y premeditadamente tardaban en devolverlos a la cancha para mayor desesperación del técnico Manuel Lapuente, que casi al final del primer tiempo mandó a calentar a Iván Zamorano.
Para el complemento salió Pável Pardo por lesión y su lugar lo ocupó otro novato, Carlos Infante. Enseguida, al minuto 50, el defensa Duilio Davino dejó su lugar al Bam Bam.
La afición presintió la gloria y recibió al chileno con estruendosa ovación, como si en él viera la última esperanza.
En efecto, al cuadro amarillo le cambió el rostro y al minuto 59 Patiño acabó con la racha de casi 600 minutos de Nicolás Navarro sin recibir gol, cuando conectó sólido cabezazo a segundo poste para el 1-0, tras servicio de José Antonio Castro.
Luego de tres minutos y en pleno desconcierto de Rayos, Zamorano se hizo presente al culminar una jugada de fantasía donde Lipatín de taconcito cedió a Hugo Castillo; éste sirvió a Zamorano, quien con disparo cruzado venció por segunda vez a Navarro para el 2-0 (2-2 en el global).
Los jugadores se abrazaron y el pandemonium se adueñó de las tribunas. El coso poblado en casi 97 por ciento de americanistas vibró, se cimbró literalmente ante los brincos, saltos de alegría y locura. El estallido de cohetones inundó la atmósfera hasta formar un cuadro casi irreal.
La desgracia del Necaxa se redondeó al minuto 65 cuando el silbante Armando Archundia mostró cartón rojo directo a Luis Pérez por artera patada sobre Ricardo Rojas.
El tiempo regular se agotó y llegaron los extras.
Al minuto seis Zague tuvo miedo de tocar la gloria; iba en gran escapada al frente, con muchas posibilidades de superar a sus marcadores debido a su gran zancada, pero al entrar al área cayó al suelo en acción que arrancó un suspiro de alivio a la multitud.
Segundos después le anularon un gol a Zamorano por haberse recargado en un defensa, y en la agonía del primer tiempo extra cayó el gol de oro mediante un cabezazo de Hugo Castillo.
Parecía imposible una apoteosis mayor; sin embargo, el festejo de plano se desbordó.
Este campeonato lo estoy gozando más que todos, expresó el chileno Zamorano
El título, para los aficionados, dijo Adolfo Ríos
Fue muy sufrido, señaló Pérez Teuffer Se ganó en la cancha, afirmó Emilio
El portero Adolfo Ríos, baluarte en la victoria de las Aguilas, dedicó el título "a los aficionados americanistas, que sufrieron mucho en tantos años de sequía", en lo que fue una constante de los jugadores amarillos: agradecer el apoyo a la afición. "Fue un triunfo muy complicado", señaló el arquero, quien debajo de la camiseta mostró la leyenda "Cristo vive en mí".
Manuel Lapuente explicó que la victoria se debió "a una concentración impresionante y a un gran esfuerzo de los muchachos". Añadió que sus pupilos sólo tendrán dos semanas de vacaciones y empezarán a preparar la Libertadores.
Lapuente suma cinco títulos, con lo que es el técnico con más triunfos en liguilla.
"Estoy impresionado de nuestros fanáticos y orgulloso de los muchachos que hicieron un gran partido. Se callaron muchas bocas pero eso ya no importa. Fue un título muy sufrido", señaló el titular del club, Javier Pérez Teuffer.
El presidente de Televisa, Emilio Azcárraga, aguantó el llanto y declaró: "Es una gran fiesta para todo el grupo (Televisa). Se ganó en la cancha y ante un gran rival".
Por su parte, el chileno Iván Zamorano recordó que fue campeón en Suiza, Italia y España, "pero este campeonato es diferente, a mis 35 años lo estoy gozando más que todos".
Añadió que "en este país vine a encontrarme conmigo mismo, estoy muy orgulloso de vestir esta casaca y el triunfo es para todo México que se vestirá de amarillo".
En medio de los festejos, Manuel Loco Valdés tuvo la declaración más cuerda: "Se ganó el título por muy poco, pero lo logramos".
El actor, recalcitrante fanático amarillo, fue ovacionado cuando apareció en las pantallas gigantes del estadio Azteca.
"En el primer tiempo no pudimos hacer nada, el segundo fue maravilloso y la clave fue la expulsión", añadió y, como todos los amarillos, terminó su declaración con lágrimas.
Reacciones al finalizar el duelo
Marcelo Lipatín: "Nos merecíamos el título y lo logramos gracias a Dios".
Alvaro Ortiz: "Sí vale la pena llorar por este título".
José Antonio Castro: "Este campeonato va para toda la afición que con su presencia nos ayudó a ganar".
Christian Patiño: "El triunfo fue con base en el esfuerzo y la entrega que tuvimos, y esto que siento no lo cambio por nada. Sufrimos bastante para llegar a ser campeones y ahora vamos a disfrutarlo".
José Antonio Roca, ex entrenador del equipo: "Esto es algo maravilloso, es un festejo fuera de lo normal para un equipo extraordinario".
Efraín Cuchillo Herrera, ex jugador: "Es un título muy anhelado que ya se lo merecía la afición".
Fiesta en el Azteca
Se desbordó la locura americanista
MARLENE SANTOS A.
En el estadio Azteca se vivió la fiesta de Televisa; en la calle, la del pueblo. Las historias se entretejían sobre la cancha del coloso de Santa Ursula.
La locura festiva se desbordaba en las tribunas, donde por igual la gente lloraba y reía, cantaba y agitaba sus banderas amarillas.
El dueño del popular equipo, Emilio Azcárraga Jean, fue el primero en correr hacia la cancha para fundirse en prolongado abrazo con el técnico Manuel Lapuente.
"Pinche pelón, šte amo, yo te besaría desde la pelona a los pies!", gritaba eufórico un aficionado americanista. El canto de las barras Monumental y Fenomenal ya era del dominio popular "Vamos, vaaamos Améeeerica, que esta nocheee tenemos que ganar..." Era el coro más grande y sentido del mundo, de aficionados que hace 13 años eran niños, que hace 13 años eran jóvenes y que hoy volvían a paladear las mieles del triunfo.
Estaba el llanto sentido de Raúl Rodrigo Lara, quien sufrió intensamente en la banca, y que de niño, en labores de recogebalones, tuvo la dicha de ver la coronación en aquel torneo 1988-89.
Ahí estaba El Loco Valdez, fanático americanista que durante años perdió todo tipo de apuestas, hasta coches.
Pero también estaban los necaxistas, como el cómico Jorge Ortiz de Pinedo, que con playera roja y abrazando a las despampanantes Mariana e Isabel, esta última secretaria del payaso Brozo, se paseó por todo el perímetro de la cancha.
Todos se enfundaron en la playera azul marino que decía "América campeón", los jugadores corrían hacia todos los costados y festejaban con los clavaditos de panza sobre el césped.