Saluda Felipe Arizmendi la excarcelación de los zapatistas, ''pero ya merecían salir''
Se vive una ''guerra latente'' en Chiapas: Rogelio Cabrera, obispo de Tapachula
Crece de manera alarmante la pobreza y cada vez se hace más evidente la falta de oportunidades, dice
JOSE ANTONIO ROMAN
En Chiapas se vive una ''guerra latente'', dijo el obispo de Tapachula, Rogelio Cabrera López, al oficiar la misa de la peregrinación anual de las tres diócesis de ese estado a la Basílica de Guadalupe.
Por su parte, el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, dijo que la reciente excarcelación de tres presos zapatistas ''es un pasito más'' en la búsqueda de condiciones adecuadas para la reanudación del diálogo. Pero destacó que por el tiempo que llevaban en prisión ya por ley alcanzaban el beneficio de la liberación. ''No es una gracia gratuita (su libertad), también ya merecían salir'', respondió el jerarca católico en conferencia de prensa, al término de la celebración eucarística.
Acompañado por los obispos de San Cristóbal de las Casas y de Tuxtla Gutiérrez, el obispo Cabrera señaló en su homilía que en la entidad crece de manera alarmante la pobreza y cada vez se hace más evidente la falta de oportunidades para el empleo y una vida digna. Por ejemplo, dijo, la agricultura ''está decadente y las oportunidades de desarrollo son escasas''.
Paz con humanismo y dignidad...
También, ante miles de feligreses que casi llenaron la la Basílica de Guadalupe, el prelado subrayó que los chiapanecos quieren la paz, una paz cargada de humanismo, de dignidad, de bendiciones para todos. Sin embargo, advirtió que esto puede darse sólo si existe la justicia.
''La justicia y la paz se hermanan; no hay paz sin justicia y no hay justicia sin paz. Pareciera esto un juego de palabras. Pero no. Estamos convencidos que la justicia genera paz y que la justicia da el marco para que pueda darse la paz; pero también es cierto que la violencia genera más violencia y que la justicia se da buscando la paz. En Chiapas no habrá paz sin justicia, y no habrá justicia si no se dialoga buscando la paz'', dijo el obispo, en representación de las tres diócesis chiapanecas.
Desde el altar del templo mariano y acompañado por escaso número de sacerdotes, también se refirió a la unión que existe entre el amor y la paz, donde lo segundo es consecuencia de lo primero. Sin el amor de Dios es imposible la paz. En Chiapas, dijo, ''anhelamos la paz y todos estamos llamados a colaborar desde nuestra realidad tan plural. Chiapas es plural en sus culturas, en sus etnias, en sus religiones, en sus ideas. Así, en el pluralismo debemos alcanzar la paz''.
Dijo que la Iglesia debe aprender a compartir el sufrimiento de tantos pobres sin futuro, de tantos indígenas que no son reconocidos plenamente en sus derechos. ''Necesitamos ser una Iglesia paciente, no sólo ante la persecución y los ataques que con frecuencia debe soportar, sino debe aguardar pacientemente ante la lentitud de la historia que parece que no quiere modificarse, que está estancada y a veces retrocede y que no parece ser más humana.''
El obispo de la diócesis fronteriza con Guatemala subrayó que todos los fieles, pero especialmente los más necesitados, esperan de sus pastores actitudes más cariñosas y mayor fidelidad a la vocación sacerdotal. ''Los pastores somos testigos del sufrimiento del pueblo: Chiapas es cada vez más pobre.''
Por otra parte, al referirse a la reciente liberación de los presos zapatistas del penal de Cerro Hueco, en Tuxtla Gutiérrez, el obispo sancristobalense, Felipe Arizmendi, dijo que todo lo que se haga para facilitar el camino a un posible diálogo ''es muy saludable y bien visto''. Esta excarcelación, agregó, es un pasito más para la búsqueda de condiciones adecuadas para la reanudación del diálogo.
Reconoció la labor insistente de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) para que se diera dicha liberación, pero -consideró- estos son casos de presos que ya llevaban más del tiempo por el que pudieron haber alcanzado la libertad bajo los beneficios de la ley. Por ello, ''no es una gracia gratuita, también ya merecían salir''.
En conferencia de prensa, concedida por los tres obispos de Chiapas al término de la misa, Arizmendi señaló que dicha excarcelación tampoco puede generar un exagerado optimismo ''y hacer que toquemos las campanas y decir que ya está resuelto todo. En realidad hay problemas de fondo muy serios; hay concepciones ideológicas, de política, de economía y de sociedad muy contrastantes, entre la posición zapatista y la que mantiene el gobierno''.
Pero, agregó, ''nuestra esperanza nunca se agota. Nosotros vemos esta acción como un pasito más, un esfuerzo más. Reitero mi felicitación a la Cocopa por su esfuerzo de buscar caminos, porque lo peor que nos puede pasar es que nos quedemos con los brazos cruzados ante el silencio y ante el no diálogo''.
El prelado subrayó que una de las tareas que promueve la Iglesia católica es el diálogo dentro de las comunidades, pues es ahí donde hay enfrentamientos a causa, esencialmente, de problemas agrarios.
Por su parte, el obispo de Tuxtla Gutiérrez, José Chávez Botello, dijo que no basta fijarse en la necesidad del diálogo entre los protagonistas (Ejército Zapatista de Liberación Nacional y gobierno), sino también es una práctica que debe darse en la sociedad y el pueblo. Lamentó que en no pocos sectores y personas se esté perdiendo esa capacidad de dialogar y escuchar a su interlocutor, lamentó.
En tanto, el obispo Cabrera, de Tapachula, abundó sobre lo expresado en la homilía. Dijo que en lo personal observa una situación generalizada de conflictos, pues en todos los ambientes hay dificultades de diálogo y de entendimiento. ''En nuestro país se está poniendo la situación muy difícil en todos lados, hasta en los hogares. Yo creo que vivimos un momento de conflictividad extrema y que eso hace que la guerra esté latente en Chiapas, pero también en otras partes.''
Aunque expresó su esperanza de que la situación en Chiapas se resuelva, también destacó que los marcos referenciales, nacionales e internacionales, son cada vez más difíciles, situación que se complica cada vez más con la creciente pobreza.