Bresson, el cineasta más difícil
con el que ha trabajado
Martín Lasalle en 43 años: de Pickpocket
a Segundo siglo
Colaborar con el director francés, "una bomba
en el cerebro y en la vida"; el papel de carterista lo marcó para
siempre
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
En
la memoria colectiva flota una imagen: un carterista en blanco y negro
convertido en antihéroe del planeta gracias a un clásico
del cine, Robert Bresson, cuya cinta Pickpocket puso en el mapa
al actor Martín Lasalle. Pocos pensarían, casi medio siglo
después, que ese actor lleva una vida común en la ciudad
de México, donde uno puede hallarlo caminando por las calles de
una colonia al poniente de la ciudad, o explicando su trabajo y el de Bresson
en una de las salas de la Cineteca Nacional enfundado en una gabardina
beige.
Lasalle es quizá uno de los pocos actores del director
francés que continuó trabajando en lo que ama: el cine. Ahora,
43 años después, es la figura central en la cinta Segundo
siglo, la ópera prima de Jorge Bolado que se estrenó
el pasado 17 de mayo.
En los años que siguieron a Pickpocket (El ratero
fue la traducción al español), trabajó con los realizadores
extranjeros Costa-Gavras, Lee Thompson, Roger Spottiswoode, Steven Lisberger
y Harley Cokeliss. Participó también en las películas
mexicanas Las puertas del paraíso, de Salomón Laiter;
Exorcismos, de Arturo Ripstein; Aquellos años, de
Felipe Cazals, y Reed, México insurgente, de Paul Leduc,
entre otras, además de varios cortometrajes y comerciales.
Nada de nada
En lo relativo a la actuación, Lasalle no está
quieto. Sin embargo, de todos los personajes que ha interpretado, el que
recuerda con más cariño y como el más difícil
es el de Michel, el carterista que Bresson llevó a la pantalla grande.
Michel, dice en entrevista, "fue un papel difícil
por la responsabilidad de trabajar con uno de los directores más
grandes, por no decir el más grande, de esa época. Además,
porque no tenía el callo de los actores profesionales. Bresson,
con sus métodos, nos bajaba los humos, porque esa era su técnica.
Pocos le aguantaron la presión, y de hecho en las películas
anteriores a Pickpocket -El diario de un cura de campaña
(1951) y Un condenado a muerte se ha escapado (1956)- tuvo que disminuir
su intensidad, porque ya nadie quería hacer películas con
él".
Recuerda que la mayoría de los actores del director
francés no tenían una preparación profesional; "éramos
seres inocentes y puros, que es lo que buscaba en sus intérpretes
para lograr la tensión interior, del cuerpo, de los ojos. Por eso
crea personajes originales". El realizador francés, expresa Lasalle,
definía su cine como "puro, que no está contaminado por otras
artes como el teatro".
En su libro Notas sobre el cinematógrafo,
Bresson apunta: "Nada de actores. Nada de papeles. Nada de puesta en escena,
sino empleo de modelos tomados de la vida".
Pese a la dificultad de enfrentarse con este director
en su papel estelar, Martín Lasalle subraya que el papel de carterista
es el que lo marcó para siempre: le tomó diez años
asimilar ese trabajo y otros 30 comprender lo que es formar parte de una
cinta de Bresson: "una bomba en el cerebro y en la vida".
No
por nada, directores como Tarkovski, Wenders y el guionista Paul Schrader,
quien escribió Taxi Driver y La última tentación
de Cristo, admiran las cintas de Robert Bresson, quien sólo
realizó 13 (en varias fue el guionista); un cortometraje y los guiones
de C'etait un musicien, Les jumeux de Brighton y Courier
Sud.
Para Lasalle ser actor de cine "es la profesión
más difícil por las condiciones de trabajo y por cómo
se desarrolla esa sensación inevitable, única. En el teatro
es un poco más largo, pero en el cine son situaciones que se resuelven
en segundos y hay un trabajo realmente interior y a la vez una gran emoción.
Tengo amigos que dicen: 'ya me aburre la actuación', pero a mí
no me importa que el trabajo que me ofrezcan sea en un corto o un largo,
siempre me entusiasmo".
En México y el extranjero "he tenido la suerte
de tener grandes maestros y directores, que han respetado mi trabajo porque
no soy el actor estereotipo. Me defino más bien como diletante".
Martín Lasalle, de ascendencia francesa, vivió
en Uruguay. En 1948 se trasladó a Francia, donde estudió
ciencias políticas y trabajó en la Cinemateca Francesa, después
de Pickpocket vivió en Estados Unidos donde estuvo cuatro
años en el Actor's Studio con maestros como Stella Adler
y Lee Strasberg. A la par de sus estudios de actuación era asistente
de fotografía, lo que le permitió, en 1968, llegar a México
y organizar el laboratorio del Comité Olímpico Mexicano,
y en 1970 filmó Las puertas del paraíso, de Salomón
Laiter. Además de su trabajo en cine, nacional y extranjero, Lasalle
hizo varias obras de teatro con Juan José Gurrola. Uno de sus filmes
más recientes es Sofía, la ópera prima
de Alan Coton, que no se ha exhibido en nuestro país, en la que
interpreta a un sacerdote.
A Martín Lasalle le gusta trabajar con directores
que no son impositivos o artificiales, que le permiten "actuar sin actuar,
ser más creativo porque soy partidario de 'error igual cualidad':
donde hay un error puede haber algo interesante. Eso es muy difícil
por la famosa lucha de egos entre el actor y el director, pero si es bueno
entonces podemos entendernos".