Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 26 de mayo de 2002
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Cultura
Bresson, el cineasta más difícil con el que ha trabajado

Martín Lasalle en 43 años: de Pickpocket a Segundo siglo

Colaborar con el director francés, "una bomba en el cerebro y en la vida"; el papel de carterista lo marcó para siempre

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

En la memoria colectiva flota una imagen: un carterista en blanco y negro convertido en antihéroe del planeta gracias a un clásico del cine, Robert Bresson, cuya cinta Pickpocket puso en el mapa al actor Martín Lasalle. Pocos pensarían, casi medio siglo después, que ese actor lleva una vida común en la ciudad de México, donde uno puede hallarlo caminando por las calles de una colonia al poniente de la ciudad, o explicando su trabajo y el de Bresson en una de las salas de la Cineteca Nacional enfundado en una gabardina beige.

Lasalle es quizá uno de los pocos actores del director francés que continuó trabajando en lo que ama: el cine. Ahora, 43 años después, es la figura central en la cinta Segundo siglo, la ópera prima de Jorge Bolado que se estrenó el pasado 17 de mayo.

En los años que siguieron a Pickpocket (El ratero fue la traducción al español), trabajó con los realizadores extranjeros Costa-Gavras, Lee Thompson, Roger Spottiswoode, Steven Lisberger y Harley Cokeliss. Participó también en las películas mexicanas Las puertas del paraíso, de Salomón Laiter; Exorcismos, de Arturo Ripstein; Aquellos años, de Felipe Cazals, y Reed, México insurgente, de Paul Leduc, entre otras, además de varios cortometrajes y comerciales.

Nada de nada

En lo relativo a la actuación, Lasalle no está quieto. Sin embargo, de todos los personajes que ha interpretado, el que recuerda con más cariño y como el más difícil es el de Michel, el carterista que Bresson llevó a la pantalla grande.

Michel, dice en entrevista, "fue un papel difícil por la responsabilidad de trabajar con uno de los directores más grandes, por no decir el más grande, de esa época. Además, porque no tenía el callo de los actores profesionales. Bresson, con sus métodos, nos bajaba los humos, porque esa era su técnica. Pocos le aguantaron la presión, y de hecho en las películas anteriores a Pickpocket -El diario de un cura de campaña (1951) y Un condenado a muerte se ha escapado (1956)- tuvo que disminuir su intensidad, porque ya nadie quería hacer películas con él".

Recuerda que la mayoría de los actores del director francés no tenían una preparación profesional; "éramos seres inocentes y puros, que es lo que buscaba en sus intérpretes para lograr la tensión interior, del cuerpo, de los ojos. Por eso crea personajes originales". El realizador francés, expresa Lasalle, definía su cine como "puro, que no está contaminado por otras artes como el teatro".

En su libro Notas sobre el cinematógrafo, Bresson apunta: "Nada de actores. Nada de papeles. Nada de puesta en escena, sino empleo de modelos tomados de la vida".

Pese a la dificultad de enfrentarse con este director en su papel estelar, Martín Lasalle subraya que el papel de carterista es el que lo marcó para siempre: le tomó diez años asimilar ese trabajo y otros 30 comprender lo que es formar parte de una cinta de Bresson: "una bomba en el cerebro y en la vida".

No por nada, directores como Tarkovski, Wenders y el guionista Paul Schrader, quien escribió Taxi Driver y La última tentación de Cristo, admiran las cintas de Robert Bresson, quien sólo realizó 13 (en varias fue el guionista); un cortometraje y los guiones de C'etait un musicien, Les jumeux de Brighton y Courier Sud.

Para Lasalle ser actor de cine "es la profesión más difícil por las condiciones de trabajo y por cómo se desarrolla esa sensación inevitable, única. En el teatro es un poco más largo, pero en el cine son situaciones que se resuelven en segundos y hay un trabajo realmente interior y a la vez una gran emoción. Tengo amigos que dicen: 'ya me aburre la actuación', pero a mí no me importa que el trabajo que me ofrezcan sea en un corto o un largo, siempre me entusiasmo".

En México y el extranjero "he tenido la suerte de tener grandes maestros y directores, que han respetado mi trabajo porque no soy el actor estereotipo. Me defino más bien como diletante".

Martín Lasalle, de ascendencia francesa, vivió en Uruguay. En 1948 se trasladó a Francia, donde estudió ciencias políticas y trabajó en la Cinemateca Francesa, después de Pickpocket vivió en Estados Unidos donde estuvo cuatro años en el Actor's Studio con maestros como Stella Adler y Lee Strasberg. A la par de sus estudios de actuación era asistente de fotografía, lo que le permitió, en 1968, llegar a México y organizar el laboratorio del Comité Olímpico Mexicano, y en 1970 filmó Las puertas del paraíso, de Salomón Laiter. Además de su trabajo en cine, nacional y extranjero, Lasalle hizo varias obras de teatro con Juan José Gurrola. Uno de sus filmes más recientes es Sofía, la ópera prima de Alan Coton, que no se ha exhibido en nuestro país, en la que interpreta a un sacerdote.

A Martín Lasalle le gusta trabajar con directores que no son impositivos o artificiales, que le permiten "actuar sin actuar, ser más creativo porque soy partidario de 'error igual cualidad': donde hay un error puede haber algo interesante. Eso es muy difícil por la famosa lucha de egos entre el actor y el director, pero si es bueno entonces podemos entendernos". 

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