Experiencias de sobrevivencia en el DF
Collares y anillos de piedra
Don José tiene 70 años y vende collares
y anillos de piedra tallada y pulida afuera de mercados del sur de la capital.
"Tengo 20 años yendo y viniendo de Guerrero. Cuando se me acaba
la mercancía regreso por más y sirve de que llevo dinero
p'allá. Me vine porque allá no había para comer y
aquí duermo en un cuartito, por el rumbo del Toreo de Cuatro Caminos,
que me cuesta 400 pesos al mes. Con lo que vendo, a veces hasta 800 en
un mes, me alcanza para ir y venir y llevar dinero a mis familiares".
Vivió en vecindades de Tacubaya y Coyoacán
Orgullosa de ser hija de una indígena del estado
de Hidalgo que vino a la capital en los años 50 en busca de trabajo,
la señora Tere cuenta con satisfacción que dos locales para
la venta de fruta en el mercado de Coyoacán ya son suyos. Platica
que de niña vivió en vecindades de Tacubaya y Coyoacán
que pagaba su mamá con el dinero que juntaba pidiendo limosna. "A
los siete años trabajé en una casa haciendo quehacer; después
mi esposo, que ya murió, y yo pudimos comprar un localito en el
mercado y luego compramos otro. Juntamos dinero para comprarnos la casa
donde yo trabajé de niña, aquí en Coyoacán,
está viejita, pero ya es mía. Nos ayudó un cliente
que me prestó un dinero que todavía estoy pagando, pero no
me cobra intereses".
"Me lastimé y ya no me quisieron contratar"
Como agricultor venido a menos, Raymundo Nabor Castro
llegó a la capital del país desde 1967 en busca de una oportunidad
de trabajo, que no encontró en su natal Puebla. Aquí se casó
y tuvo tres hijos, los cuales, al no conseguir empleo, emigraron a Querétaro,
donde siguen el oficio de su padre: ayudantes de albañil. Hace dos
años, Nabor Castro sufrió una caída en una obra y
"me lastimé el intestino y las costillas y ya no me quisieron contratar.
Por eso ahora compro en la Central de Abastos bultos de nueces que vendo
cada tres días y saco 250 pesos cuando vendo dos costales, cada
uno de 30 kilos". Con ese dinero le alcanza para que coman él y
su esposa y pagar mensualmente 400 pesos de renta por un cuartito allá
en el pueblo de San Agustín, "más adelante de Neza".
En Puebla y Querétaro tiene dos casas y tierras para la siembra
de maíz, pero los dejó porque no tiene dinero para cosechar.
"Me cacharon en una transa con un maestro"
Simón Herrera Hernández está casado
y tiene tres hijos. Cada mes viaja a Perote, Veracruz, para visitarlos.
Duerme en el suelo de la Central de Autobuses del Norte junto a niños
de la calle, y cuida y lava carros en el estacionamiento del lugar. Diario
trabaja de siete de la mañana a 11 de la noche y junta hasta mil
pesos semanales. "Me vine acá hace como tres años porque
allá, la siembra de papa no te deja. Quise trabajar como albañil
pero nada más me pagaban 550 pesos a la semana y pus no. Me fue
rebién vendiendo dulces afuera del CCH (Vallejo). Ganaba hasta 700
pesos diarios pero me cacharon en una transa con un maestro y ya no puedo
vender. Unos muchachos querían hacer un arreglo con el maestro y
yo tenía que darle el dinero pero me vieron cuando los chavos me
daban los pesos y la directora ya no me dejó trabajar ahí".