Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 24 de mayo de 2002
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Mundo
Será el último tratado sobre desarme que firmen Moscú y Washington: analistas

Bush y Putin firmarán hoy pacto que establece que "Rusia y Occidente ya no son enemigos"

Petróleo ruso, alternativa para EU ante una eventual crisis de suministro en el Golfo Pérsico

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 23 de mayo. Cuando el avión de George W. Bush aterrizó en esta capital, casi a las ocho de la noche de hoy, la policía había dispersado ya a las cerca de 750 personas que, pese a las severas medidas de seguridad, se reunieron en pleno centro de Moscú para protestar por la llegada del presidente de Estados Unidos.

De este modo, el visitante, acostumbrado a cosechar multitudinarias muestras de repudio en sus viajes al exterior, como en Berlín, la primera escala de su gira europea, acaso se quedó con la falsa impresión de que en Moscú nadie considera necesario salir a la calle para recordarle a su progenitora.

Por otro lado, hubiera sido una buena ocasión para que practicara su ruso la señora Arroz, como en confianza y chamagoso español suele llamar el presidente estadunidense a Mrs. Rice. La asesora de seguridad nacional, Condoleezza Rice, hubiera podido traducirle lo que decían algunos carteles: "¡Bush, lárgate!", "¡Pentágono y Departamento de Estado, auténtico eje del mal!", "¡EU, terrorista número uno!" Sólo una manta con letras grandes no requería traducción: "¡Yankee go home!".

Los servicios rusos de seguridad que acordonaron la zona aledaña a la embajada de Estados Unidos acabaron rápidamente con la espontánea protesta callejera y no hubo incidentes graves, a diferencia de lo que ocurrió en San Petersburgo, adonde viajarán Putin y Bush el sábado por la mañana.

Ahí, un hombre fue golpeado por manifestantes, primero, y luego, jaloneado por la policía, hasta que se comprobó su identidad. Manifestantes y policías coincidieron en pensar que se trataba de un provocador a sueldo; resultó un curioso ciudadano estadunidense que da clases de inglés en esa ciudad y tuvo la mala ocurrencia de apersonarse en el mitin con un ostentoso sombrero vaquero, símbolo de su estadunidense patriotismo, a falta de un hot dog a la mano.

En tanto, todo está listo para que los presidentes Putin y Bush firmen este viernes lo que los voceros de uno y otro no dudan en proclamar como el tratado de desarme "más impresionante de la historia", un documento que "reconoce que Rusia y Occidente ya no son enemigos". Vamos, para sellar la amistad eterna, sólo falta que los mandatarios intercambien también algunas letras de sus apellidos y a partir de esta cumbre empiecen a llamarse Vladimir Push y George Butin.

Expertos locales, pero sólo aquellos que no figuran en nóminas oficiales, no comparten la euforia de los funcionarios públicos y consideran que este minitratado será, en la historia del desarme, el último documento que se suscriba entre Rusia y Estados Unidos.

Aleksandr Golts, columnista de temas militares del semanario Zhurnal, sostiene que se acabó la época de la confrontación. "Rusia, para continuar una política de disuasión nuclear, carece ya de pretexto formal, pero sobre todo de posibilidades", ironiza y explica:

"La capacidad de producción de nuevos misiles Topol-M es a todas luces insuficiente para alcanzar una paridad con Estados Unidos dentro de diez años. Los misiles SS-18 quedarán obsoletos en 2007; los SS-19, un par de años después. Para estar al mismo nivel que Estados Unidos, Rusia tendría que gastar 50 mil millones de dólares al año, una suma imposible para nosotros".

Es claro que el asunto del desarme apenas será discutido por Putin y Bush, aunque el líder de la oposición comunista, Guennadi Ziuganov, aprovecha la coyuntura y dice que este viernes los mandatarios estamparán sus firmas en el "acta de capitulación incondicional de Rusia".

Otros temas centrarán las conversaciones de los presidentes. Entre éstos, uno es novedoso y parece atractivo para Rusia; otros dos, en cambio, ponen en entredicho la "alianza estratégica" que se proclamará en la correspondiente declaración política.

La principal ventaja que puede sacar Rusia nada tiene que ver con la pretendida nueva relación con la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), que es igual de relativo que el minitratado de desarme: incorpora a Rusia a la discusión de ciertos temas, pero no le da derecho de vetar ninguna decisión de la OTAN ni revierte la ampliación hacia el este, o sea, hacia sus fronteras, de la alianza noratlántica.

La buena noticia vino de donde no se la esperaba el Kremlin. Todo parece indicar que Estados Unidos está empezando a considerar a Rusia como una alternativa viable al Golfo Pérsico en materia de suministros petroleros. Ya realizó las primeras importaciones de crudo ruso y, en una perspectiva de corto y mediano plazos, puede ser una fuente estable de ingresos adicionales para Rusia. Al mismo tiempo, podría ser una señal ominosa de que Estados Unidos está ultimando los detalles de un ataque a Irak y, ante posibles reacciones desfavorables del mundo árabe y musulmán, asigna a Rusia el papel de proveedor petrolero, seguro y de reserva.

Esa sí, frente a la tentación del dinero, sería una capitulación incondicional de Rusia, como lo sería también que abandone el proyecto de la planta nuclear de Bushehr o la venta de armas convencionales a Irán, a cambio de aceptar las medidas compensatorias que sin duda le ofrecerá Bush a Putin.

Poco antes de partir de Berlín hacia Moscú, el presidente estadunidense volvió a acusar a Irán de ser el "principal patrocinador del terrorismo" en el mundo y dio a entender que posee evidencias sobre la cooperación de entidades rusas con iraníes en la creación de sistemas de armas de destrucción masiva.

Irán o, si se prefiere, el margen de autonomía que quiere reservarse Rusia en sus relaciones internacionales, es hoy por hoy uno de los factores que ponen a prueba la "alianza estratégica" entre Moscú y Washington.

El otro es de orden económico y podría convertir esta reunión en la Cumbre del Pollo, pues justamente la controversia sobre las piernas y muslos de este vertebrado ovíparo dio al traste con la intención de acabar con la anacrónica enmienda Jackson-Vanik de 1974, que el Kremlin daba por hecho en ocasión de la visita de Bush.

El Senado estadunidense mantuvo ayer intacto ese instrumento discriminatorio, que se adoptó en los tiempos soviéticos con el propósito de presionar a favor de la emigración de los judíos, como represalia por la prohibición de las importaciones de carne de pollo del 10 de marzo al 15 de abril pasados. Rusia, que tan sólo en 2001 importó carne de pollo de Estados Unidos por valor de 640 millones de dólares, alegó razones sanitarias al amenazar con suspender definitivamente las compras.

La enmienda Jackson-Vanik impide reconocer a Rusia como "país de economía de mercado", lo cual le dificulta su ingreso a la Organización Mundial de Comercio, entre otras desventajas.

Al enterarse hoy de la decisión tomada por los senadores estadunidenses, Putin no ocultó su malestar y declaró: "En Estados Unidos todavía hay muchos que siguen pensando que las nuestras son relaciones soviético-estadunidenses".

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