Fernando Zamora, su autor, prueba que ese movimiento
persiste como tema literario
Por debajo del agua puede ser la primera novela
gay de la Revolución
Propone un fresco de la moral sexual de la época
con una historia de amor entre dos hombres
''Vivimos en una sociedad hipócrita y envidiosa
de las personas que de pronto son libres''
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
¿Quién dijo que la Revolución Mexicana
estaba agotada como tema literario? El escritor Fernando Zamora (DF, 1969)
refuta dicha premisa al publicar Por debajo del agua, que puede
ser considerada la primera novela gay de la revolución. Mediante
una historia de amor entre dos hombres, Zamora ofrece un fresco de la moral
sexual de la época, enmarcado por la grandeza y las miserias de
la vida cotidiana durante el movimiento armado, así como la incertidumbre
política.
Desde la nada económica y social, Pablo Aguirre
se hace general revolucionario y se incrusta en el círculo de confianza
de Alvaro Obregón. Hugo Estrada es amigo de niñez de Pablo,
su amor vergonzante y la ''causa" de su derrumbe político y social.
Así, Por debajo del agua confronta el estereotipo de los
revolucionarios bien machos, bigotones y sombrerudos.
Doble moral viva
-Una
historia de amor gay en el marco de la Revolución Mexicana ¿es
el asunto que faltaba abordar a la novela de la revolución?
-Decirlo así suena muy grandote, es demasiado.
Me encantaría tener en esta, mi primera novela, algo bien escrito
como para ponerlo junto a la novela de la revolución, que representa
uno de los grandes momentos de la literatura mexicana. Sí, claro
que me gustaría estar considerado dentro de esa corriente. Se trata
de un tema que no ha sido tocado más que lateralmente, como en Memoria
de un lugareño, de José Rubén Romero.
-¿El asunto tiene un fundamento histórico,
además de estar en el contexto de la Revolución Mexicana?
-Tiene un fundamento histórico, pero no es propiamente
en la Revolución Mexicana, sino en algo muy parecido que sucedió
en el séptimo batallón de caballería de Estados Unidos,
entre cowboys. Ahora, al trasladarla a México y hacer la
investigación, me encuentro muchos casos similares aunque no exactamente
iguales. Sobre todo había muchas soldaderas que querían ser
hombres, machorros; no les gustaba que les dijeran coronelas, sino coronel,
y se ponían nombre de hombre.
-¿Tu novela desmentiría la afirmación
de que la Revolución estaba agotada como tema literario?
-Me gustaría pensar así. Lo que está
agotado es la ideologización que se ha hecho del tema. No tengo
nada contra la ideología, creo que en necesaria e importante, pero
me parece que esa excesiva visión ideologizada de la Revolución
es la que estaba agotada. Fue una guerra y allí el ser humano siempre
está en situación límite y eso literariamente siempre
es muy estimulante.
-Otra lectura posible de Por debajo del agua es
verla como cuestionamiento a la doble moral de la época.
-Y a la doble moral de todas las épocas. En este
caso a la doble moral trasnochada de quien cree que el amor romántico,
homosexual o heterosexual, no es carne. Le llamo el romanticismo idiota,
esa idea victoriana o porfiriana de que el romanticismo es ascéptico,
de que no hay que tocarse. Es una doble moral que sigue viva. En mi cumpleaños
pasado un amigo me invitó al Men's Club a comer y fue divertido
ver puros ejecutivos de trajecito, comiendo filete pimienta, y unas tipas
con las tetas al aire frente a ellos, muy serios. Me los imaginé
saliendo en su BMW, llegar a su casa, saludar a su esposa y meterse a la
cama para ver la telenovela. Son los grandes defensores del status quo,
que se enojan porque su hija lee Aura.
-Lo que en tu novela es Pablo Aguirre.
-Sí, que tiene una moral para el resto de la gente
y otra moral para sí mismo.
-¿Estás de acuerdo en que se le vea como
la primera novela gay de la revolución?
-Bueno, gay es un concepto nuevo, bastante fresita y mamón.
-¿Cómo hay que decirlo? ¿De amor
homosexual?
-No sé; como quiera cada quien. Pero es que el
concepto gay parte de una idea gringa. Yo vivo periodos en Cuba
y sé que muchos hombres tienen relaciones homosexuales y ni por
aquí les pasa que son gays. Está bien que así sea.
Se ha estereotipado el concepto: si soy gay me visto de Versace y leo Tv
Notas. En Acapulco, en Veracruz, la gente tiene relaciones sexuales
más libres, sin broncas, sin ponerse etiquetas ni pensar: ¿seré
gay o no? Vivimos en una sociedad muy hipócrita y envidiosa que
envidia a las personas que de pronto son libres.
Más allá de la contemplación
-Sin embargo es factible que esta novela sea etiquetada
como la primera novela gay de la revolución.
-Lo cual es divertido, un poco jugar con las etiquetas,
burlarse. A lo mejor juzgado desde el siglo XXI, con los prejuicios de
la época, Pablo sí es gay. Pero pienso que en la época
de la Revolución había muchísima homosexualidad, pero
pocos gays. A nadie le pasaba por aquí traer sus banderitas ni hacer
un gay parade. Eran otro tipo de juegos sexuales.
-¿Cuál fue tu leitmotiv al escribir
Por debajo del agua?
-Fue literario, porque creo que nos falta conocer las
historias de amor de esa sociedad de la que hablamos. Y una historia de
amor homosexual como que es más shockeante. Pero incluso
dentro de las relaciones heterosexuales la gente tiene una idea del amor
así muy etéreo, y se olvida de las ganas de tocar y de unir
los cuerpos. El amor supera la contemplación.
(Por debajo del agua se presentará el jueves
23 a las 19 horas en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. Los
comentarios estarán a cargo de Alejandra Moreno Toscano, Fernanda
Tapia, Evodio Escalante y Braulio Peralta. El actor Alejandro Tomassi leerá
fragmentos del texto con el acompañamiento musical del flautista
Horacio Franco.)