Marco Rascón
El mar de las diferencias
Mientras en Cuba Fidel desarrollaba una de las acciones
diplomáticas más estratégicas para levantar el bloqueo
sin perder ni los principios ni las conquistas de esa revolución,
en México el gobierno foxista era de nuevo sorprendido en manejos
turbios con el salinismo.
Mientras Fidel abría su proceso y lanzaba hacia
dentro de Estados Unidos nuevas perspectivas y contenidos para el respeto
mutuo, en México el canciller Castañeda encerraba, aislaba
y ponía a la defensiva al gobierno foxista.
Mientras en Cuba Fidel hablaba con la verdad y dejaba
a Jimmy Carter observar y establecer comunicación con instituciones
y opositores, en México el canciller Castañeda volvió
a mentir sobre la forma y el fondo de su entrevista con Carlos Salinas.
Mientras Cuba revierte la acusación de fabricar
armas biológicas para atacar a Estados Unidos y pone a Carter de
testigo sobre la situación de los derechos humanos sustanciales,
verdaderos, que prevalecen en Cuba de manera única, en México
de nada vale ser aliado incondicional de George W. Bush y crece la falta
de respeto y la debilidad para ser interlocutores con identidad propia.
Si la apuesta era servir contra Cuba porque Estados Unidos es el mejor
cliente, rápidamente estamos perdiendo por ello, y se ve el fracaso
de esa política.
Mientras en Cuba la dirección del gobierno se mantiene
unificada, con una visión estratégica contra el bloqueo y
generando transformaciones que enaltecen al pueblo cubano, en México
el gobierno y el PAN se atascan entre personalismos, traiciones y protagonismos,
dando paso a la estrategia de Carlos Salinas de debilitar más la
Presidencia, profundizar y lograr el rompimiento entre el PAN y Fox y establecer
el escenario para que triunfe la fantasía del enano de mayor estatura:
si se debilita el país, él crece; si el país fracasa
él se beneficia; si asoma la crisis económica sus intereses
emergen, si la política se degrada más él se considera
indispensable.
Mientras en Cuba se lanza una gran iniciativa histórica
por el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, que dejaría
blindadas las conquistas y los derechos humanos alcanzados por esa revolución,
en México y Estados Unidos las derechas apuestan al colapso al creerse
su propia propaganda, sin saber que es más fácil que los
alcance a ellos la explosión de sus contradicciones económicas
o sociales que a Cuba llegue la democracia estadunidense en la punta de
un barco de marines, como hicieron en Haití.
Mientras en Cuba Fidel y el gobierno mantienen un proyecto
soberano y latinoamericano con 43 años de resistencia, en México
el gobierno, a menos de dos años de ejercicio, se desgasta pactando
con el salinismo y el PRI, y renunciando a sus compromisos centrales de
cambio, defraudando el sentido del voto popular
En Bélgica Salinas puso la trampa y avanzó
en su objetivo de profundizar la distancia entre Fox y el PAN, y acercarlo
al PRI de Madrazo. En ese movimiento, gracias al protagonismo del canciller
Castañeda y la perversión de Salinas, perdió centralmente
Vicente Fox y fue sacrificado de nuevo Raúl Salinas, el hermano,
quien luego de ese escándalo, pierde otra vez posibilidades de salir
libre, pues todo acto en ese sentido sería una decisión discrecional
y pactada.
En Cuba la iniciativa de Fidel para la visita de Carter,
símbolo occidental y estadunidense de la defensa de los derechos
humanos y la democracia, abrió un puente de interlocución
directa con Estados Unidos, en sustitución del papel que representaba
México entre La Habana y Washington, al que México renunció
en Monterrey. La inteligencia de la diplomacia cubana adquiere relevancia
histórica pues, frente a la renuncia del papel que México
llevaba con cierta dignidad, Cuba y la dirección de Fidel supieron
de nuevo sortearla, como ante la caída de la URSS y las intensificaciones
del bloqueo.
Si en México el gobierno "de la transición"
se tiene que refugiar en lo peor del pasado priísta, en Cuba la
coherencia de un proyecto revolucionario los hace buscar cambios que podrían
establecer un precedente de gran trascendencia para las relaciones entre
Estados Unidos y los países latinoamericanos: Cuba ha dejado como
precedente que un país puede vivir sin negocios, pero no sin dignidad.
Si en México el canciller Castañeda acusó
a Fidel de "nostálgico" ¿qué pensará ahora,
que en Cuba recibieron a Carter y le pusieron a la vista y en diálogo
a opositores, hospitales, enfermos de sida, instituciones, los medios y
las calles, él se revolcaba con Carlos Salinas en el lodazal de
los intereses, los saqueos a Suiza y las corruptelas de las privatizaciones?
Entre Cuba y México hay un mar de diferencias.
Una central es que Cuba no trata de exportar su modelo y México
se ha convertido en una base agresora estadunidense que intenta exportar
esta democracia de negociantes y de agentes de ventas de la Coca-Cola a
todos los países.