Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 20 de mayo de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Espectáculos
Leonardo García Tsao

Domingo negro en Cannes

Cannes, 19 de mayo. Después de varios días de reacciones más bien tibias a las películas en competencia, llegó finalmente a Cannes un título para levantar pasiones. Negativas, pero pasiones al fin y al cabo. Demonlover, del francés Olivier Assayas, fue abucheada de manera sonora y unánime en su función de prensa, tras dos horas y pico de anonadar al respetable con sus incoherentes pretensiones.

Según explica Assayas, un ex crítico convertido en realizador, sintió la necesidad de partir de cero después de haber explorado lo autobiográfico en su filmografía. Lo que no calculó fue quedarse en el cero. Demonlover pretende narrar el desempeño de una espía industrial (Connie Nielsen), cuyo objetivo es impedir la contratación del programa japonés epónimo -una variante tridimensional y porno de una animación tipo manga- por parte de una compañía francesa transnacional. Pero lo que se ve en pantalla es un disparate sin remedio, ilustrado con alusiones modernosas a la imaginería del juego de video y la computadora y, en general, un desperdicio del formato ancho en una sucesión de acercamientos nerviosos. Pura cacofonía visual.

Que Assayas haya decidido romper con lo tradicional y quizás arruinar su carrera, muy su derecho. Lo inexplicable es la decisión del festival de incluirla en la competencia, aunque siempre queda la posibilidad de que la película encuentre sus defensores apasionados. La broma de Woody Allen puede ser cierta: algunos franceses son capaces de elogiar una película dirigida por un ciego.

Otro director que pudo haber perdido momentáneamente la razón es el estadunidense Paul Thomas Anderson. Desde que leí sobre su admiración del insufrible cómico Adam Sandler, había motivos de preocupación. Ahora Sandler es el protagonista de Punch-drunk love, que tuvo hoy su estreno mundial. Dejando a un lado los ambiciosos frescos sobre una comunidad como Boogie nights o Magnolia, Anderson ensaya ahora una excéntrica parodia de la comedia romántica, narrada en un estilo que podríamos llamar expresionismo californiano. Si bien Sandler sigue interpretando a un disfuncional adolescente perpetuo, la película no satisfará a los seguidores del cómico, si los hay, ni a quienes buscaban otra propuesta arriesgada de quien parecía un director talentoso.

La tercera del día tampoco fue para entusiasmarse, a menos que uno sea un incondicional del cine iraní. En 10, el sobrestimado cineasta Abbas Kiarostami ha intentado el cine "sin dirección", según afirma en el pressbook. Eso se nota demasiado. Filmado en video digital, el largometraje consiste en 10 viñetas en que una mujer maneja su auto mientras conversa con diferentes interlocutores: una hermana, una amiga, un hijo malcriado que pide a gritos un par de nalgadas. Las tomas son fijas, mientras los diálogos ilustran la situación de la mujer en el Irán actual. Francamente, el programa de HBO Taxicab Confessions es más revelador sobre la condición humana y mejor filmado. En las tomas nocturnas de 10 no se ve prácticamente nada y a veces el sonido es defectuoso. Pero a un santón del cine de un país subdesarrollado se le otorgan esas y muchas otras licencias. 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año