Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 20 de mayo de 2002
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Cultura
REPORTAJE

Mujeres con problemas siquiátricos hallan una terapia en actividades recreativas

Sueños, triunfos y fracasos son de barro

El centro La Cascada atiende a 390 mujeres con problemas siquiátricos. "Cuando llegué aquí se mantenía a las usuarias dormidas o sedadas'', relata Elizabeth Mateos, directora de la institución. Ahora, las internas han reducido sus medicamentos mediante actividades recreativas, entre ellas el taller de alfarería que imparte Mujeres Artesanas de Tláhuac, encabezada por Rita Reséndiz

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Los caminos de la vida: en 1985 Rita Reséndiz tenía 23 años y llevaba una existencia monótona. Era empleada de unos laboratorios médicos, estudiaba prepa abierta, no leía periódicos, no le interesaban la política ni los problemas sociales. A la distancia se recuerda como "una chica del montón" que habitaba una casa de huéspedes en la colonia Roma; tenía poco de haberse independizado de su familia. No conocía a Elizabeth Mateos, entonces una niña de nueve años, hija de un ex preso político del 68 y futura sicóloga. Aquella mañana del 19 de septiembre el terremoto sorprendió a Elizabeth barriendo la calle frente a su casa, en Coyoacán. A Rita la dejó sin casa y sin empleo. Diecisiete años después, los caminos de ambas se cruzaron orientados por un interés común: el trabajo en favor de las mujeres.

Terremoto interno

Rita aún estaba en la cama cuando sintió las primeras sacudidas del sismo. Como pudo salió de la casa de huéspedes ubicada en el número 58 de la calle de Chihuahua, una de las zonas más afectadas de la colonia Roma. Sólo volvería para recoger sus cosas. Su siguiente vivienda fue un campamento de damnificados. Ahí empezó a cambiarle la vida y lo que para miles fue una tragedia, para ella fue un despertar: "De la noche a la mañana me vi durmiendo en el camellón de Alvaro Obregón. Y por el terremoto cerraron los laboratorios donde trabajaba. Ahí empezó mi politización y mi toma de conciencia de género, de ser mujer. Conocí muchas cosas de mi país, de la ciudad y de la gente. No importaba si eras profesionista o estudiabas, ahí todos sufríamos lo mismo. Para mí fue una gran sacudida, un terremoto interno".

En los albergues se percató de que había más mujeres que hombres. Eran ellas las que aseaban, ayudaban y participaban más: "Los hombres como que nada más querían dirigir. Entonces empezó esa toma de conciencia, de decir: 'queremos equidad; si todos queremos comer, todos debemos participar'. Y se empezó a mover todo eso. Porque antes yo era una mujer como la mayoría, que nada más vivimos y no nos percatamos de esos detalles que hacen que la mujer tenga menos a pesar de que le chingue más".

Otro factor decisivo en el proceso de cambio de Rita Reséndiz fue la ayuda de la Iglesia católica de Nueva York, que les proporcionó dinero pera montar un pequeño taller de alfarería. El horizonte de su vida se expandió sin más límite que su creatividad, su sensibilidad, su imaginación y la habilidad de sus manos. Despertó una vocación artística que había permanecido latente desde su infancia, cuando acudía a un comedor para niños pobres atendido por monjas: "En ese lugar conocí de cerca un piano y escribí una poesía a la madre".

"Al principio los damnificados formamos una cooperativa mixta, pero hubo problemas con los compañeros hombres por la cuestión del empoderamiento. Yo, igual que ellos, cargaba, soldaba, pegaba tabique pero finalmente no me permitían decidir sobre asuntos de dinero o sobre lo que se iba a hacer. Ahí reforcé mi toma de conciencia."

En 1994 Rita finalmente se distanció de la cooperativa mixta y junto a Brenda Tapia fundó la cooperativa Mujeres Artesanas de Tláhuac, donde empezó a trabajar "desde un enfoque de género". Si bien la cooperativa ha sido sobre todo un modus vivendi, también ha tenido una función paralela: "hacer labor social para devolver un poco de los que se nos ha dado, y dar a otras mujeres el apoyo que a nosotras se nos dio en su momento".

La labor social realizada por Mujeres Artesanas de Tláhuac consiste principalmente en impartir talleres de alfarería a mujeres de bajos recursos económicos, madres solteras, estudiantes, "mujeres con desventajas laborales", embarazadas, etcétera. Así llegaron hasta el Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) para Mujeres con Problemas Siquiátricos La Cascada.

Los abismos del dolor

alfareria_knmEl expediente médico de Socorro -una de las internas de La Cascada- dice que "se volvió loca de amor" después de que "la abandonó el marido". Es decir, sufrió un shock emocional del que no se recuperó. Dicen que hoy deambula por los pasillos de La Cascada cantando canciones tormentosas de amor y desamor.

Victoria -otra interna del CAIS- fue bailarina del ballet de Lucía Méndez. Puede decirse que era lo que socialmente se considera una mujer de éxito: salía en televisión, ganaba buen dinero y se codeaba con los famosos. No supo distinguir el espejismo de la realidad. Ni vio en qué momento quedó atrapada en una espiral descendente de droga, alcohol y prostitución. A pesar de los daños neurológicos que se produjo, ahora es autosuficiente. Puede valerse por sí y todos los días sale a trabajar: es quiromántica. Peor le fue a su hija -de 20 años-, quien perdió una pierna desde la cadera en un accidente automovilístico y actualmente padece esquizofrenia aguda; se niega a usar silla de ruedas o prótesis. Se desplaza boca arriba, apoyada en sus manos y su única pierna.

En La Cascada vive también la señora Librada, de aproximadamente 75 años. Vino del campo a la ciudad, donde se empleó como trabajadora doméstica. A su primer hijo lo regaló porque no lo podía cuidar. Tuvo otro al que amarraba en su cuarto porque tampoco lo podía atender. A menudo lo golpeaba o se le olvidaba darle de comer. Cuenta que se lo quitaron sin inmutarse. Su mal neurológico la ha librado del dolor, la culpa o el arrepentimiento.

Estas son sólo unas cuantas de las historias que hay tras las miradas extraviadas, tras la risa inexplicable, tras el rostro temeroso o la radical inmutabilidad de las mujeres internadas en La Cascada; 390 en total.

Hace un año y dos meses que la sicóloga Elizabeth Mateos fue nombrada directora del CAIS La Cascada. Pertenece a una corriente sicológica que se opone a la "polifarmacia" como sistema único de tratamiento y control de los enfermos siquiátricos: "Cuando llegué aquí, a las usuarias se les mantenía dormidas o sedadas. Obviamente existe la necesidad de que la mayoría tomen sicotrópicos, pero hemos comprobado que por medio de actividades recreativas se puede reducir la cantidad de medicamentos que toman. Con esa idea llegamos aquí. Por eso impulsamos diferentes terapias recreativas. No descubrimos el hilo negro. Simplemente vemos y tratamos a las usuarias como mujeres, como seres humanos. Antes se tenía la visión institucionalizada de que había que 'salvar' a la comunidad de la mujer con padecimientos siquiátricos. No eran vistas como mujeres y menos como seres humanos. En estos centros se cometían muchas violaciones contra sus más elementales derechos.

"Yo, como mujer que ha padecido la discriminación en carne propia, soy sensible hacia ese problema. También me sensibiliza saber que todos somos candidatos potenciales a pasar por lo menos parte de nuestra vida en una casa como esta. Aquí hay mujeres que eran exitosas o que llevaban una existencia considerada normal y de repente algo pasó en sus vidas: una pérdida, un engaño, una agresión, y ya no pudieron reaccionar". Elizabeth hereda de su padre el compromiso social. Es ?literalmente-- hija del 68.

Elizabeth asegura que como resultado de las actividades terapéuticas, ha disminuido el empleo de medicamentos para control de las usuarias y por lo mismo ahora se muestran más activas: "Antes las veíamos somnolientas; terminaban de desayunar y a dormir; terminaban de comer y a dormir; o agredían con frecuencia al personal. En las usuarias epilépticas se han reducido las crisis convulsivas; ha bajado el índice de cronicidad; y en general las que pueden realizar alguna actividad se sienten mejor y eso se nota en la expresión de sus rostros".

Con las emociones a flor de piel

Son diversas las actividades terapéuticas y recreativas que se promueven en La Cascada: taller de danzón; educación física; promoción de la lectura; costura; y el taller de barro que imparte -gratuitamente- Mujeres Artesanas de Tláhuac. Los grupos necesariamente son pequeños, de 10 a 20 usuarias.

Para Rita Reséndiz la experiencia ha sido enriquecedora: ''Son mujeres con una gran sensibilidad, varias de ellas nunca habían tenido contacto con el barro, pero son capaces de hacer figuras mucho más complejas que las que hace gente que ya ha tenido experiencia. Al principio se quedan viendo al barro, lo tocan, después empieza una y luego otra y otra y de ahí se siguen las demás. Como si de pronto empezara a fluir la idea de lo que quieren hacer".

"El barro es un material noble". La descripción que hace Rita cobra total sentido cuando se ve cómo esa porción de masa húmeda y oscura adquiere forma en las manos que la estrujan, acaso torpes pero sin duda amorosas. Es inevitable remontarse al mito bíblico de la creación del hombre, moldeado en barro por Dios.

Tal vez la mayoría de las mujeres que cursaron el taller de barro en La Cascada nunca recuperen del todo sus capacidades intelectuales. Sin embargo, Elizabeth Mateos está segura que hay algo en ellas que se mantiene intacto: "Su patología no afecta su sensibilidad, al contrario, las mujeres siquiátricas suelen ser hipersensibles". Con las emociones a flor de piel, pero imposibilitadas para expresarlas convencionalmente, el trabajo con barro es una forma de salir del mundo al que fueron arrojadas por una realidad atroz. De eso nos habla la jirafa gorda y achaparrada; el gato con dos patas y cuatro colas; aquel comal con tortillas y esa cazuela conmovedoramente maltrecha; o el bebé en su cuna soberbiamente resuelto; y la inquietante figura que hizo la mujer muda: tiras de barro que se sobreponen ondulantes, en varias capas, aprisionando una pequeña esfera en el núcleo.

"Se pueden hacer mil y una lecturas de sus obras, a fin de cuentas de lo que hablan es de su vida: de sus sueños, de sus triunfos, de sus fracasos. Puedes ver a la hija de padre alcohólico; la que era golpeada por el marido; a la que perdió el hijo; la drogadicta o la que al nacer sufrió una lesión en la corteza cerebral".

Así fue como se cruzaron los caminos de Rita y Elizabeth.

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