Sergio Valls Hernández
Hacer nueva política
El surgimiento de la llamada "ultraderecha" en países europeos viene a cuestionar la eficacia de los órdenes políticos prevalecientes, pues no se requiere gran agudeza para no darse cuenta de que si emergen "nuevas corrientes de pensamiento", se debe a que las existentes ya no están cumpliendo a cabalidad su cometido para gobernar a las naciones, ya no procuran un estado de bienestar, no garantizan la igualdad de oportunidades ni un desarrollo sustentado, en fin, ya no ofrecen a los ciudadanos las alternativas que les permitan elegir la forma en que han de alcanzar su plenitud.
Al respecto, hay que aclarar que en opinión de estudiosos de la ciencia política, la ultraderecha no alcanza a merecer tal calificativo -"nueva corriente de pensamiento"- por carecer de una línea de razonamiento autónomo, sino que más bien se trata de una maniobra o táctica surgida de la coyuntura por la que atraviesa la ciencia política en general como resultado de un Estado "frágil" y "desprovisto de timón", que bien podría ubicarse como un pensamiento utilitario, basado en el aborrecimiento per se de todo aquello que se oponga a los intereses de la derecha radical, como sería el caso de Europa, que es precisamente donde aparece el vocablo "ultraderecha".
Lo anterior es indicativo de que los modelos actuales de política de estado no son convincentes, ya no atraen a la población, tal vez porque exista un bajo perfil en los hacedores y ejecutores del manejo de asuntos públicos, pero esta afirmación se agiganta y cobra gran relieve si consideramos que las fórmulas empleadas en un sinnúmero de países para lograr la gobernabilidad y satisfacción de las necesidades de los ciudadanos no están dando resultados, al menos no los deseados, y entonces nos preguntamos: Ƒno será hora de voltear hacia otras vías que nos conduzcan a nuevas formas de raciocinio, en las que pueda existir la convivencia compatible de "los iguales" y "los diferentes" en un mismo tiempo y lugar? O acaso, muy a nuestro pesar, pues nos inclinamos más por la pervivencia de aspectos éticos y normativos que materiales, Ƒfinalmente permitiremos que el estandarte de la política pública se instaure en ideas tales como la globalización económica, a manera de única vía de convivencia pacífica entre las naciones, que es, al menos así me lo parece, la corriente que tiene mayores adeptos?
Además, hay otra nota del mismo modo preocupante: la ingobernabilidad, que no es privativa de los países del continente europeo, puesto que Latinoamérica y el resto del mundo no quedan excluidos de estas mutaciones en el pensamiento de quienes hacen política. Por ello me atrevería a hacer una sencilla reflexión.
Las nuevas generaciones y las que están por venir demandan de la sociedad actual la rectificación del camino. La única posibilidad sensata y viable es que nuestros intelectuales, politólogos y filósofos, así como los gobernantes, se dieran a la tarea de revisar, examinar, estudiar metódicamente la historia del pensamiento político y emprender la faena de replantear sus premisas, de acuerdo con las condiciones prevalecientes, y a partir de allí volver a hacer teoría política: teoría del Estado.
Sé que la tarea sería desmesurada, pero posible; al menos en el firmamento actual no distingo ni percibo otra posibilidad.
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