Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 14 de mayo de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Deportes

M. Vázquez Montealbán

Ronaldo y Cúper: ni perdedores ni ganadores, sino todo lo contrario

Estaba el joven príncipe brasileño dormido en el futbol holandés cuando una llamada del Barcelona FC le desveló y tras alzarse y borrar el sueño de sus ojos empezó a correr, ya que el maratón es cosa de sprinters y nada más llegar a España regateaba jugadores como si se tratara de un futbol prediseñado. En un decisivo Barcelona-Coruña, tras caer al suelo, atleta vencido, con la mirada perdida buscando algo que él sólo veía, por fin sus ojos aciertan. Es la pelota. Escribí entonces: "Y de pronto la pelota rebota en un jugador coruñés y pasa ante Ronaldo como si le invitara a levantarse y seguirla para bailar la samba. La pelota le está diciendo: tú estás el primero en mi carnet de baile. El atleta caído obedece la llamada. Se levanta. Recupera el balón con la punta de la bota y mira hacia la portería. Es el momento Ronaldo. Ese instante técnico en que sabe medir como nadie el pasillo que le lleva hacia el gol. Empieza su carrera y su dribling a costa de cuantos adversarios se pongan en su camino y ante la salida del portero del Coruña el gol está servido. La magia de Ronaldo ha funcionado una vez más y un episodio se suma a la Leyenda Aurea de un jugador de futbol prefabricado a la medida del siglo XXI".

Cuando hace unos días el Inter de Milán perdió la Liga italiana, una sola fotografía compuso el imaginario de la situación. Cúper, el entrenador del Inter, trataba de consolar a un Ronaldo descompuesto que tras superar lesiones que sólo padecen los atletas malditos creía haber llegado a tiempo de ayudar a su equipo a ganar la Liga. Tampoco esta vez y tanto el jugador brasileño como Cúper, el entrenador, tienen motivos para plantearse si son ganadores o perdedores o... todo lo contrario. Tras su triunfal etapa en el Barcelona, Ronaldo fue proclamado el mejor jugador del mundo, el dios de una religión laica de diseño, espléndidamente santificado en un anuncio de la Pirelli en la que el cuerpo del jugador se había hecho cruz contrastada por las mejores luces. Pero el joven dios tenía el talón de Aquiles en la rodilla y su poderosa estampida de percherón imparable se le rompía una y otra vez en las rótulas para dejarle varado meses y meses en las mejores playas del Olimpo. En numerosas tradiciones clásicas consta que la rodilla es el símbolo del poder tal como lo connotó Plinio el Viejo y de ahí que hincar la rodilla o simplemente arrodillarse sea un acto simbólico de humillación, de rendición. Ninguno de los dioses anteriores -Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona- habían sido tan frágiles como Ronaldo, el deslumbrante veinteañero calificado por los periodistas españoles como El orgasmo del futbol o Poesía en movimiento; dos muestras suficientes del delirio provocado por el jugador carioca.

Pero Ronaldo no ha ganado ningún trofeo importante, ni en Europa ni en América ni en la Galaxia. Sus lesiones han dejado el trono celestial futbolístico en estado de excedencia, aunque ningún otro jugador hasta ahora ose ocuparlo. En cuanto a Cúper, valorado como uno de los mejores entrenadores de futbol del mundo, tampoco ha ganado nunca nada detonante, pese a haber conseguido llevar dos veces consecutivas al Valencia a la final de la Liga Europea, la primera vez vencido por un Madrid mediocre y la segunda por un Bayern de Munich que salió al terreno de juego para pisotear el miedo escénico de los jugadores valencianos, muertos, muertos de éxito. Admirado por la crítica, obedecido por los jugadores, no muy asumido por el público, Cúper es un entrenador distinto y distante que no vende simpatía y me recuerda a veces a esos escritores entusiastas de la literatura y que a la vez odian al lector molestos por la dependencia. Los directivos confían en su carisma autoritario y en su trabajo serio, pero temen su sistema de señales, poco propicio a sonreír a los socios, a los periodistas e incluso a los niños. Hasta hace pocas semanas, Cúper era un entrenador solicitado por diversos clubes dispuestos a quitárselo al Inter, pero todo indica que esos requerimientos se han debilitado y que ya son demasiadas las ocasiones perdidas por un presunto ganador.

De la foto que los reúne tras la confirmación de la derrota salen caminos inmediatos que llevan a Ronaldo a los campeonatos del mundo de Corea y Japón y a Cúper a un largo periodo de descanso en el que tendrá tiempo de plantearse si entre la condición de perdedor y la de ganador existe alguna dimensión no suficientemente connotada ni evaluada. La cuestión excede una reflexión sobre la victoria y la derrota, y dada la divinidad amenazada de Ronaldo se inscribe decididamente en el territorio de la teología o, en su defecto, en el de la serie televisiva Expedientes X.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año