Las acusaciones de Washington pudieron haber
buscado dañar esta visita, señala
Descarta Jimmy Carter que se fabriquen armas biológicas
en Cuba
Habla con disidentes sobre el referéndum para
aplicar reformas políticas internas en la isla
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 13 de mayo. En su segundo día
de visita en Cuba, el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter le tomó
la palabra a su anfitrión, el mandatario cubano Fidel Castro, al
reunirse con dos líderes de la oposición local e interrogar
a expertos del complejo científico, tras lo cual descartó
tácitamente que la isla desarrolle o exporte armas biológicas
y reveló que antes de viajar a la isla pidió informes sobre
esa eventualidad y nadie en el gobierno de Washington le dio reportes o
pruebas al respecto.
Carter desayunó en el hotel, en el casco antiguo
de la capital, con Elizardo Sánchez Santacruz y Oswaldo Payá,
dos de los más conocidos activistas de la ilegal pero tolerada disidencia
interna. Más tarde, y cumpliendo con el programa de visita, escuchó
junto con Castro, durante dos horas y media, una intensa exposición
del programa cubano de investigación científica, en el auditorio
principal del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología
(CIGB), buque insignia del sector.
En la práctica, el ex mandatario estaba ejerciendo
la prerrogativa que Castro le había ofrecido el domingo para que
hablara con quien quisiera en Cuba y que indagara lo que deseara en el
conglomerado científico.
Las acusaciones
Al
concluir la sesión en el CIGB Carter se puso de pie, tomó
el micrófono y aludió a las acusaciones lanzadas la semana
pasada por el subsecretario de Estado de Estados Unidos, John Bolton, de
que Cuba despliega un limitado programa de armas biológicas que
empieza a transferir a otros países.
"Una de las acusaciones era de que Cuba estaba proporcionando
información que podía ser utilizada con fines terroristas
por Irán y Libia", dijo Carter. "Lo que he comprendido, en las presentaciones
de esta mañana, es que Cuba no tiene ningún tipo de relación
con Libia y que además existe un contrato normativo establecido
con la comunidad internacional que no incluye la posibilidad de poder extender
el uso de este tipo de información.
"Vemos que el acuerdo que existe entre Cuba e Irán
está en estos momentos solamente en sus fases iniciales y que todavía
no ha llegado a la parte del desarrollo práctico. Cuba va a estar
muy cuidadosa y celosamente guardando y monitoreando el hecho de que se
mantengan las disposiciones para evitar el uso indebido de esta información",
agregó.
Carter, de guayabera blanca, hablaba a un auditorio de
investigadores, en su mayoría enfundados en sus batas blancas de
faena. Sugirió que las declaraciones de Bolton pudieron haberse
realizado para poner en entredicho su viaje, porque se dieron "no tan coincidentemente"
unos días antes de que él viniera a Cuba. A su lado estaba
Castro, de guayabera azul pálido.
El visitante relató que, preparando la gira, pidió
informes a funcionarios del gobierno, del Departamento de Estado y de las
agencias de inteligencia de su país. Dijo que quería compartir
con las autoridades estadunidenses "cualquier tipo de preocupación
que ellas pudieran tener en relación con posibles actividades bioterroristas"
en Cuba de las que hubiera indicios.
Pero nadie le dijo nada, recordó Carter. No había
argumentos que sustentaran esas versiones. "En concreto había yo
solicitado a las personas que me indicaran si había algún
grado de evidencia relativo al hecho de que Cuba podría estar compartiendo
cualquier tipo de información que pueda ser utilizada posteriormente
para actividades de terrorismo en el mundo. Y la respuesta de todos los
expertos de inteligencia era: no."
Luego lanzó una bola de humo cuyo efecto aún
se desconoce, porque Castro la dejó pasar sin batear. Carter dijo
que en el discurso de bienvenida que le dio el líder cubano en la
víspera, "él muy clara y enfáticamente abrió
la posibilidad de que cualquier persona que quiera venir a comprobar este
tipo de acusaciones está en libertad de hacerlo; presumo y espero
que cualquier persona que crea que tenga evidencias sobre este tipo de
acusaciones aproveche esa oferta para venir a comprobarlo".
En realidad Castro le había abierto las puertas
del búnker tecnológico a Carter personalmente. A él
se dirigió expresamente en su discurso de bienvenida, para facilitarle
el acceso. Un reportero preguntó en la tarde del domingo al canciller
Felipe Pérez Roque que si esa oferta era extensiva al presidente
George W. Bush. El ministro cubano ratificó que la deferencia era
para el invitado de esta semana, "hombre de profunda ética, de gran
respeto hacia Cuba y que es nuestro huésped estos días".
Carter abrió ese frente. Castro, contra su costumbre,
no contestó el breve y coloquial discurso.
El ex mandatario había elogiado, por lo demás,
el resultado de la investigación cubana. Dijo que quizás
este sea el único caso en el mundo en el que se desarrolla el conocimiento
"con un sentido humanitario y no por la búsqueda de una utilidad
económica". Subrayó los planes de cooperación con
otros países, la vacunación universal de los niños
en la isla, y expresó su esperanza de que "en el futuro pueda existir
una colaboración científica y médica mucho más
cercana entre el personal de Cuba y el personal de mi propio país".
El caso Irán
En claro y fluido inglés, el director del CIGB,
Luis Herrera, explica a Carter la historia de los centros cubanos de investigación
científica, su organigrama, su estructura y su desempeño
general. Exhibe la tabla de 14 países que han recibido transferencia
de tecnología cubana o que están negociándola. El
ex presidente lo interrumpe de pronto, para preguntarle si en esos casos
hay un acuerdo para impedir que el conocimiento pueda tener otros usos
ya en manos de los compradores.
-Hay un acuerdo que lo impide -precisa Herrera.
-¿También en el caso de Irán? -repregunta
Carter.
-También en el caso de Irán.
Cuando Herrera termina su exposición salta al micrófono
José Miyar Berrueco, Chomi, hombre ligado a Castro durante
décadas, quien ahora desempeña, entre otras tareas, la supervisión
general del Polo Científico del Oeste (especie de ciudad de la
ciencia ubicada al occidente de la capital). Sale a escena para responder
ampliamente a Carter.
Chomi explica prolijamente cómo Cuba transfiere
tecnología preferentemente a países del tercer mundo. Explica
que Irán se interesó en la vacuna contra la hepatitis B,
que no podía seguir comprando a los altos precios del mercado. Reseña
cómo el candado de seguridad en los contratos obliga a los
compradores de la tecnología a informar y recabar la autorización
expresa de los cubanos si quisieran hacer un uso distinto. Ninguno de los
clientes ha planteado tal cosa, dice Miyar. Rechaza la "mentira ignominiosa"
de Bolton, se emociona en la defensa de la ciencia cubana y se excusa.
El hilo de la argumentación de Chomi hace
intervenir a Castro. Intercambian cifras, detalles y trayectorias de la
salud y la enfermedad en el Africa subsahariana. Hay que tener mucho cuidado,
pide el mandatario cubano. Hay países muy sensibles a un dato. Hasta
una inversión se les puede afectar, reconviene. Disputan por estadísticas.
Carter inclina levemente la cabeza hacia la derecha sobre la palma de la
mano, para refugiarse en el audífono de la traducción.
Se suponía que Carter hablaría con la oposición
local el jueves, cuando su programa está libre para "actividades
personales", y ya habría pasado la cena de despedida que Castro
le ofrecerá el miércoles. Pero esta madrugada Elizardo Sánchez,
presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional, recibió una llamada telefónica, invitándolo
de parte del ex mandatario a desayunar unas horas más tarde, junto
con Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano de Liberación.
A las 8:45, cuando Carter tomaba café en la terraza
del hotel Santa Isabel, llegaron los dos disidentes. Shelley McConell,
directora asociada del Programa de las Américas del Centro Carter,
los recibió en el pórtico y los hizo pasar. Unos pasos más
adelante los saludaron el ex mandatario y Robert Pastor, el académico
y fiel asesor del hombre de Georgia.
Todos tomaron asiento en el restaurante, junto con John
Hardman, director ejecutivo del Centro Carter; Jennifer McCoy, directora
del Programa de las Américas, Rosalyn y Jimmy Carter III.
Para Sánchez era la segunda vez que se entrevistaba
con Carter. La primera había sido en las oficinas del ex mandatario
en Atlanta, en 1993. Ahora la cita se daba en un viejo inmueble colonial
restaurado, convertido en hotel con sus dos pisos y su traza original,
situado frente a la Plaza de Armas, el corazón de la ciudad antigua.
Al concluir la reunión, una hora y cuarto después,
los dos activistas hablaron con reporteros. Relataron que el tema principal
fue el Proyecto Varela, la iniciativa formalizada el pasado viernes ante
la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicamaral) y que en
sustancia es una petición de referéndum, respaldada por más
de 11 mil firmas de ciudadanos cubanos, a fin de que toda la población
se manifieste sobre si quiere o no una serie de reformas políticas
internas en la isla. Carter dio muestras de conocer a fondo el plan y quiso
precisar detalles, indicaron los activistas.
Además de conversar sobre esa campaña, la
propuesta opositora de reforma más ambiciosa que se haya dado en
Cuba, "pudimos explicar la situación en Cuba en síntesis
y también las perspectivas pacíficas y cívicas de
lucha que tenemos", dijo Payá. "Hablamos sobre las expectativas
que tenemos, sobre la situación de los derechos humanos en general,
los derechos políticos, sociales y económicos. Tuvo palabras
de respeto, de admiración para nuestra voluntad de trabajar pacíficamente.
Nos alentó a mantener esta disposición".
Sánchez dijo que no había planteado a Carter
ninguna petición específica sobre situaciones de presos políticos
y que el ex mandatario "se expresó siempre de manera muy respetuosa
hacia Cuba, tanto los gobernados como los gobernantes".
Payá y Sánchez estimaron que esta era una
reunión preparatoria, no la definitiva, del ex presidente visitante
con la oposición. Quizá Carter quiso llenar algunos huecos
informativos antes de concluir el discurso que dirá el martes en
la Universidad de La Habana, con transmisión en vivo y en cadena
nacional a todo el país. Los disidentes calculan que serán
unos 15 de ellos los que hablen con el visitante el próximo jueves,
quizás al mediodía.
Por la tarde de este lunes, Carter estuvo también
en la Escuela de Trabajadores Sociales, en el vecino poblado pesquero de
Cojímar. Habló con profesores y estudiantes y escuchó
una explicación de Otto Rivero, el primer secretario de la Unión
de Jóvenes Comunistas, sobre los proyectos sociales del gobierno
entre la juventud y la niñez de Cuba. El ex mandatario agradeció
ahí las atenciones que ha recibido, la compañía del
líder cubano por la mañana, y manifestó su esperanza
de una mejoría en las relaciones entre Washington y La Habana. También
reveló otra expectativa: la de presenciar el martes el tradicional
Juego de las Estrellas de beisbol (selecciones Orientales y Occidentales).
Terminó la jornada con una visita a la Escuela Latinoamericana de
Medicina, en la que nuevamente apareció Castro.
Carter seguirá este martes su programa a todo tren,
con visitas al sidatorio de Los Cocos y a una cooperativa agropecuaria
y con su discurso vespertino en la Universidad, que según algunos
pronósticos "no será protocolario".