Arturo Cipriano celebra 30 años de carrera
con el disco La geografatura
Mitote Jazz busca darle a la música un sentido
más ceremonial: Ciprianodonte
Hasta el momento ningún productor se ha
acercado a decirnos ''me gusta lo que haces''
Se presentará el 17 de mayo en el Museo
del Chopo; después emprenderá breve gira por el país
JUAN JOSE OLIVARES
Ya son 30 años de hacer música para el jazzista
Arturo Cipriano, mejor conocido como Ciprianodonte, los cuales celebra
con la edición de su décimo disco -ahora con la agrupación
Mitote Jazz- llamado La geografatura, el cual será entonado
con toda la bizarría de su show el próximo 17 de mayo
a las 20 horas en el Museo del Chopo.
Mitote Jazz no es un grupo común, porque en cada
una de sus vueltas por varias geografías latinoamericanas absorbe
lo más intenso de cada sonoridad regional. Los distingue su mezcla
de ritmos del universo étnico con el jazz contemporáneo.
Cipriano dice en entrevista que su grupo quiere darle
a la música un sentido más ceremonial: ''Cuando te presentas
en cualquier escenario está la onda de correr, enredarte con el
micrófono y aventárselo al público, y tener muchas
luces a tu alrededor (casi casi como rock star), pero también
es bueno llevar a la gente que te escucha a otros espacios poco frecuentados
por la mayoría de las bandas. Puedes apagar las luces, quedarte
sin micrófonos y con sólo el rumor o con el frotamientio
de los cueros, con el sonido de la flauta, con guturales, con ruidos bucofaríngeos
y onomatopeyas... con relatos, provocaciones; puedes también quedarte
viendo a la gente, caminar entre ellos, sentarte en sus piernas, dar vueltas,
gritos, inflexiones. Dicen que la música es para no estar en silencio,
pero no, en la medida en que los músicos captan lo que pasa, se
vuelve una ceremonia, una ceremonia con ruidos extramusicales."
Se
dice que con Mitote Jazz "retumban los repiques de los carnavales en Montevideo
y el sonoro migrante de las velas istmeñas. Se crea un folclor panarmónico
que recoge ambientes de los alegres camineros (cofradía maya quiché)
de Chichicastenango, folclor que apaña lo sugestivo de la topada-murga
y del son purépecha, que suda el agite de Banderlux en el zócalo
senegalizado".
Pero que también recoge para sus arcas "el huehuenchi
o gueguense empulcado y beebopero", decenas de ritmos adquiridos y metidos
sin forzamientos al jazz, a un jazz rico y muy popular.
Pese a su manufactura no tradicional del jazz, Mitote
Jazz sí vive la tradicional limitación de los jazzistas para
producir discos y ofrecer conciertos.
-¿Se necesita ser aferrado para seguir siendo músico
de jazz?
-Hasta el día de hoy no se ha acercado algún
productor o manager que nos diga ''me gusta lo que haces''. Por
eso yo mismo me ovaciono, me animo y me lo digo yo: me gusta lo que haces,
Cipriano, vamos a hacer un pacto. Somos un montón de aferrados.
Dichosos son los o las que les ha llegado alguien y les ha dado el jale.
En lo que espero que llegue -ya son 30 años- esa persona, le sigo
taloneando, no hay de otra. Pero el jale sigue, pese a que autoridades
culturales dicen que la banda que escucha jazz ya no existe. No obstante,
hay muchos canales; si no es con uno es con otro, y entonces esperamos
que terminen estos dos años, que acaben su gestión esas autoridades,
para ver qué pasa; mientras, a darle al talón a escuelas,
cafetuchos o antros.
De químico a músico
Cipriano rememora cómo se inició en la música:
''Como fracasé en la escuela de Ciencias Químicas, quedó
nada más la alquimia. Tuve que sacar esa alquimia en otro lado:
la música".
Todo se inició cuando su padre le regaló
su primera armónica ("mi mamá silbaba, mi abuelo le enseñaba
silbatazos y dianas militares a sus cenzontles, esas fueron las primeras
impresiones"). Estuvo ausente hasta los 20 años porque jugaba futbol.
En su casa había un aparato de radio que sólo tocaba boleros,
los cuales "me deprimían mucho, porque tenía letras que nunca
me atraparon, tengo aversión a la inmensa mayoría de estas
canciones porque son los mantras mexicanos: el sufrimiento, el golpeteo
y el alcohol, y ahí está el pueblo mexicano, y, por consecuencia,
Centro y Sudamérica".
Cipriano se considera un hombre afortunado. ''En el momento
que leí un folleto que decía Escuela Nacional de Música,
me dije: ''se estudia la música". A la mañana siguiente ya
estaba en la ciudad de México. A las primeras de cambio le prestan
una flauta, y a partir de ahí, de siete a ocho horas practicándola.
Conoce a Héctor Alcázar con quien forma Talón San
Cosme, "y comenzamos a girar; hacíamos jazz-rock con sonidos aleatorios
contemporáneos".
Vino luego La Nopalera, todo un colectivo que reunió
a músicos como Gerardo Bátiz, Marcial Alejandro, Maru Enríquez,
Eniac Martínez, Chamaco Torres, Jesús Mendoza y Cecilia
Toussaint, entre otros. "La Nopalera tenía excelentes ejecutantes;
fue un motor para muchos, para el jale, para andar de ofrecidos y buscar
tocadas''.
Pero el presente para Cipriano ?quien además toca
la armónica, los saxos y la cantilación? es Mitote Jazz,
su nuevo laboratorio de inquietudes acústicas, el cual está
conformado por: Isabel Tercero y su delirante y juguetona voz (también
toca el chakeré); Rodrigo Castelán (en la guitarra de 7 cuerdas,
guitarra sinte de 12 cuerdas, los arreglos y el contrabajo), Daniel Kitroser
(en la batería, carapachos, pailas y semillas), y Víctor
Castillo, en la bataca.
La geografatura se une a la larga lista de productos
independientes de calidad, olvidados por los grandes sellos discográficos
y las autoridades culturales.
Dice Cipriano al respecto: ''En Argentina se alivianó
la industria, en Brasil lo hizo hace 35 años, también en
España, pero en México, los que están en la contratación
son los cincuentones a los que les gustaban rolas como Agujetas de color
de rosa y que tenían el bolero como un antecedente, por lo que
están cerrados en el avance rítmico y pues, lo armónico
no les entra".
Agrega: ''Tienden a crear productos desechables; no se
arriesgan. El hacer un disco es nuestro medio de susbsistencia. Lo bueno
es que a los conciertos van a escucharnos jóvenes, a los que se
les quedará la idea de otra forma de hacer música. Un ejemplo
son unos niños que nos escucharon en Tlaquepaque hace unos años
y ahora ya están haciendo música.
Experimentar con diferentes músicas
Ciprianodonte argumenta que seguirán en
el talón porque "es lo único que sé hacer y he
encontrado a personas que compartimos esa forma de hacer música.
La cuestión es impactar a la audiencia, no seguir convencionalismos;
el deseo de mover a la gente."
El músico avencindado en Cuernavaca, Morelos, está
convencido de que se tiene que experimentar con diferentes músicas
"desde las de Macedonia, del Medio Oriente, hasta toda Latinoamérica.
Boston Berkley (la escuela de música) dicta como Hollywood dicta
en el cine. Muchos compañeros hacen el latinjazz de Hollywood con
la insulsalsa de Miami, o el jazz de elevador, y mucha gente se deja llevar
por eso. Una cosa es el producto y otra la distribución, porque
incluso habiendo calidad, las cosas deben ser muchas veces de rebote: funcionar
en otros lados para hacerla aquí, porque están muy cerrados".
Por lo pronto, he aquí su producto, que será
presentado en una breve gira por el interior de la República. Del
24 al 29 de mayo en Guanajuato (teatro Cervantes). Luego visitan Cuernavaca,
Ciudad Manuel Doblado, Abasolo, Yuridia y San Lusi Potosí. Más
informes en: [email protected]