Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 11 de mayo de 2002
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Espectáculos
Saldrá de cartelera en unas semanas, anuncia el director general de producción, Morris Gilbert

Chicago, musical de ambiente carcelario, llegó a 200 funciones

ARTURO CRUZ BARCENAS

Chicago, el musical, cumplió el pasado jueves 200 representaciones en el Centro Cultural Telmex. La placa alusiva fue develada por Evita Muñoz Chachita y Demián Bichir. El director general de producción, Morris Gilbert, anunció que la obra se halla en la recta final y que pronto saldrá de cartelera, para abrir espacio a Los miserables.

Han sido seis meses de presentaciones de esta historia policiaca, en la que las mujeres asesinan por el único crimen que tiene explicación: la pasión amorosa. Teniendo como escenografía una orquesta que a su vez sirve de jurado y público de juicios, en los cuales las incriminadas son llevadas al nivel de títeres.

El mundo de la prisión anula la individualidad, el ser humano en su más elemental rasgo distintivo. La moral no existe y los derechos se pierden. El Estado es dueño de los destinos de los desgraciados o desgraciadas que están tras las rejas.

La reminiscencia es de la serie de televisión Los intocables, en los que Eliot Ness luchaba contra Al Capone y demás mafiosos, quienes tenían asolada esa también urbe de hierro, mediante el tráfico de narcóticos y de alcohol, en plena época de prohibición.

Todo llevaba al exceso. Mientras más se prohíbe algo más se tiene la tendencia a realizarlo. La vida nocturna, los salones de baile, el jazz y el blues, aunado al deseo de darse a la vida luego de la Guerra Mundial, crea la atmósfera adecuada de Chicago.

Estelarizada por Sandra Guida y Blanca Marroquín, con letra de Fred Ebb, música de John Kander y libreto de Fred Eb y Bob Fosse, Chicago está por cumplir su cometido. Gilbert ha tratado de llevar gente por medio de diversas promociones, pero será la crisis, la falta de público, aun la ausencia de educación teatral suficiente, pero el teatro no siempre se ve lleno.

La producción es dirigida y coreografiada por Bob Fosse, basada en la obra de Maurine Dallas Watkins. También actúan Eugenio Montessoro -quien no asistió el jueves por hallarse enfermo-, Darío Ripoll y Laura Cortés, quien la hace de la celadora lesbiana que explotará a las reclusas anhelantes de libertad, de un telefonazo y de que les den ya fecha de audiencia.

En la cárcel el tiempo pasa lento, tan lento que desespera a un monje, cuantimás a mujeres de vida disipada, deseosas de sexo, que lucen sus torneadas piernas, envueltas en medias negras, de cuadritos, grises y demás tonos que alborotan la hormona masculina. Las actrices, sin desparpajo ni prejuicio alguno, abren las piernas, en compases de 45 grados para arriba. Los calzones ocupan el centro del escenario. Lo demás es pura imaginación, imaginación pura.

Para las asistentes, algunos de los actores están híper inflados, ponchados, fortachones, quijadones. Brincan, hacen acrobacias, cargan a las mujeres con una facilidad que pareciera que están hechas de papel. El personaje más parecido a muchos de los mortales que han ido a ver la obra es Amos (Darío Ripoll), gris, Gutierritos.

Su mediocridad es aterradora y causa risa. Es el esposo del personaje que desarrolla Blanca Marroquín, que es una mujer caliente a la que la dominan los placeres carnales y se dedica a coleccionar muchachos. Asesina a su amante; va a la cárcel y no se cansará de ofrecer sus placeres a peritos, médicos, abogados y testigos, para salir del bote.

Amos se lleva la noche. Alma noble, el mundo no es su mundo. Todo por amor. Perdonará a su traidora esposa, a pesar de la evidencia. No tiene dignidad, su orgullo es un tapete. Lo extraño es que el público le aplaude y lo lleva a niveles de héroe.

A la función número 200 llegaron muchos de los que siempre asisten a las "n" representaciones. Hay unos actores que siempre están en ese tipo de actos cocteleros, para la foto, para la entrevista. Pero también llegaron otros que no habían visto la obra. Había algo de material para los buscadores de información amarilla, que siempre hay, como la actriz que llega con nuevo galán, quien lanza sonrisas a diestra y siniestra.

La prensa no sale bien librada en el musical. Estereotipada a niveles de sensacionalista, hará el seguimiento de los sucesos carcelarios en la medida en que son nota, en que venden periódicos. La actriz de cabaret asesina será objeto de entrevistas, de fotos, en tanto dura el juicio. Acabado éste, los reporteros, cual jauría, irán en pos de otra víctima de los trascendidos.

La música de John Kander, el jazz cadencioso, propicio para las coreografías sensuales, hace al público marcar el ritmo con palmas y pies. El destino unirá a dos bailarinas. Al final, fuera de la cárcel. El baile es un elemento de libertad.

Chicago, el musical se presenta en el Centro Cultural Telmex Dos, los jueves, a las 20:30 horas; viernes, 19 y 21:45; sábados, 18 y 21, y domingos, 13:30 y 18 horas. Boletos en el sistema Ticketmaster, Mix Up, Discolandia, El Palacio de Hierro, y al teléfono 5325-9000.

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