Ahora El lago de los cisnes con el Kirov
Colombia Moya
Luego del éxito indiscutible del Ballet Kirov en
esta temporada de 2002, de la cual ya se ha comentado bastante con la pasada
presentación de El Quijote, comentemos un tanto sobre la
tradición del ballet, del cual, unas de las instituciones más
añejas en el rubro son Bolshoi de Moscú, y el Kirov de San
Petersburgo, por sólo remitirnos a Rusia. El Ballet Imperial de
San Petersburgo, luego de la quema de su teatro -coliseo en 1859 y en el
que se daban funciones de circo y ocasionalmente de ballet- inicia sus
presentaciones formales como Teatro Mariinsky, con una compañía
del mismo nombre en 1889, bajo el amparo de la aristocracia zarista y la
conformación de una escuela también denominada Imperial,
la cual estaba compuesta por niños y niñas de bajos recursos,
seleccionados del pueblo, para, bajo el régimen de internado, recibir
la más estricta educación y formación académica
del ballet.
Una
escuela, un código académico estructurado básicamente
por una larga cadena de nombres de maestros y coreógrafos franceses
e italianos, que desde los tiempos de Pedro, El Grande y Catalina,
de Rusia, en aquel gran esfuerzo por modernizar la gran Rusia eslava, europeizándola
también en el área cultural, los conocimientos de estas dos
grandes corrientes de la danza, la italiana, como cuna de esta danza, y
la francesa, como sangre y autora del código inicial del ballet
acádemico, sembraron en aquel país la semilla prodigiosa
que, profundamente nutrida con el temperamento eslavo, produjeron una danza,
un tipo de ballet con sello y características propias, donde maestras,
como Agripina Vagánova, supieron recodificar la técnica de
Cechetti y todos aquellos maestros que formaron la zaga extraordinaria
que nutrió el Ballet de Serguei de Diaghlew posteriormente. Karsávina,
Tchesinskaya, Nijinsky, Ivanov, Gorsky, Pavlova Georges Balanchizade o
Balanchine, Massine, Fokine, y una interminable lista de talentos que esparcirían
por el mundo los ballets tradicionales, mediante la infinita red de vasos
comunicantes de la transculturación y el intercambio, mostrando
así la más pura tradición de las obras maestras del
ballet, sin olvidar el importante ballet Danés.
De este modo, si Jean Georges Noverre, en 1786, hermanado
con Gluck en la modernización de la ópera y el ballet, estrenó
el inicial Don Quichotte, y revolucionaba el acartonado espectáculo
del baile con su libro Cartas sobre la danza, una larga lista de
nombres como Perrot, Didelot, Salvatore y Paolo Taglioni, entre otros,
que incluyen a Petipa, Balanchine, Nureyev y cientos más, realizaron
versiones sobre Don Quijote, respetando siempre la estructura central
de la obra, que finalmente nadie puede asegurar cómo era en realidad,
pues sólo se han basado en ciertos apuntes y el conocimiento de
mano a mano.
Hoy, El lago de los cisnes, suprema obra maestra
de ballet, debida al francés Petipa y al ruso Lev Ivanov, en la
versión del Ballet Kirov, nos permitirá admirar todo este
sabor de añeja y pulida perfección sobre una historia de
amor y maldad, donde la sublimación del dominio del cuerpo dará
forma a nuestras más profundas quimeras sobre la belleza y la forma
en el tiempo y el espacio. El lago de los cisnes, del antiguo Ballet
Imperial del teatro Mariinsky, que en 1935 cambió su nombre por
el del héroe soviético de la Segunda Guerra Mundial, el coronel
Kirov, es una de las más diamantinas versiones del estilo y procedimiento
narrativo y de pas D'actión .
La obra El lago de los cisnes, primero en la célebre
triada de Piotr Illich Tchaikovsky, y que fracasara en su primera versión
coreográfica de Juluis Reisinger, en 1877, trivial y sin la fuerza
dramática característica de Petipa sobre la antigua leyenda,
obtiene un éxito sin precedentes en su versión definitiva
de 1895, una versión que hoy, 11 y mañana 12 de mayo, a las
13 y 20 horas, en la concepción del actual Ballet Kirov, usted podrá
apreciar sin duda alguna como un verdadero bocatto di cardinale.