Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 11 de mayo de 2002
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Espectáculos
RUTA SONORA

Patricia Peñaloza

Andrew WK

TRES GUITARRAS Y un bajo reventando los amplis. En cuasi-unísono, una bataca al mero un dos, un dos, un dos. Velocidad trepidante, volumen insoportable. Mas esto que podría ser virtud se convierte en pesadilla, pues hay cero matices. Seudometal machacón, metal de a varo, y sobre ese ruido infernal un dulce y tierno cerdo: Andrew Wilkes-Krier (WK), vociferando de manera indirectamente proporcional a su grandota corporeidad, es decir... sin la potencia vocal que en su disco emana. Pero ello no obsta para que el lleno del Hard Rock Live brinque y ovacione, el martes por la noche, al muchachote de Michigan, mientras éste manotea y da de puñetazos al aire acondicionado, zafándose casi los brazos, creando cruces en falso, dando patadas voladoras... Hagan de cuenta, un grandulón haciendo berrinche.

ANDREW APARECE TEMPRANO, todos gritan. Sólo ha grabado un disco, I get wet (Me mojé), así que esto no durará mucho. El compositor estadunidense, quien tuvo buena recepción en 2001 en el Reino Unido, mientras en su país le fue censurada la portada de su álbum (se ve a él mismo sangrando de la nariz) comienza con It's time to party (Es hora de reventarse), y la banda asistente hace lo propio. La rola no suena tan mal, acaso y porque es la primera o porque no es tan mala.

EL EX BATERISTA de la banda metalera Obituary, Donald Tardy, parece desmerecer, mientras uno de los guitarristas, Sergeant Frank, con sus dengues gritones, la hará de "animador" todo el toquín. Vienen las rolas favoritas del cantante, según dijo en entrevista con esta reportera: Take it off y Ready to die. La primera "habla de todo lo que vino a mi mente, no tiene mensaje; me gustó cómo sonaban las palabras al salir de mi boca. Y como habla de todo, habla del universo y todo lo que hay en el espacio. La segunda dice que debes hacer lo que te interesa, antes de morir, para que cuando llegue ese momento no te lamentes: oh, ¿por qué no hice esto o aquello?"

ANDREW SE DIRIGE al público chilango para decir en inglés que ha aprendido algunas palabras en español: "¡Langosta! ¡pájaro!", para rematar con un efusivo "¡¡chidooo!!", que repetirá varias veces con el puño en alto mientras la gente lo secunda, divertida. Se prenden más los asistentes con dos de los fabricados hits: She is beautiful y NYC (New York City), cuya letra es lambisconamente modificada: en vez de I love New York City..., cantaron: "I love Mexico City, I love Mexico City". La gente lo consiente.

EL GREÑUDO Y de pelo ceboso, Andrew, lleva puesto su disfraz de chico rudo: una camiseta tipo Rinbros y un pantalón más que marrano (cuentan que cuando bajó del avión venía muy limpio, pero nomás empezaron sus actividades "públicas", se fue a poner su ropa puerca). Andrew sigue manoteando, extenuando cada músculo, gritando a nivel regular, apoyado por los coros de sus músicos. Avienta agua, se pone el micrófono cerca de la bragueta, para usar como instrumento sus brazos. Ha dicho: "Todo lo que hagas dando tu mayor esfuerzo te llevará a mojarte (to get wet), ya sea con sudor, sangre, orina, semen, o con el líquido lubricante en las chavas..." De pronto, no se sabe si su exaltación prende o desconcierta/incomoda, por sobrada. Su "furia" parece artificial, pero no es conciente de ello: se la cree cual perfecto estadunidense alienado, cual gringo medio que tiende a confundir lo grandote con lo grandioso.

Agresividad melodiosa


SU MUSICA, DE inspiración metalera, sigue sonando estrepitosa, grotesca, con un mínimo de musicalidad, cual si un golpeteo de construcción taladrara los oídos. ¿Qué así debe sonar el metal? Neeeeel. Sus rolas suenan agresivas, lo que contrasta con sus intentos de melodía vocal, muy fresi-pop, y con los choros que tira: "Canto sobre la libertad de hacer lo que quieras hacer: quiero brindar mi música, pues ésta es más grande que yo, ya no es mía sino de quienes la oyen... Me considero alguien fuerte, que lucha por lo que quiere... Trato de alcanzar la verdad, es decir, lo que te da fuerza interior, para reflejarla en la música; la verdad no es lo que yo pienso, sino eso que no puedes negar, que está frente a ti... Primero tienes que buscar tu felicidad para transmitir a los otros tu pasión mediante algo muy emocionante, hacerlos felices". Mientras habla, su mirada es tranquila, sonríe sentimental. Nada que ver cuando sale a escena, donde se ve furioso, frenético. Su pretensión "espiritual" y su rollo tipo "únete a los optimistas" parece quedarle guango a lo que provoca su música: dolor de cabeza.

ANDREW WK Y sus músicos más bien reflejan los clichés del glam-rock ochentero: volumen, fuerza, ademanes desenfrenados, pero sin ironía; se lo toman muy en serio. Agregó en la citada charla: "Yo no grito para ser escuchado, sino porque gritar se siente bien; no grito para que me volteen a ver, sino porque suena mejor así que susurrado... Además soy joven y como tal me atrae expresarme de ese modo".

VIENEN YOUR RULES y Gotta do it. El guitarra/animador dice en espanglish: "Eh, Mexico, your fuckin' madre!!" y todos celebran. Un secre aparece con un pastel y dice que es cumpleaños de Andrew: ¡24 añotes! Instan al público, y éste canta el happy birthday. Andrew corta con su manota el pan merengoso, se embarra la cara, se mete un gran pedazo a la boca con malcriada intención, para escupirlo a la gente. ¡Es muy malo!

CANTA WE WANT fun (Queremos diversión), y varían un poco los motivos armónicos. Mas no dura mucho el gusto porque con I get wet una tiene la impresión de que van en la misma rola desde que empezaron. Sus tres acordes no se acercan a los Ramones, sino a Twisted Sister o a Quiet Riot en sus peores momentos. A eso dijo WK: "No trato de ir al pasado ni de hacer algo retro. Es como cuando entras a la biblioteca, tomas un libro al azar y descubres que te gusta, y sin tener referencias de él, de dónde viene o a qué se parece; yo invito a todos a que escuchen lo que quiero decirles, tal como viene".

TOCAN FUN NIGHT y la choteada Party hard, cuyo motivo central suena a We built this city de los fresi-ochenteros de Starship. Hacen encore con Don't stop living in the red. El muchachote se avienta al público y regresa con la camiseta rota; celebra su "victoria" y se va. Una hora pasadita; son apenas las 22 horas y uno agradece lo corto del concierto. Uno no comprende por qué le endilgan al respetable escuchar productos que se presumen maravillas, cuando no aportan nada. Uno sale... y a los cinco minutos lo olvida todo. ¿Dónde la felicidad prometida?

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