Luis González Souza
Diplomacia "pistolera"
Grave, muy grave, es la principal noticia de nuestro periódico,
ayer: "Fox: opositores a EU atacan mi política exterior". Pero qué
bueno que alguien se atrevió a publicarlo tal cual es. Y si es así,
entonces hay que entender que estamos frente a una de las peores involuciones
-retroceso suicida- en la historia de México. Involución,
por cierto, iniciada por lo menos dos décadas atrás, cuando
el priísmo abrió las puertas al neoliberalismo en nuestro
país.
En esas fechas pasamos, en el escenario internacional,
de un México combativo, promotor de las mejores causas de
la humanidad, primero a un México apagado, silencioso, y
luego a un México esquirol, sobre todo en materia de deuda
externa (Consenso de Cartagena, préstamo a Argentina para evitar
su moratoria, etcétera). Con la firma del TLC a finales de 1993,
la involución agarró hasta vuelo jurídico e institucional.
Como en su momento escribimos (México en la estrategia de EU,
Siglo
XXI, y Soberanía herida, Nuestro Tiempo), lo que entonces
se institucionalizó fue una desigual y abusiva distribución
de funciones entre nuestro país y la potencia vecina. La escribimos
así: EU-vanguardia tecnológica frente a un México-maquilador,
y
como correlato político, EU-amo y México-peón.
Algo peor era difícil de imaginar, pero nos equivocamos.
Y es que a la arrogancia del gobierno foxista se suma una gran capacidad
de producir sorpresas. Sorpresas te da la vida, es un libro que
escribió el canciller foxista. Hasta ahora entendemos el entrelineado:
"Y si no ocurre así, la nueva diplomacia sí garantizará
las sorpresas (obvio, si queda bajo mi mando)". Volviendo a la involución
comentada, en menos de dos años, esa diplomacia tan nueva como grotesca
ya nos regaló un par de grandes sorpresas. Primero, con el "apoyo
incondicional y absoluto" a la nueva guerra de EU, del México-"puente"
proclamado
por Salinas y Bush Sr., pasamos a un México-tapete,
o en
el mejor de los casos, un México-soldado raso. Luego, y por
si fuera poco, pasamos a un México-pistolero. Vale la pena
aclarar el matiz: malo es dejarse pisotear, peor aún es disponerse
a hacerle al amo el trabajo más sucio: denunciar, perseguir, acorralar
y hasta matar a los incómodos. Y es precisamente esto, ¡y
contra el propio pueblo mexicano!, lo que Fox hizo anteayer ante sus amigos
del Council of the Americas en Nueva York. No contento con sepultar
los restos de lo que una vez fue una política exterior digna y progresista,
ahora el sedicente conductor del país pasó a señalar
a la ciudadanía digna y nacionalista de nuestro país como
la culpable y el estorbo contra una buena relación con Estados Unidos.
Autoexhoneración ante el amo, descarga de culpas
y amarre de navajas entre dicha ciudadanía y el gobierno de Bush
II, e inclusive, orden de disparo contra aquella. Eso, y no otra cosa,
es lo que se desprende de las pocas frases que La Jornada de ayer
pudo presentar como literales (entrecomilladas) del discurso de Fox en
Nueva York: 1) la política exterior foxiana "está bajo el
ataque de aquellos que rechazan los lazos con Estados Unidos". Aparte de
chillón, mentiroso, porque nadie, o pocos, están contra esos
lazos; muchos sí, en cambio, luchamos y no cejaremos por lazos tan
fructíferos como dignos. 2) Dicha oposición "afecta inevitablemente
nuestra capacidad de desempeñar un papel más constructivo
en todo el hemisferio". Otra vez doblemente falso: tal capacidad más
bien depende de factores como el apoyo y el consenso ligado a posiciones
dignas, en ausencia de las cuales -como hoy ocurre- el "papel" del gobierno
es más bien destructivo. 3) Y lo que más se asemeja a una
orden de ejecución, "el no asumir ese papel (por culpa de los nacionalistas)
podrían contribuir a una pérdida de control en nuestro hemisferio".
Eso sí, pistoleros agudos, porque saben tocar las fibras más
sensibles del Estados Unidos-matón: ¡pérdida de control!
Y para colmo, ¡en nuestro -¿"nuestro", kimosabi?- hemisferio!
Resulta, pues, que el dizque nuevo gobierno mexicano ahora
está dispuesto a guerrear o pistolear no sólo contra los
enemigos extremos de Estados Unidos, sino también, con los estorbos
mexicanos. Está dispuesto no sólo a consolidar la dupla México-peón
y EU-amo, sino acabar (o al menos denunciar) a toda suerte de disidencias.
No hace mucho, el propio canciller Castañeda reconocía
y hasta escribía sobre "los límites de la amistad" entre
México y EU. Ahora él es el primero en impulsar una "amistad"
-en rigor, servidumbre- sin límite alguno. Y para colmo de soberbia
autoritaria, una servidumbre sin crítico ni estorbos de cualquier
tipo. Servidumbre sin límites (ni críticos), podría
ser un bonito título para el siguiente libro. Así de bajo
hemos caído, y cualquier solución pasa por reconocerlo.
Sólo dos preguntas finales; 1) ¿Podremos
evitar que la pistolización de la diplomacia desemboque en la pistolización
de todo México, fujimorazos incluidos? Y 2) ¿El inicio,
digamos, interno de dicha pistolización fue el silencioso pero dictatorial
descabezamiento de la directiva de la Asociación del Servicio Exterior
Mexicano (ASEM)?