Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 11 de mayo de 2002
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Política
REPORTAJE

Entre tanto norteado, los campesinos miran al Sur

La invención de Mesoamérica

En Tapachula se discutió la creciente pérdida de soberanía alimentaria de nuestros países, que deriva en hambrunas recurrentes, y la irremisible merma de soberanía laboral, que se expresa en migraciones incontrolables. Fenómenos perversos cuyas raíces están en la guerra comercial emprendida por Estados Unidos y la Unión Europea, que al proteger y subsidiar sus agriculturas, mientras a nosotros nos imponen apertura comercial, arrasan cultivos alimentarios, arruinan campesinos y ponen de rodillas a las naciones incapaces de emplear a su población y de producir su propia comida

ARMANDO BARTRA

Entre mueras al Plan Puebla-Panamá (PPP) y los consabidos ¡Zaaapata vive!... ¡la luuucha sigue!, se coló un tímido ¡Viva Mesoamérica!, y luego, más fuerte, ¡Vivan los campesinos de Mesoamérica!... ¡Que vivan!

Así, bajo el sol canicular de Tapachula, los 2 mil calcinados participantes en la marcha que culminó el Encuentro Campesino Mesoamericano, inauguraban una nueva y promisoria identidad. Ya antes los vivas a Augusto César Sandino y a Farabundo Martí, impulsados por nicaragüenses y salvadoreños, habían ampliado el santoral cívico de la mayoría mexicana. Sin embargo, el nuevo concepto geopolítico no entraba fácilmente: ¡Viva México!, bien, ¡Viva Guatemala!, claro, ¡Viva Honduras!, también... pero, ¿Viva Mesoamérica?

Durante tres días, del 3 al 5 de mayo, 270 delegados de casi 60 organizaciones de Panamá, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Belice y México, que representan a cientos de miles de trabajadores rurales y de pequeños y medianos productores agropecuarios, debatieron el presente y futuro de los campesinos de la región. Como siempre criticaron las políticas agrícolas excluyentes, los tratados comerciales inicuos y por sobre todo al PPP, síntesis y emblema de la nueva colonización. Pero, como bien dijo un joven zapoteco representante de la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo: "Ya es hora de pasar de la protesta a la propuesta", y efectivamente, el centro de la reunión fueron las opciones. Alternativas desde abajo para resistir la guerra anticampesina desatada en todo el mundo por el gran dinero. Y en esta reflexión colectiva se fue mostrando la comunidad Mesoamericana; una identidad multinacional hecha de geografía, de historia, de cultura, de economía, pero también de carencias, sufrimientos y experiencias compartidos.

No sólo la Mara Salvatrucha prospera en Tapachula

Mesoamérica como espacio viable de una convergencia construida desde los pueblos, fue de arranque la apuesta de los promotores del encuentro. La representación de los países istmeños quedó a la postre en manos de la Asociación de Organizaciones Campesinas Centroamericanas para la Cooperación y el Desarrollo, fundadora de la red mundial La Vía Campesina, miembro de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), y que en la región enlaza a la Asociación de Pequeños y Medianos Productores de Panamá; a la Mesa Nacional Campesina de Costa Rica; a la Unión Nacional de Productores Asociados y la Asociación de Trabajadores del Campo, de Nicaragua; al Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras; a la Alianza Democrática Campesina, de El Salvador; a la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina, de Guatemala, y a la Belice Association of Producers Organization. Por el lado mexicano los anfitriones fueron la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos y la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, también integrantes de la CLOC, y particularmente las organizaciones regionales de Chiapas, que agrupadas en coordinadoras plurales asumieron la logística con eficacia y entusiasmo. Pero además de los convocantes estaban ahí representantes de redes sectoriales, como la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras, que agrupa a decenas de miles de huerteros de toda la República, y de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, que enlaza a productores de maíz, sorgo, soya y otros granos básicos, de diversos estados. Había, también, delegados de agrupamientos locales destacados por su lucha, como la organización Emiliano Zapata Vive, de Tepeaca, Puebla, que resiste las amenazas expropiadoras del Proyecto Milenium. Fuerte y visible era la presencia indígena, tanto de Chiapas y Oaxaca, como de Guatemala, y aunque menos numerosa resultó brillante la participación de campesinas, como las tzotziles de la Asociación Mexicana de Mujeres Organizadas en Red.

Ahí estaban todos. Es un decir, claro; sin duda muchos no pudieron ir. Pero cualitativamente se encontraban representados los principales sectores el campesinado mexicano y una muestra muy significativa de la franja autónoma y democrática de sus organizaciones, desde las centrales nacionales hasta los agrupamientos locales, pasando por las redes sectoriales. En cuanto a Centroamérica, a la postre la delegación resultó numéricamente modesta, pero portavoz de una vertiente muy relevante de las organizaciones rurales de la región. Y aunque lo repudian unánimemente, no llegaron a Tapachula convocados por el fantoche del PPP, sino porque a los campesinos el fuego les está llegando a los aparejos y sólo sumando fuerzas podrán impulsar un desarrollo mesoamericano alternativo, o cuando menos un programa de salvación regional que contrarreste la ruina rural, las hambrunas y el éxodo.

Una protesta con propuesta

A diferencia de los gobernantes y funcionarios de organismos multilaterales, cuando se juntan los trabajadores hablan de puras cosas importantes. En Tapachula se discutió, por ejemplo, la creciente pérdida de soberanía alimentaria de nuestros países, que deriva en hambrunas recurrentes y la irremisible merma de soberanía laboral, que se expresa en migraciones incontrolables. Fenómenos perversos cuyas raíces están en la guerra comercial emprendida por Estados Unidos y la Unión Europea, que al proteger y subsidiar sus agriculturas, mientras a nosotros nos imponen apertura comercial, arrasan cultivos alimentarios, arruinan campesinos y ponen de rodillas a las naciones incapaces emplear a su población y de producir su propia comida.

Se habló, también, de los ínfimos precios de las materias primas de origen agropecuario y de los alimentos de exportación, debidos a la sobreproducción inducida, a la especulación -cuando cotizan en bolsa- y sobre todo a una intermediación monopólica y rapaz, por la que al cafeticultor, por ejemplo, le llegan menos de siete centavos de cada peso que los consumidores gastan en café.

De una reforma agraria que no ha llegado a países como Guatemala y se revierte en los que sí la hubo, como México o Nicaragua, se dijo que hay que extenderla del reparto de parcelas, al manejo y preservación de los recursos naturales y la biodiversidad por las comunidades campesinas e indígenas, y al reconocimiento de los territorios de los pueblos originarios.

Y englobándolo todo, se insistió en la necesidad de luchar por las libertades políticas: por auténtica democracia participativa, por los derechos autonómicos de los pueblos indios y por las reivindicaciones de género de la mujer campesina, incluyendo sus derechos agrarios.

Hacia un Plan de Ayala para el tercer milenio

Intenso intercambio de experiencias y más coincidencias que discrepancias, vencieron la lógica desconfianza inicial y forjaron un acuerdo básico: hacer de la reunión de Tapachula el arranque de una convergencia permanente de los trabajadores rurales de la región, cuyo siguiente paso será la realización del Segundo Encuentro Campesino Mesoamericano, el 14 y 15 de julio de 2002 en Managua, Nicaragua, aprovechando que del 16 al 18 se realizará el tercer Foro Mesoamericano Frente al Plan Puebla-Panamá Globalicemos la Solidaridad. Y no se trata de reunirse por reunirse, sino de trabajar una plataforma común para las organizaciones campesinas de la región. Por lo pronto, en los debates de Tapachula ya surgieron consensos fundamentales:

-La tierra, el agua, los bosques, la biodiversidad toda, así como los saberes agrícolas, la medicina tradicional y la cultura indígena, no son mercancías sino bienes colectivos patrimonio de la humanidad. Por tanto, hay que sacar la agricultura de la Organización Mundial de Comercio, impedir que entre al ALCA -si no podemos evitar que este se firme- y, para el caso de México, revisar los capítulos agrícolas del TLCAN.

-La privatización y saqueo de los recursos naturales, la biodiversidad y la pluralidad cultural, así como la imposición de modelos tecnológicos excluyentes y agresivos con el medio ambiente, conducen a una catástrofe social y ecológica de proporciones planetarias. Frente a la lógica depredadora del capital reivindicamos una agricultura campesina sustentable, es decir, económicamente viable, socialmente justa y ambientalmente sana.

-Los países pobres debemos recuperar soberanía alimentaria, produciendo en lo fundamental nuestra propia comida. De otra manera nunca tendremos verdadera seguridad alimentaria, seguiremos padeciendo hambrunas periódicas y perderemos soberanía en general, pues los alimentos son armas en manos del imperio.

-Sin una fuerte agricultura campesina productora de alimentos y materias primas y generadora de empleo e ingreso dignos, nuestros países seguirán expulsando masivamente a su población, dependiendo cada vez más de la diáspora y sus "remesas" y perdiendo en definitiva su soberanía laboral.

-Hacen falta, entonces, políticas públicas comprometidas con la agricultura y en particular de fomento a la pequeña y mediana producción campesina, con vistas a integrar cultivo, transformación y consumo, con énfasis en los mercados locales y nacionales, y no sólo, como ahora, en la exportación.

-Mesoamérica -esto es México, Centroamérica y El Caribe- requiere de una gran convergencia desde los pueblos, que impulse su integración económica, social, política y cultural. Una articulación democrática y desde abajo que ponga por delante los intereses de los trabajadores y frene programas neocoloniales como el PPP.

¿El Big Brother?

Esto último es un gran desafío para nosotros. Entre el río Bravo, donde según los gabachos empieza Sudamérica, y el Suchiate, donde según los chapines empieza Centroamérica, México es tierra incógnita. Para los anglófilos gobernantes de los sexenios recientes no hay duda: estamos llamados a ser la avanzada del imperio. "La ubicación geoestratégica que nuestro país ocupa... nos permitirá desarrollar acciones importantes como país puente", escribió Jorge Castañeda (El nuevo rumbo de la diplomacia, Enfoque, 23 septiembre de 2001). Y es que el secretario de Relaciones Exteriores cree firmemente (strongly belive), que lo mejor para México es pegarse a la chichi del yanqui. Pero como "no se puede mamar y dar de topes" (Castañeda en entrevista, 17 de septiembre de 2001), nuestro ilustre canciller no duda en asumir el papel de tonto. Y como el indio del Llanero Solitario, se apunta como solícito chalán de Bush el pequeño. Pero si algunos aspiran a cancerberos del yanqui, al resto no nos gusta el papel de Big Brother prepotente y preferimos jugárnosla con Mesoamérica. Cuando menos esta es la opción de los campesinos mexicanos presentes en el encuentro de Tapachula. Labradores que provenían del sur y centro de la República, pero también del norte, como los delegados del Frente Popular de Zacatecas. Y es que México es uno, y si le apostamos al Sur tendremos que admitir que todos, todos, somos mesoamericanos.

¡PPPrrrt! (Un programa desinflado)

Este promisorio encuentro fue inducido, cuando menos en parte, por un ominoso proyecto foxista que concitó la repulsa general. Pero mientras los PPPfóbicos se multiplican, el programa entró en hibernación. Puesto en stand by por la recesión económica mundial y el cambio de prioridades derivado de la primera guerra del milenio, el PPP está congelado. Es verdad que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) negoció una línea de crédito de 4 mil millones de dólares, pero en condiciones de no crecimiento económico es dudoso que los gobiernos los utilicen plenamente. Y en cuanto a los recursos fiscales propios, la caída de ingresos tributarios dificulta cubrir el gasto corriente y los previos compromisos de inversión, cuantimás las grandes erogaciones que demanda Mesoamérica. Así lo reconoció el 9 de marzo en Fortaleza, Brasil, el coordinador de la Unidad de Apoyo del BID: "Las acciones del PPP serán limitadas, por que la inversión con que se financia proviene de recursos fiscales que son pocos o de préstamos, que no son fáciles de conseguir". De hecho lo más importante son los 5 mil 350 millones de pesos de recursos propios que México destinará al corredor carretero del Golfo, pues de los 4 mil millones de dólares disponibles, nuestro gobierno solicitó a crédito la inaudita cantidad de... 20 millones. En cuanto a la pretendida interconexión energética Centroamericana, puede resultar un nuevo descalabro político del presidente Fox, pues se pretende "impulsar la promulgación de una ley regional de concesiones que permita a los inversionistas financiar proyectos de infraestructura, sin obstáculos legales", lo que presumiblemente violaría una vez más nuestra Constitución. Finalmente, en lo tocante a la inversión privada, que presuntamente debía inundar el sureste atraída por su ubicación, recursos y mano de obra barata, así como por la infraestructura, desregulación y exenciones fiscales, más que llegar con alborozo se retira atropelladamente. Y es que al retroceso de la producción mundial se agregó más recientemente el del consumo, y la industria maquiladora, centrada en confección, electrónica y autopartes, está despidiendo personal o cerrando plantas.

Paradójicamente, cuando los críticos más acérrimos denostábamos al PPP porque nos iba a traer una invasión de maquiladoras, megadesarrollos turísticos y plantaciones agroexportadoras, amén de creciente exclusión social y mayor migración, resultó que el más angustioso problema mesoamericano del momento es que las maquiladoras están cerrando, que el empleo en turismo disminuye, que las fincas cafetaleras, bananeras y otras contratan menos cosechadores. Y en el extremo: si hasta hace unos meses era preocupante que los jóvenes emprendedores desertaran de sus comunidades para buscar fortuna en el gabacho, hoy lo alarmante es que se reducen las remesas de dólares y algunos migrados están regresando.

Resulta que cuando alertábamos contra una nueva oleada de colonización salvaje, que presuntamente ocuparía los espacios aún vacantes del sureste, estamos enfrentando lo contrario, el reflujo de capitales y la recesión. Y sucede que aun peor que tener un empleo negrero en la maquiladora es perderlo; peor que derrengarse picando café para los finqueros de Soconusco es que este año no hayan contratado a 30 mil cosechadores guatemaltecos sino a 30 mil, y el resto se haya quedado pasando hambres en su tierra; peor que la familia desgarrada porque el padre se fue de mojado es la familia en crisis porque el padre regresó con el rabo entre las piernas.

Naturalmente esto no quiere decir que de ahora en adelante vamos a clamar por más maquiladoras, más plantaciones negreras, más migración... , pero tampoco por menos. No queremos que llegue lo que nos anuncia el PPP, pero tampoco podemos conformarnos con que no llegue, o con que se vaya lo que ya llegó. Lo que en verdad hace falta es abrirle paso a otra cosa; un cambio de vía, un desarrollo alternativo.

Al sureste mexicano y a Centroamérica les urge una reactivación agrícola, que no sea la del monocultivo privado y de plantación sino de talante campesino; una agricultura sustentable, justiciera y empleadora que aproveche ventajas comparativas para exportar pero también abastezca de básicos al mercado interno. A Mesoamérica le hace mucha falta la industrialización, pero no en plantas ensambladoras contaminantes, negreras y golondrinas, sino integrada en cadenas productivas. A la cintura del continente ya le anda por aprovechar sus recursos naturales y privilegios biológicos, pero no depredándolos y privatizándolos, sino en abono de sus comunidades y garantizando su preservación.

Hay ausencias que triunfan...

Y en el diseño de los aspectos agrarios de esta vía alterna, la reunión de Tapachula avanzó significativamente. En el encuentro los campesinos emprendieron la reinvención de Mesoamérica. De una Mesoamérica profunda: indígena, afrocaribeña y mestiza, donde como nunca antes priven convivencia y solidaridad. Y lo hicieron por sí mismos. A diferencia de los foros mesoamericanos de alternativa al PPP, el Foro Social Mundial de Porto Alegre o la reunión de Monterrey para la financiación del desarrollo, en este encuentro los mayores protagonistas no fueron las ONG sino las OSB, las organizaciones sociales de base.

Si hay ausencias que triunfan, en Tapachula la nuestra triunfó. El Encuentro Mesoamericano fue una reunión convocada, operada y animada casi exclusivamente por organizaciones campesinas, en la que los rústicos definieron la agenda, sostuvieron los debates y tejieron los acuerdos. En tiempos de "sociedad civil" y cuando los grupos profesionales y sus expertos pretenden hablar en nombre de todos, es alentador un foro en el que las organizaciones de base sean la sartén y tengan el mango.

Resumiendo: entre tanto norteado, los campesinos miran al Sur.

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