REPORTAJE
Entre tanto norteado, los campesinos miran al Sur
La invención de Mesoamérica
En Tapachula se discutió la creciente pérdida
de soberanía alimentaria de nuestros países, que deriva en
hambrunas recurrentes, y la irremisible merma de soberanía laboral,
que se expresa en migraciones incontrolables. Fenómenos perversos
cuyas raíces están en la guerra comercial emprendida por
Estados Unidos y la Unión Europea, que al proteger y subsidiar sus
agriculturas, mientras a nosotros nos imponen apertura comercial, arrasan
cultivos alimentarios, arruinan campesinos y ponen de rodillas a las naciones
incapaces de emplear a su población y de producir su propia comida
ARMANDO BARTRA
Entre mueras al Plan Puebla-Panamá (PPP) y los
consabidos ¡Zaaapata vive!... ¡la luuucha sigue!, se coló
un tímido ¡Viva Mesoamérica!, y luego, más fuerte,
¡Vivan los campesinos de Mesoamérica!... ¡Que vivan!
Así, bajo el sol canicular de Tapachula, los 2
mil calcinados participantes en la marcha que culminó el Encuentro
Campesino Mesoamericano, inauguraban una nueva y promisoria identidad.
Ya antes los vivas a Augusto César Sandino y a Farabundo Martí,
impulsados por nicaragüenses y salvadoreños, habían
ampliado el santoral cívico de la mayoría mexicana. Sin embargo,
el nuevo concepto geopolítico no entraba fácilmente: ¡Viva
México!, bien, ¡Viva Guatemala!, claro, ¡Viva Honduras!,
también... pero, ¿Viva Mesoamérica?
Durante tres días, del 3 al 5 de mayo, 270 delegados
de casi 60 organizaciones de Panamá, Costa Rica, El Salvador, Honduras,
Nicaragua, Guatemala, Belice y México, que representan a cientos
de miles de trabajadores rurales y de pequeños y medianos productores
agropecuarios, debatieron el presente y futuro de los campesinos de la
región. Como siempre criticaron las políticas agrícolas
excluyentes, los tratados comerciales inicuos y por sobre todo al PPP,
síntesis y emblema de la nueva colonización. Pero, como bien
dijo un joven zapoteco representante de la Unión de Comunidades
Indígenas de la Región del Istmo: "Ya es hora de pasar de
la protesta a la propuesta", y efectivamente, el centro de la reunión
fueron las opciones. Alternativas desde abajo para resistir la guerra anticampesina
desatada en todo el mundo por el gran dinero. Y en esta reflexión
colectiva se fue mostrando la comunidad Mesoamericana; una identidad multinacional
hecha de geografía, de historia, de cultura, de economía,
pero también de carencias, sufrimientos y experiencias compartidos.
No sólo la Mara Salvatrucha prospera
en Tapachula
Mesoamérica
como espacio viable de una convergencia construida desde los pueblos, fue
de arranque la apuesta de los promotores del encuentro. La representación
de los países istmeños quedó a la postre en manos
de la Asociación de Organizaciones Campesinas Centroamericanas para
la Cooperación y el Desarrollo, fundadora de la red mundial La Vía
Campesina, miembro de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones
del Campo (CLOC), y que en la región enlaza a la Asociación
de Pequeños y Medianos Productores de Panamá; a la Mesa Nacional
Campesina de Costa Rica; a la Unión Nacional de Productores Asociados
y la Asociación de Trabajadores del Campo, de Nicaragua; al Consejo
Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras; a la Alianza Democrática
Campesina, de El Salvador; a la Coordinadora Nacional Indígena y
Campesina, de Guatemala, y a la Belice Association of Producers Organization.
Por el lado mexicano los anfitriones fueron la Coordinadora Nacional Plan
de Ayala, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos
y la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas,
también integrantes de la CLOC, y particularmente las organizaciones
regionales de Chiapas, que agrupadas en coordinadoras plurales asumieron
la logística con eficacia y entusiasmo. Pero además de los
convocantes estaban ahí representantes de redes sectoriales, como
la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras, que agrupa a decenas
de miles de huerteros de toda la República, y de la Asociación
Nacional de Empresas Comercializadoras, que enlaza a productores de maíz,
sorgo, soya y otros granos básicos, de diversos estados. Había,
también, delegados de agrupamientos locales destacados por su lucha,
como la organización Emiliano Zapata Vive, de Tepeaca, Puebla, que
resiste las amenazas expropiadoras del Proyecto Milenium. Fuerte y visible
era la presencia indígena, tanto de Chiapas y Oaxaca, como de Guatemala,
y aunque menos numerosa resultó brillante la participación
de campesinas, como las tzotziles de la Asociación Mexicana de Mujeres
Organizadas en Red.
Ahí estaban todos. Es un decir, claro; sin duda
muchos no pudieron ir. Pero cualitativamente se encontraban representados
los principales sectores el campesinado mexicano y una muestra muy significativa
de la franja autónoma y democrática de sus organizaciones,
desde las centrales nacionales hasta los agrupamientos locales, pasando
por las redes sectoriales. En cuanto a Centroamérica, a la postre
la delegación resultó numéricamente modesta, pero
portavoz de una vertiente muy relevante de las organizaciones rurales de
la región. Y aunque lo repudian unánimemente, no llegaron
a Tapachula convocados por el fantoche del PPP, sino porque a los campesinos
el fuego les está llegando a los aparejos y sólo sumando
fuerzas podrán impulsar un desarrollo mesoamericano alternativo,
o cuando menos un programa de salvación regional que contrarreste
la ruina rural, las hambrunas y el éxodo.
Una protesta con propuesta
A diferencia de los gobernantes y funcionarios de organismos
multilaterales, cuando se juntan los trabajadores hablan de puras cosas
importantes. En Tapachula se discutió, por ejemplo, la creciente
pérdida de soberanía alimentaria de nuestros países,
que deriva en hambrunas recurrentes y la irremisible merma de soberanía
laboral, que se expresa en migraciones incontrolables. Fenómenos
perversos cuyas raíces están en la guerra comercial emprendida
por Estados Unidos y la Unión Europea, que al proteger y subsidiar
sus agriculturas, mientras a nosotros nos imponen apertura comercial, arrasan
cultivos alimentarios, arruinan campesinos y ponen de rodillas a las naciones
incapaces emplear a su población y de producir su propia comida.
Se habló, también, de los ínfimos
precios de las materias primas de origen agropecuario y de los alimentos
de exportación, debidos a la sobreproducción inducida, a
la especulación -cuando cotizan en bolsa- y sobre todo a una intermediación
monopólica y rapaz, por la que al cafeticultor, por ejemplo, le
llegan menos de siete centavos de cada peso que los consumidores gastan
en café.
De una reforma agraria que no ha llegado a países
como Guatemala y se revierte en los que sí la hubo, como México
o Nicaragua, se dijo que hay que extenderla del reparto de parcelas, al
manejo y preservación de los recursos naturales y la biodiversidad
por las comunidades campesinas e indígenas, y al reconocimiento
de los territorios de los pueblos originarios.
Y englobándolo todo, se insistió en la necesidad
de luchar por las libertades políticas: por auténtica democracia
participativa, por los derechos autonómicos de los pueblos indios
y por las reivindicaciones de género de la mujer campesina, incluyendo
sus derechos agrarios.
Hacia un Plan de Ayala para el tercer milenio
Intenso intercambio de experiencias y más coincidencias
que discrepancias, vencieron la lógica desconfianza inicial y forjaron
un acuerdo básico: hacer de la reunión de Tapachula el arranque
de una convergencia permanente de los trabajadores rurales de la región,
cuyo siguiente paso será la realización del Segundo Encuentro
Campesino Mesoamericano, el 14 y 15 de julio de 2002 en Managua, Nicaragua,
aprovechando que del 16 al 18 se realizará el tercer Foro Mesoamericano
Frente al Plan Puebla-Panamá Globalicemos la Solidaridad. Y no se
trata de reunirse por reunirse, sino de trabajar una plataforma común
para las organizaciones campesinas de la región. Por lo pronto,
en los debates de Tapachula ya surgieron consensos fundamentales:
-La tierra, el agua, los bosques, la biodiversidad toda,
así como los saberes agrícolas, la medicina tradicional y
la cultura indígena, no son mercancías sino bienes colectivos
patrimonio de la humanidad. Por tanto, hay que sacar la agricultura de
la Organización Mundial de Comercio, impedir que entre al ALCA -si
no podemos evitar que este se firme- y, para el caso de México,
revisar los capítulos agrícolas del TLCAN.
-La privatización y saqueo de los recursos naturales,
la biodiversidad y la pluralidad cultural, así como la imposición
de modelos tecnológicos excluyentes y agresivos con el medio ambiente,
conducen a una catástrofe social y ecológica de proporciones
planetarias. Frente a la lógica depredadora del capital reivindicamos
una agricultura campesina sustentable, es decir, económicamente
viable, socialmente justa y ambientalmente sana.
-Los países pobres debemos recuperar soberanía
alimentaria, produciendo en lo fundamental nuestra propia comida. De otra
manera nunca tendremos verdadera seguridad alimentaria, seguiremos padeciendo
hambrunas periódicas y perderemos soberanía en general, pues
los alimentos son armas en manos del imperio.
-Sin una fuerte agricultura campesina productora de alimentos
y materias primas y generadora de empleo e ingreso dignos, nuestros países
seguirán expulsando masivamente a su población, dependiendo
cada vez más de la diáspora y sus "remesas" y perdiendo en
definitiva su soberanía laboral.
-Hacen falta, entonces, políticas públicas
comprometidas con la agricultura y en particular de fomento a la pequeña
y mediana producción campesina, con vistas a integrar cultivo, transformación
y consumo, con énfasis en los mercados locales y nacionales, y no
sólo, como ahora, en la exportación.
-Mesoamérica -esto es México, Centroamérica
y El Caribe- requiere de una gran convergencia desde los pueblos, que impulse
su integración económica, social, política y cultural.
Una articulación democrática y desde abajo que ponga por
delante los intereses de los trabajadores y frene programas neocoloniales
como el PPP.
¿El Big Brother?
Esto último es un gran desafío para nosotros.
Entre el río Bravo, donde según los gabachos empieza Sudamérica,
y el Suchiate, donde según los chapines empieza Centroamérica,
México es tierra incógnita. Para los anglófilos gobernantes
de los sexenios recientes no hay duda: estamos llamados a ser la avanzada
del imperio. "La ubicación geoestratégica que nuestro país
ocupa... nos permitirá desarrollar acciones importantes como país
puente", escribió Jorge Castañeda (El nuevo rumbo de la diplomacia,
Enfoque, 23 septiembre de 2001). Y es que el secretario de Relaciones
Exteriores cree firmemente (strongly belive), que lo mejor para
México es pegarse a la chichi del yanqui. Pero como "no se puede
mamar y dar de topes" (Castañeda en entrevista, 17 de septiembre
de 2001), nuestro ilustre canciller no duda en asumir el papel de tonto.
Y como el indio del Llanero Solitario, se apunta como solícito chalán
de Bush el pequeño. Pero si algunos aspiran a cancerberos del yanqui,
al resto no nos gusta el papel de Big Brother prepotente y preferimos
jugárnosla con Mesoamérica. Cuando menos esta es la opción
de los campesinos mexicanos presentes en el encuentro de Tapachula. Labradores
que provenían del sur y centro de la República, pero también
del norte, como los delegados del Frente Popular de Zacatecas. Y es que
México es uno, y si le apostamos al Sur tendremos que admitir que
todos, todos, somos mesoamericanos.
¡PPPrrrt! (Un programa desinflado)
Este promisorio encuentro fue inducido, cuando menos en
parte, por un ominoso proyecto foxista que concitó la repulsa general.
Pero mientras los PPPfóbicos se multiplican, el programa
entró en hibernación. Puesto en stand by por la recesión
económica mundial y el cambio de prioridades derivado de la primera
guerra del milenio, el PPP está congelado. Es verdad que el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) negoció una línea de crédito
de 4 mil millones de dólares, pero en condiciones de no crecimiento
económico es dudoso que los gobiernos los utilicen plenamente. Y
en cuanto a los recursos fiscales propios, la caída de ingresos
tributarios dificulta cubrir el gasto corriente y los previos compromisos
de inversión, cuantimás las grandes erogaciones que demanda
Mesoamérica. Así lo reconoció el 9 de marzo en Fortaleza,
Brasil, el coordinador de la Unidad de Apoyo del BID: "Las acciones del
PPP serán limitadas, por que la inversión con que se financia
proviene de recursos fiscales que son pocos o de préstamos, que
no son fáciles de conseguir". De hecho lo más importante
son los 5 mil 350 millones de pesos de recursos propios que México
destinará al corredor carretero del Golfo, pues de los 4 mil millones
de dólares disponibles, nuestro gobierno solicitó a crédito
la inaudita cantidad de... 20 millones. En cuanto a la pretendida interconexión
energética Centroamericana, puede resultar un nuevo descalabro político
del presidente Fox, pues se pretende "impulsar la promulgación de
una ley regional de concesiones que permita a los inversionistas financiar
proyectos de infraestructura, sin obstáculos legales", lo que presumiblemente
violaría una vez más nuestra Constitución. Finalmente,
en lo tocante a la inversión privada, que presuntamente debía
inundar el sureste atraída por su ubicación, recursos y mano
de obra barata, así como por la infraestructura, desregulación
y exenciones fiscales, más que llegar con alborozo se retira atropelladamente.
Y es que al retroceso de la producción mundial se agregó
más recientemente el del consumo, y la industria maquiladora, centrada
en confección, electrónica y autopartes, está despidiendo
personal o cerrando plantas.
Paradójicamente, cuando los críticos más
acérrimos denostábamos al PPP porque nos iba a traer una
invasión de maquiladoras, megadesarrollos turísticos y plantaciones
agroexportadoras, amén de creciente exclusión social y mayor
migración, resultó que el más angustioso problema
mesoamericano del momento es que las maquiladoras están cerrando,
que el empleo en turismo disminuye, que las fincas cafetaleras, bananeras
y otras contratan menos cosechadores. Y en el extremo: si hasta hace unos
meses era preocupante que los jóvenes emprendedores desertaran de
sus comunidades para buscar fortuna en el gabacho, hoy lo alarmante
es que se reducen las remesas de dólares y algunos migrados están
regresando.
Resulta que cuando alertábamos contra una nueva
oleada de colonización salvaje, que presuntamente ocuparía
los espacios aún vacantes del sureste, estamos enfrentando lo contrario,
el reflujo de capitales y la recesión. Y sucede que aun peor que
tener un empleo negrero en la maquiladora es perderlo; peor que derrengarse
picando café para los finqueros de Soconusco es que este año
no hayan contratado a 30 mil cosechadores guatemaltecos sino a 30 mil,
y el resto se haya quedado pasando hambres en su tierra; peor que la familia
desgarrada porque el padre se fue de mojado es la familia en crisis porque
el padre regresó con el rabo entre las piernas.
Naturalmente esto no quiere decir que de ahora en adelante
vamos a clamar por más maquiladoras, más plantaciones negreras,
más migración... , pero tampoco por menos. No queremos que
llegue lo que nos anuncia el PPP, pero tampoco podemos conformarnos con
que no llegue, o con que se vaya lo que ya llegó. Lo que en verdad
hace falta es abrirle paso a otra cosa; un cambio de vía, un desarrollo
alternativo.
Al sureste mexicano y a Centroamérica les urge
una reactivación agrícola, que no sea la del monocultivo
privado y de plantación sino de talante campesino; una agricultura
sustentable, justiciera y empleadora que aproveche ventajas comparativas
para exportar pero también abastezca de básicos al mercado
interno. A Mesoamérica le hace mucha falta la industrialización,
pero no en plantas ensambladoras contaminantes, negreras y golondrinas,
sino integrada en cadenas productivas. A la cintura del continente ya le
anda por aprovechar sus recursos naturales y privilegios biológicos,
pero no depredándolos y privatizándolos, sino en abono de
sus comunidades y garantizando su preservación.
Hay ausencias que triunfan...
Y en el diseño de los aspectos agrarios de esta
vía alterna, la reunión de Tapachula avanzó significativamente.
En el encuentro los campesinos emprendieron la reinvención de Mesoamérica.
De una Mesoamérica profunda: indígena, afrocaribeña
y mestiza, donde como nunca antes priven convivencia y solidaridad. Y lo
hicieron por sí mismos. A diferencia de los foros mesoamericanos
de alternativa al PPP, el Foro Social Mundial de Porto Alegre o la reunión
de Monterrey para la financiación del desarrollo, en este encuentro
los mayores protagonistas no fueron las ONG sino las OSB, las organizaciones
sociales de base.
Si hay ausencias que triunfan, en Tapachula la nuestra
triunfó. El Encuentro Mesoamericano fue una reunión convocada,
operada y animada casi exclusivamente por organizaciones campesinas, en
la que los rústicos definieron la agenda, sostuvieron los debates
y tejieron los acuerdos. En tiempos de "sociedad civil" y cuando los grupos
profesionales y sus expertos pretenden hablar en nombre de todos, es alentador
un foro en el que las organizaciones de base sean la sartén y tengan
el mango.
Resumiendo: entre tanto norteado, los campesinos miran
al Sur.