Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 10 de mayo de 2002
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REPORTAJE

De víctimas a victimarios

Sobre pogromos y holocaustos

De manera planificada, violenta y con total desprecio por la legalidad internacional, Israel ha venido aplicando una política colonialista clásica contra el pueblo palestino.

Como en la Alemania nazi, el expansionismo militar israelí ha recurrido al terrorismo de Estado y a la limpieza étnica en los guetos y campos de refugiados palestinos, donde las fuerzas de ocupación han establecido un régimen de apartheid, caracterizado por la dialéctica del amo y el esclavo

CARLOS FAZIO/ I

No hay que engañarse. La instrumentación de esa economía de guerra basada en la doctrina del "desarrollo separado", que implica una regresión al modelo bantustán que aplicó Sudáfrica en los oscuros días del apartheid, ha contado durante los 34 años de ocupación israelí con el apoyo de Estados Unidos. Como dice Noam Chomsky: Israel "puede actuar dentro de los límites establecidos por el amo en Washington, rara vez más allá de ellos".

El "ciclo de violencia", que alcanza en nuestros días niveles de horror con la matanza de 500 palestinos del campo de refugiados de Jenin, tiene un patrón conocido, pero sólo las víctimas árabes padecen el guión real. Felicia Langer, israelí de origen polaco-judío, galardonada con el premio Nobel de la Paz alternativo en 1990, ha presenciado y descrito todas las formas imaginables de violaciones a los derechos humanos de la población palestina: torturas, deportaciones, penas colectivas, largos toques de queda, detención administrativa sin juicio, expropiaciones, la construcción de asentamientos israelíes en tierras robadas a sus dueños palestinos, homicidios premeditados, malos tratos, humillaciones.

Langer estaba convencida de que Israel había utilizado todas las formas de represión posibles. Pero admite que se equivocó. En un artículo, publicado en noviembre de 2001 en Lolapress, señaló que para sofocar la nueva intifada, las autoridades israelíes impusieron el estado de sitio a más de un millón de personas. "Hemos creado una enorme prisión común, que se subdivide en varias cárceles pequeñas, y seguimos haciéndolo porque el mundo mantiene el silencio sobre esto".

La de Felicia Langer no es una voz aislada. En febrero pasado, 5 mil oficiales y soldados israelíes, entre ellos ocho coroneles de la reserva, se negaron a ser "opresores". "Sabemos que los territorios no son israelíes. Y que, al final, todos los asentamientos tendrán que ser desalojados. En consecuencia, declaramos que no vamos a continuar luchando esta guerra de los asentamientos (...) No vamos a pelear más allá de la Línea Verde (como es llamada la línea divisoria entre Israel y los territorios ocupados) con el propósito de ocupar, deportar, destruir, bloquear, matar, hambrear y humillar a un pueblo entero".

Los autores del manifiesto, los oficiales Yaniv Itzkovich y David Zonsheim, también hablaron de "crímenes de guerra" (ver site www.seruv.org de Internet). El jefe de las fuerzas armadas de Israel, general Shaul Mofaz, calificó el manifiesto como una "incitación a la violencia" y los oficiales fueron sancionados. En este momento, 21 opositores a la guerra continúan en prisión. Otros pacifistas israelíes, entre ellos la viuda de Rabin y el ex diputado Uri Avnery, han condenado la actual ofensiva militar desatada por la derecha israelí, que, sin embargo, ha logrado obtener el consenso de la mayoría de la población. Al comentar la disposición de "matar y morir" de decenas de miles de reservistas, sin preguntarse "ni siquiera por qué", Gideon Levy se refirió en el periódico israelí Haaretz al "comportamiento de la manada". Avnery, a su vez, ha dicho que los palestinos llevan a cabo "una guerra de liberación contra una ocupación extranjera. Somos los ocupantes, ellos son las víctimas".

A propósito de la Shoah

En nombre de un pretendido "derecho a la defensa propia", la actual ofensiva genocida del halcón Sharon (el carnicero de Sabra y Chatila, con un juicio pendiente como criminal de guerra en Bruselas) cuenta con el visto bueno del presidente George W. Bush.

La alianza entre Estados Unidos e Israel fue construida hace tres décadas por el secretario de Estado Henry Kissinger, con apoyo del lobby judío estadunidense de Washington, y está en función de los intereses geopolíticos y geoeconómicos de la Casa Blanca y las compañías trasnacionales de capital estadunidense en Medio Oriente. Desde entonces, el Estado-cliente de Israel es virtualmente una base militar del Pentágono enclavada en el mundo árabe, además de estar integrado a la economía militarizada de tecnología de punta estadunidense.

Israel recibe 3 mil millones de dólares al año de ayuda internacional de Estados Unidos, dos terceras partes de su subvención militar. Noam Chomsky ha señalado que Israel "es, por mucho, el principal centro militar, tecnológico, industrial e incluso financiero" de Estados Unidos en Medio Oriente. Según Chomsky, la anexión de territorios y la construcción de asentamientos israelíes en los territorios árabes ocupados han sido financiadas con dinero de los contribuyentes estadunidenses (El bien común, Siglo XXI Editores, México, 2001).

Encubierta por una campaña de propaganda de tipo maniqueo, reproducida casi sin matices en los medios masivos occidentales, y que recurre a la intoxicación de la opinión pública con mensajes autojustificadores ("Israel está en guerra por la patria y librará una batalla total contra el terrorismo", "Arafat, enemigo del mundo libre", dijo Ariel Sharon el 31 de marzo; "se trata de defender la existencia y supervivencia de Israel y de su pueblo", declaró ese mismo día a la cadena de televisión estadunidense CBS el canciller Shimon Peres), la actual expansión territorial israelí persigue la "solución final" del problema palestino, bajo una coartada hipócrita que pretende monopolizar el término holocausto.

En general, el Holocausto (también llamado en hebreo Jurban o Shoah) remite al asesinato masivo por los nazis de los judíos de Europa continental entre 1940 y 1945. Pero, según el Collins English Dictionary, holocausto significa también "gran destrucción o pérdida de vida o lani–o-palestina fuente de tal destrucción". Una definición parecida aparece en The Compact Oxford English Dictionary, donde holocausto es "... destrucción total, especialmente de un gran número de personas; una gran matanza o masacre (siglo XVII). En el siglo XII la palabra era utilizada entre los judíos como "sacrifico religioso" ("ofrecer un carnero en holocausto") o "la víctima que ha sido enteramente consumida por el fuego" (Le Petit Robert).

Las voces hebreas Jurban y Shoah significan literalmente "destrucción", pero a partir del exterminio nazi, la palabra holocausto fue apropiada con mayúscula para señalar ese episodio histórico, sólo referido a la muerte de los 6 millones de judíos. Pero no a los 5 millones restantes, pertenecientes a otras "razas malditas" como los gitanos, los opositores alemanes y los prisioneros de guerra de la resistencia antifascista, ejecutados por el terror hitleriano en los campos de concentración y exterminio. Tampoco se aplicó a la ex Unión Soviética, que perdió 20 millones de personas.

Ergo, la guerra de conquista colonial y el "fuego patriótico" del primer ministro Sharon, que contempla en su fase actual la destrucción de posiciones y bases palestinas con disparos de tanques, aviones y helicópteros; asesinatos selectivos de militares o activistas de la Autoridad Palestina con tiradores de elite, así como el asesinato indiscriminado de población civil, incluidos mujeres y niños, por las tropas de ocupación; derribos de decenas de casas, edificios e infraestructura básica en las ciudades y los campos de refugiados palestinos; la devastación de campos cultivados, plantaciones de limón y palmas datileras y tala de eucaliptos, es un verdadero proceso de Shoat (destrucción en su versión secular hebrea). Como lo fueron antes Sabra y Chatila.

Cabe apuntar que la furia homicida de Sharon había alcanzado niveles de pogromo (del ruso, devastación, destrucción) durante la matanza de Sabra y Chatila, ocurrida al amparo de la invasión de Líbano en 1982. Pero que el "viejo Sharon" había inaugurado su carrera de batallas, guerras, destrucción y matanzas mucho antes, en Kibié, un pueblo de Cisjordania en el que la unidad que mandaba, en 1953, dinamitó las casas y a sus habitantes, causando 70 muertos. Y que continuó con las ejecuciones sumarias de cientos de "personas buscadas" en Gaza a comienzos de los años 70.

Masacre, desolación y devastación

Hoy, nuevamente, Sharon es el ejecutor de un pogromo generalizado en los territorios ocupados. Según el Diccionario Compacto Oxford, esa voz significa "una masacre en Rusia organizada para la destrucción o aniquilación de cualquier cuerpo o clase. Originalmente y especialmente aplicado a aquellas dirigidas contra los judíos".

Parecen significativos algunos ejemplos de uso citados en el diccionario: Daily News del 12 de junio de 1905: "El único medio para combatir pogromos es la resistencia armada". A su vez, la Westminster Gazette, del 21 de junio de 1906 señala: "La palabra rusa pogromo es generalmente traducida como 'desolación, devastación'. El término está relacionado con la voz rusa grom, trueno, el estallido del trueno, y con gromit, tronar, "abatir como si fuera con un relámpago, destruir sin misericordia". Una segunda acepción de uso generalizado es "ataque organizado, oficialmente tolerado contra cualquier comunidad o grupo".

Holocausto, pogromo, apartheid. La devastación de las tropas de Sharon en los territorios árabes reocupados recupera la terminología y las prácticas hitlerianas, de los supremacistas sudafricanos y el colonialismo francés en Argelia. Como ayer los nazis, los israelíes de hoy numeran a sus presos, utilizan escudos humanos y sus helicópteros de combate, sus F-16 y sus tanques Merkava para "destruir sin misericordia" escuelas, hospitales, residencias civiles y campos de refugiados. Como el antiguo régimen de Pretoria y las tropas del general Massu en la "Argelia francesa", bestializan al otro, la "raza maldita" palestina.

Las víctimas de ayer se han convertido en los victimarios de hoy. Un pueblo perseguido se convirtió en un pueblo de perseguidores desde el terror de Estado, pero sus paranoicos conductores acusan de "auto odiados antisemitas" y seguidores de los Protocolos de los sabios de Sión a aquellos intelectuales de origen judío que, como los estadunidenses Noam Chomsky, Norman Finkelstein, Edward Herman, Howard Zinn y James Petras, objetan su racismo vandálico de Estado. "Se han convertido en rentistas del Holocausto", ha dicho Saramago. Pero como señaló Bertrand Russell en 1967, no se puede "eternizar el sufrimiento (...) invocar los horrores del pasado para justificar los del presente es una hipocresía total".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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