Hablan Sofia Gumerova y Natalya Sologub, solistas del ballet ruso
El aprendizaje en el Kirov consiste en saber que todo movimiento conlleva emoción
Educadas en la danza clásica, las bailarinas afirman poder cumplir con otras expectativas
CARLOS PAUL
Las solistas del Ballet Kirov, Sofia Gumerova y Natalya Sologub, con 24 años de edad y 18 en el arte del ballet comienzan su jornada de instrucción, en el Teatro Mariinsky, con hora y media de ejercicio individual; luego, con el cuerpo del agrupamiento dancístico trabajan en conjunto de tres a cinco horas; después en un lapso de dos horas, ''damos función".
En el Kirov no se lleva un método específico, ''todo depende del maestro que se tiene", explican las bailarinas. ''Ellos guían al alumno y le enseñan algunas técnicas especiales. Tenemos algunos docentes que estudiaron con Vaganov, por lo que suponemos que nos transmiten esas enseñanzas. Lo que recibimos no es el conocimiento de un teatro, sino el de un maestro en particular, heredero de otros grandes maestros".
Para llegar a ser un gran bailarín, expresan, ''no es necesario ser una estrella. Cada quien, como seres humanos buscamos algo propio, individual; esté o no esté dentro de la danza clásica, además en cada espectáculo siempre se busca algo diferente".
Capacidad de ser actor
Con 12 años en el Kirov, Gumerova y Sologub consideran que no sólo son intérpretes mediante el movimiento, también ''encarnamos un personaje". Es por eso que se consideran también actrices y no sólo bailarinas. ''Emocionalmente vivimos los personajes y con cada movimiento explicamos nuestro estado de ánimo. No existe ningún movimiento en vano, cualquiera está lleno de emoción. Eso es lo que nos enseñan. Incluso tenemos una clase que se llama la capacidad de ser actor, en la que aprendemos lo que puede significar un movimiento y no sólo actuar como un bailarín técnico".
En la actualidad, en el Ballet Kirov del Teatro Mariinsky, existen muchos espectáculos de diferente tipo. Los hay clásicos y en los que se desarrolla mucho la danza moderna, por lo que -explican las intérpretes- ''podemos cumplir otras expectativas como bailarinas y no sólo ejercer la danza clásica. Este año participamos en distintos espectáculos de danza moderna. Tenemos un Cascanueces y una Cenicienta completamente contemporáneos. Para nosotras la danza contemporánea es algo fantástico. Sin embargo, estamos educadas y nuestra base es la danza clásica".
Con el reflejo del cansancio en su rostro sonriente al momento de la conversación -pues para las bailarinas son las cuatro de la mañana hora de San Petersburgo- y afectadas por la altura de la ciudad de México, Gumerova, quien es solista en El lago de los cisnes, y Sologub, solista en El Quijote, destacan que la ''danza moderna es muy importante para nosotros. No podemos apartarnos de ese mundo, pues al retomar la clásica, regresamos con más experiencia y la disfrutamos aún más".
El Quijote, espectáculo efervescente
Bailar en México ''siempre es muy difícil por la altura y ahora el calor", dicen. No obstante, ''creemos que El Quijote va a gustar al público mexicano, porque es un espectáculo efervescente y muy alegre. Aunque la base es la obra de Cervantes, es algo distinto".
En El lago de los cisnes ''hace muchos años salían dos bailarinas para interpretar a Odet y a Odilia. Ahora una sola actriz (Gumerova) encarna a los dos personajes, lo que por un lado es interesante y por otro implica mucho esfuerzo, pues tiene que actuar como la buena y la mala".
Por segundo año consecutivo, el Ballet Kirov regresa a México para ofrecer su arte y tradición en el Auditorio Nacional. En esta ocasión con dos de sus obras que han servido, en sus innumerables viajes por el mundo, como carta de presentación: El Quijote los días 8, 9 y 10 de mayo y El lago de los cisnes (versión completa) los días 11 y 12. Además, ofrecerán una función de gala, el 14 de mayo, en la que interpretarán Las sílfides.