ELECCIONES EN FRANCIA
La izquierda perdidosa de la primera vuelta electoral, decisiva en la segunda
Festeja la derecha en la Plaza de la República
Templete, sonido, reggae y ambiente de 14 de julio, horas antes de conocer los resultados
YURIRIA ITURRIAGA CORRESPONSAL
Paris, 5 de mayo. El abstencionismo de 20 por ciento en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia, se redujo a la mitad en la segunda ronda, para votar mayoritariamente por el derechista Jacques Chirac. Sólo cuatro por ciento reforzó a los votantes del Frente Nacional. El resultado fue un presidente elegido con 82.1 por ciento contra 17.9 para su adversario Le Pen. Pero en el alto porcentaje de la victoria están presentes los votantes de la izquierda, movilizada a última hora para hacer ganar a su adversario tradicional conjurando el peligro de la extrema derecha.
Victoria pírrica para Chi-Chi, te amamos como rezan las escasas pancartas esgrimidas por algunos, en medio de la apretada masa festiva de militantes de derecha que bailan en la Plaza de la República de París, al son de una orquesta reggae. Lugar insólito de reunión de la derecha, cuyos lares tradicionales andan por la Plaza de la Concordia; pero en esta otra De Gaulle reunió en 1958 a sus huestes para proclamar la Quinta República, en la que estamos y que algunos prometen superar con una sexta. La fiesta se organizó en este lugar horas antes de la proclamación de la victoria, con templete y sonido, y cuando pudo manifestarse la alegría se vio que incluía masivamente a los que no llegaron a la gran marcha del primero de mayo: los jóvenes y no tanto de todos colores, provenientes de los suburbios, que vitorean a Chirac en un ambiente típico de fiesta popular del 14 de julio. Cuando jóvenes de izquierda se acercan para gritar frases como: "šChirac ahora te toca!", son abucheados por una masa amenazante. Sí, esta noche parece cierta la afirmación de que los suburbios parisinos de inmigrados se inclinan a la derecha.
La izquierda perdidosa de la primera vuelta, pero decisiva en la segunda, espera la tercera vuelta, que es como se ven las próximas elecciones legislativas del mes de junio donde, según las encuestas, ya tienen consigo 41 por ciento de intenciones de voto. Esta noche, seis mil de sus militantes y simpatizantes se alejan de la celebración orquestada por las huestes chiraquianas y marchan de la plaza de la Bastilla a la de Saint Germain des Prés, reafirmando consignas y pancartas su independencia de la derecha. Los líderes del Partido Comunista, de la Liga Comunista Revolucionaria y de los verdes, prometen manifestaciones diarias para cobrarse el voto y obligar al presidente Chirac a, por lo menos, mantener la política social del vencido primer ministro Jospin, quien, por cierto, retirado definitivamente de la política a partir de mañana, votó por poder mediante una alcaldesa de su partido, tal vez no sólo por haberse prohibido los guantes y pinzas (para no ensuciarse simbólicamente las manos con una boleta cuyo objeto repugna), sino para no exponerse a los periodistas.
Voto contra Le Pen
En la televisión, los miembros del gabinete socialista saliente agradecen el valor de los votantes para hacer triunfar la república y regresar el honor a Francia. Mientras que altos personajes de la derecha, incluyendo al relegido presidente en su discurso, agradecen a quienes votaron contra sus convicciones por el propio Chirac. El ex ministro socialista de la defensa, que renunció a su puesto por el compromiso de Francia en la guerra del Golfo contra Irak, Jean Pierre Chevenèment, aclara que no fue tanto un plebiscito por la república, y menos por Chirac, sino contra lo que Le Pen representa. Jean Noël Mamere, líder y candidato de los verdes, advierte que los cinco millones de votantes de la extrema derecha no han desaparecido y son un veneno activo en el tejido social. Mientras Jean-Marie Le Pen afirma que está acostumbrado "a los golpes bajos y las campañas histéricas" en su contra, pero que los 6 millones de sus votantes de la segunda vuelta ya no representan votos de protesta sino adhesiones definitivas, quienes, con "los cazadores y los votantes de Chevenèment", harán ganar en junio la mayoría de las curules para el Frente Nacional.
Pero ya los hombres y mujeres políticos a la izquierda y a la derecha se apresuran a arrebatarle el discurso de la sirena (que en su parte noble Le Pen mismo plagió a Chevenèment, aunque la izquierda no tomó nota). La ministra socialista saliente, Martine Aubry hace tardíamente el resumen de los problemas cuya solución exige el pueblo francés: seguridad para 61 por ciento; impuestos para 36 por ciento; jubilaciones para 30 por ciento; justicia para 27 por ciento; educación y migración y exclusión para 22 por ciento. Otro ministro saliente, Jacques Lang, consuela y asegura que la izquierda "estará en la cita para el próximo mandato presidencial dentro de 5 años, porque esta coyuntura la rejuveneció y modernizó", deseando que los jóvenes conserven para entonces "la fuerza de su palabra, la cólera y la alegría del combate, así como la imaginación que requirió votar por el adversario". Todos los socialistas vencidos hablan ahora de "dominar y dirigir la mundialización " en lo que afecta a Francia. No así los derechistas del presidente.
Y es que cuando Colin Powell "se felicitó de la marginación del Frente Nacional", no felicitó a Chirac, sino a la desaparición de una amenaza para los intereses que tan bien representa.