Su mejor posibilidad era llegar a un acuerdo
con todas las partes, según la SEC
Mínimas, las oportunidades de la firma Andersen
de sobrevivir al juicio por el escándalo Enron
AFP
Houston, EU, 5 de mayo. El juicio contra el bufete
de auditores contables Arthur Andersen, implicado en el escándalo
de la quiebra del gigante energético Enron, comienza el lunes en
Houston, y sus oportunidades de sobrevivir a este caso son mínimas.
''Con dos casos graves que cuestionan la responsabilidad
(de Andersen), más una acusación penal, ¿qué
es lo puede rescatarse?'', afirmó Dennis Taylor, ex procurador del
Departamento de Justicia y abogado en la Comisión de Operaciones
Bursátiles (SEC).
''Estaría
muy sorprendido si Andersen fuera aún un tema de preocupación'',
consideró. ''La mejor posibilidad para sobrevivir era que llegara
a un acuerdo negociado con todas las partes''.
Además, el ex presidente de la Reserva Federal
(Fed) estadunidense, Paul Volcker, renunció al plan de salvamento
que propuso cuando la firma le pidió auxilio. Volcker ''había
presentado ciertas condiciones y algunas no fueron satisfechas'', declaró
un portavoz de Andersen, Patrick Dorton.
Volcker aconsejó que la filial estadunidense del
grupo se concentre únicamente en la auditoría y ceda sus
actividades de asesoramiento, a condición de que suficientes socios
permanecieran en el seno de la empresa para crear una nueva entidad. Sin
embargo, decenas de asociados a Andersen, que tiene mil 700 en Estados
Unidos, prefirieron aceptar ofertas de empleo de otras empresas.
Andersen fue acusado en marzo por haber destruido documentos
relacionados con la quiebra -en diciembre de 2001- de Enron, cuando este
grupo ya era investigado por las autoridades.
El acuerdo amistoso que la firma de auditoría pretendía
alcanzar con el Departamento de Justicia antes del inicio del juicio el
6 de mayo preveía un periodo de prueba de varios años de
la empresa, a cambio del abandono de las persecuciones judiciales si Andersen
se declaraba culpable.
Andersen nunca reconoció públicamente haber
cometido ilícitos, pero David Duncan, ex responsable de la auditora,
se declaró culpable y aceptó colaborar con la justicia. Duncan
estaba a cargo de las cuentas de Enron en Houston, Texas (centro-sur),
donde se encuentra la sede del grupo de corretaje de energía, para
el cual Andersen auditaba las cuentas.
Si el gobierno convence a la abogada de Arthur Andersen,
Nancy Temple, de que atestigüe -y muchos analistas estimaron que lo
hará- ''se empieza a tener todo lo que se necesita para inculpar
a toda la empresa'', señaló Tom Ajamie, un jurista de Houston.
La condena de Andersen significaría el fin de la
firma ya que los reglamentos federales y estatales impiden que las empresas
sentenciadas culpables en causas penales puedan realizar auditorías,
dijo Ajamie. ''Si pierden el proceso, es el fin'', añadió.
Además de su inculpación penal, Andersen
se enfrenta a dos demandas civiles de accionistas de Enron y de la Fundación
Bautista de Arizona, una empresa de inversiones que quebró con una
deuda a sus inversores por 600 millones de dólares.
Ante una verdadera hemorragia de clientes que lo abandonan
(Ford, Delta Air Lines, entre otros) asustados por la reputación
de la empresa, Andersen tiene que resolver una restructuración severa.
Su filial estadunidense acaba de despedir a 7 mil trabajadores sobre un
total de 26 mil.
Las filiales Arthur Andersen del extranjero se volcaron
a concretar fusiones a todo vapor con otros grandes de la auditoría
mundial, y los restantes cuatro grandes del sector en el mundo, Ernest
and Young, KPMG, Deloitte and Touche y PricewaterhouseCoopers, se reparten
ahora los restos de Andersen.