Gabriela Rodríguez
La nueva santísima trinidad
En la contienda contra los derechos humanos hay una nueva y peligrosa alianza de tres fundamentalismos. Y es que con la caída del muro de Berlín y el cuestionamiento de los modelos socialistas, los derechos humanos están conformando el área de acción de las izquierdas del siglo xxi.
En las reuniones preparatorias de la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas a favor de la Infancia (a realizarse el 8 de mayo en Nueva York) me queda claro cuán sólidamente unida está la nueva santísima trinidad: los delegados gubernamentales de Estados Unidos, de los países musulmanes y de la Santa Sede. Nada los une tanto como defender el derecho de los mayores sobre los niños (definidos por Naciones Unidas como seres humanos menores de 18 años), el de los poderosos sobre los débiles.
Resulta que en la pasada Convención sobre los Derechos de la Infancia, realizada en 1990, el énfasis se dio a los derechos de los niños (niñas y adolescentes) y a las responsabilidades de los padres; por ello, Estados Unidos y Somalia fueron los únicos que se negaron a ratificar esta convención. Ahora, en la próxima sesión convocada para evaluar los logros y obstáculos de la Convención de 1990, las presiones de la delegación estadunidense, de los delegados musulmanes y las de los cardenales católicos hacia los países de América Latina y el Caribe se están centrando en cuatro puntos:
1. Eliminar cualquier referencia a la Convención de los Derechos de la Infancia de 1990 y priorizar los derechos de los padres de familia, por encima de los del niño.
2. Limitar el contenido de la educación sexual a mensajes sobre abstinencia sexual, excluyendo temas como el uso del condón, los anticonceptivos, el abuso sexual y la violación.
3. Cerrar el acceso de adolescentes a servicios de salud sexual sin la compañía de sus padres.
4. Eliminar la frase "servicios de salud reproductiva" y "salud reproductiva" del documento.
De lo que se trata es de retroceder en los avances que las convenciones internacionales han logrado en materia de derechos humanos, y en esta ocasión cerrarlos desde la primera infancia. Dadas las precarias condiciones en que viven millones de niños, niñas y adolescentes en todo el orbe, promover que conozcan y defiendan sus derechos humanos, así como comprometer a los países para que garanticen su ejercicio mediante leyes y programas gubernamentales, puede alertar a las masas de pobres a exigir una vida digna y a organizarse para resistir la lacerante desigualdad.
Sobreponer los derechos de padres de familia a los de los hijos e hijas es una manera de evitar la formación de nuevos ciudadanos del mundo, de sujetos que sí sean capaces de defender los propios derechos y que puedan ser autónomos. Que niños, niñas y adolescentes conozcan sus derechos a través de la escuela y las instituciones, favorecer que tomen sus propias decisiones y sean dueños de su cuerpo, es lo que está atrás de los derechos sexuales que se quieren eliminar. En las convenciones internacionales y en el marco jurídico de México están reconocidos: el derecho a la igualdad, a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, de opinión y expresión, el derecho a la información, a la integridad física, moral y sicológica, a la educación sexual y a servicios de salud sexual de niños, niñas y adolescentes.
Más de 170 países acudirán en esta ocasión; México ha preparado una posición muy avanzada y congruente con las leyes y políticas del país, que esperamos sabrán defender los miembros de la delegación oficial. En la anterior reunión mundial para revisar los acuerdos sobre población y desarrollo, conocida como Cairo+5, Rodolfo Tuirán, ex secretario del Consejo Nacional de Población (Conapo) colocó a México como líder mundial de los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes; las organizaciones civiles no esperamos menos en esta ocasión. Por cierto, estamos esperando que en estos días se dé el nombramiento del nuevo secretario del Conapo, que ojalá tenga el perfil para dar continuidad a tan importantes avances.
Habrá que enfrentar a la triple alianza -EU/musulmanes/Santa Sede-, a cuyos líderes lo último que les importa son los niños, niñas y jóvenes, los pequeños afganos, los soldados palestinos, las familias masacradas en Jenin, los ciudadanos ultimados en las Torres Gemelas, los niños y niñas víctimas de abusos sexuales de sacerdotes. ƑSerá que aunque la guerra los sitúe en trincheras diferentes, estos tres actores están buscando lo mismo?