El gobierno, incapaz de crear el millón anual de empleos que se necesita: experto
El subsidio a la gasolina y el diesel en Irán provoca pérdidas por 7 mil mdd anuales
Difícil hablar de productividad en un país que tiene 157 días feriados al año, dice economista
JUAN PABLO DUCH ENVIADO
Teheran, 2 de mayo. En cualquier país la gente utiliza el automóvil para ir al trabajo, de compras o llevar a los niños a la escuela, en una palabra, para algo de utilidad; en Irán, en cambio, se usa el coche cuando no hay nada que hacer, por simple ociosidad.
Con esta paradoja, Said Leylaz, renombrado economista independiente, explica a La Jornada que la abundancia de petróleo y gas natural -como segundo productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Irán dispone de 9 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y 15 por ciento de las de gas natural-, engendró en el país una economía subsidiada.
Irán se permite el lujo de derrochar diariamente 200 millones de litros de gasolina y otros derivados de petróleo, un nivel de consumo igual al de China, que tiene una población 20 veces mayor. Sucede así debido a que en Irán el litro de gasolina equivale a apenas seis centavos de dólar; y el de diesel, a sólo dos centavos.
Según estimaciones de Leylaz, esta política de precios subsidiados ocasiona al gobierno pérdidas por 7 mil millones de dólares anuales, aparte de que estimula un creciente contrabando de combustibles hacia los países vecinos, que supera todos los días cientos de miles de litros de gasolina y otros derivados del petróleo.
De hecho, comenta, poblaciones fronterizas enteras viven de ese negocio, pues la diferencia de precios se traduce en ganancias colosales: un dólar por cada dos centavos invertidos es lo que se puede sacar por cada litro de diesel iraní en Turquía, por poner un caso.
El petróleo, que representa 80 por ciento del total de las exportaciones del país, aporta en Irán no menos de la mitad de los ingresos del Estado, una suma que depende de la volatilidad de los precios internacionales del hidrocarburo, pero que en los años recientes se ha ubicado en el rango de entre 15 mil millones y 23 mil millones de dólares al año.
Esto, desde luego, mantiene los desequilibrios estructurales y no favorece el adelgazamiento del sector público, sostiene Leylaz, y señala que, desde ese punto de vista, el petróleo es un factor que incide negativamente en las reformas.
La necesidad de la reforma
La economía necesita cambios porque, a pesar de los ingresos relativamente altos por concepto de petróleo y gas, y un crecimiento del PIB de 5 por ciento como promedio anual entre 1998 y 2001, cada vez son más acusados los rasgos preocupantes.
Leylaz enumera los principales: presiones presupuestarias; fuga de capitales y escasa inversión foránea; fuerte dependencia de los ingresos petroleros; sector público preponderante y burocratizado; población joven creciente con limitadas perspectivas de empleo; práctica extendida de subsidios del Estado a sectores enteros de la economía y, desde luego, a muchos artículos de primera necesidad como el pan, el arroz y el azúcar.
A la vez, el gobierno de Mohammad Jatami no puede eliminar rápidamente los subsidios, pues ello tendría un fuerte impacto en la sociedad. Como lo tiene ya el problema del desempleo, quizás el más grave. Cada año se requiere crear un millón de nuevos puestos de trabajo, mientras la capacidad gubernamental para generar empleos apenas llega a la mitad.
El reconocido economista considera que las reformas de Jatami, aunque con lentitud, han tenido resultados. Por ejemplo, la economía se fortalece en la medida en que se lleva a cabo la revisión de la legislación correspondiente. A su juicio, la reforma más significativa es haber fijado un solo tipo de cambio frente al dólar. La corrupción tuvo su origen en la diversidad de tipos de cambio en Irán, que estimulaba la fuga de capitales. Explica que ya nadie puede lucrar con las diferencias entre el oficial y los otros tipos de cambio que había.
Destaca la reciente reforma fiscal, que redujo el impuesto sobre la renta de 65 por ciento a 25 por ciento. Al bajar este impuesto, subraya Leylaz, el gobierno relegó a segundo plano sus intereses coyunturales para promover el conjunto de la economía, algo que no había sucedido antes.
Asimismo, se ha avanzado, si bien a un ritmo más lento de lo deseado, en el proceso de privatización y en la aplicación de una política de diversificación. Operan ya en Irán instituciones que hace sólo unos años eran impensables, como la bolsa de valores, y aparecieron los primeros bancos privados, resume Said Leylaz.
La política se sobrepone
Aunque el presidente Jatami trata de despolitizar la economía, las características peculiares del sistema político de Irán se sobreponen muchas veces a los criterios de racionalidad económica.
Por motivos esencialmente de carácter religioso, Irán es el país con más días feriados del mundo. Es muy difícil hablar de productividad y eficiencia en un país en el que no se trabaja 157 días al año, sumando los jueves y los viernes, que son aquí de descanso semanal.
Esto último también entorpece la inserción de Irán en la economía internacional. Un prominente empresario local, en plática con La Jornada, señaló más en serio que en broma, que la obstinación de la jerarquía religiosa chiíta en mantener como feriados jueves y viernes significa que, de hecho, tiene un solo día a la semana para entablar comunicación de negocios con sus socios europeos; cuando reanuda labores, el sábado y el domingo, no se trabaja en Europa; el lunes sus socios europeos aún no regresan de su descanso; el miércoles él ya está listo para iniciar el suyo. Queda, como único día aprovechable, el martes, si no coincide con una fiesta religiosa en Irán.
La política también es decisiva para eximir del pago de impuestos a un número considerable de empresas vinculadas con todo tipo de fundaciones religiosas, que no siempre acreditan el carácter benéfico de su actividad comercial, y pone una cuarta parte de la economía del país en manos de allegados del líder supremo, ayatola Ali Jamenei, quien designa a los titulares de los monopolios del Estado.
Cabe apuntar que recientemente la jerarquía religiosa impulsa toda una campaña anticorrupción. Sin embargo, los diputados reformistas denuncian que dicha campaña es usada por los conservadores para perseguir a sus rivales políticos.
El legislador Ali Seyyed-Aqamari, en entrevista al diario Mardom Salari, lo afirma sin tapujos: "Bajo el pretexto de combatir la corrupción, algunos de los más eficientes administradores, como el antiguo alcalde de Teherán, Golamhossein Karbaschi, son destituidos y numerosos proyectos de desarrollo quedan abandonados".
Y concluye: "Ahora, ellos (los conservadores) tratan de fracturar al Ejecutivo y al Legislativo (reformistas, ambos) al acusar a sus miembros de cometer delitos económicos".
A todo esto, la política también se sobrepone a la economía en un aspecto que se promueve desde el exterior. El gobierno de Estados Unidos, más allá de prohibir que las empresas estadunidenses mantengan relaciones económicas y comerciales con Irán, busca aislar internacionalmente a este país del llamado "eje del mal" y trata de influir en que terceros se sumen a las sanciones.
Hasta ahora, justo es reconocerlo, los intereses económicos de Italia, Francia, Alemania, Japón y otros países en Irán han sido un argumento de peso para rechazar las presiones del gobierno de George W. Bush.