COPAS DEL MUNDO
Este año se cumplen 79 de un periplo de rivalidades y hazañas futbolísticas
De América a Asia, una historia de 16 torneos
Corea del Sur y Japón, ante el difícil reto de coorganizar el decimoséptimo campeonato
AFP
Ni Europa ni América. Esta vez le ha tocado a Asia recibir y organizar la mayor fiesta del futbol. Aunque no es esta la única primicia de la decimoséptima versión de la Copa del Mundo. Corea del Sur y Japón experimentan la coorganización, reto difícil dada su secular rivalidad. Pero todo estará listo, aseguran, el 31 de mayo de 2002.
Los asiáticos quieren demostrar que están a la altura de las circunstancias, aunque su futbol empiece apenas a balbucear.
Cuentan para ello con el ingrediente que nunca ha faltado en los más de 70 años de historia de los mundiales: la emoción, inherente a este deporte rey que practican 240 millones de personas en el mundo, y que, más que gustar, enfervoriza.
Y eso que todo lo demás ha cambiado desde aquel primer mundial uruguayo de 1930, organizado por iniciativa de Jules Rimet, entonces presidente de la FIFA y de la Federación Francesa de Futbol (FFF), y de Henri Delaunay, secretario general de esta última. Alumbrada en Amsterdam 1928, se decidió que la justa, que en seguida pasó a denominarse Copa del Mundo, se celebrara cada cuatro años, en alternancia con los Juegos Olímpicos.
Desde entonces, ni el número de participantes -eran 13 por los 32 actuales- ni la vestimenta, los balones, el sistemas de competición, los medios, y hasta el trofeo, son los mismos.
Ha habido mundiales de extraordinaria calidad, como México 70, en el que los auriverdes y el rey Pelé embelesaron con su buen juego; decepcionantes, como Italia 90, que además de mediocre fue camorrero; de muchos goles, como Suiza 54, con una media de 5.38 por partido, o politizados, como Italia 34, organizado bajo la sombra del Duce Mussolini.
También se han vivido sorpresas mayúsculas, como cuando en el Maracaná Brasil perdió ante Uruguay la final de 1950, o la gran Hungría de Puskas y Kocsis, que cayó inexplicablemente ante la RFA, en el 54.
Maradona es, por su parte, el autor del gol más bello de un Mundial, una obra maestra ejecutada en 11 segundos, en los que le dio tiempo de regatear a cinco ingleses en México 86.
Remontadas increíbles -díficil de olvidar la semifinal Italia-RFA de 1970, que terminó 4-3-, broncas, jugadores excepcionales, selecciones malditas, rivalidad continental, momentos épicos y alguna que otra lágrima han ido pues sazonando las copas del mundo, cuya última versión: Francia 1998, fue vista por nada menos que 40 mil millones de telespectadores.
Número que permite hacerse una idea del fabuloso negocio en que se han convertido también los mundiales, gracias a unos fabulosos derechos de televisión y a la mercadotecnia.
El Mundial llega ahora a Asia para una nueva fiesta que intentará evitar en lo posible la violencia y los hooligans.
Sólo 22 hombres defendiendo a sus países con... muchos goles y buen futbol.