Angel Guerra Cabrera
La verdad
Cuba y Venezuela desafían el discurso dominante según el cual no existe hoy otra opción político-social que la emanada del Consenso de Washington. Esa es la única razón de la condena a la isla en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y del frustrado golpe de Estado en Caracas, ingredientes de un mismo plan de la administración de George W. Bush. Su objetivo es liquidar a las fuerzas que se oponen en América Latina a la globalización neoliberal: los zapatistas en México, la guerrilla colombiana, los movimientos indígenas y populares de Ecuador y Bolivia, el MST de Brasil, e impedir en este último país la victoria electoral de Luiz Inacio Lula da Silva y así aislar la rebelión argentina.
Pero la prioridad es quitar del medio a los regímenes de Fidel Castro y Hugo Chávez. Al primero, porque prueba que es posible la resistencia prolongada a la agresión imperialista y el avance por el rumbo socialista en un pequeño país situado en las narices de Estados Unidos. Al segundo, porque demuestra que un gran productor de petróleo en América Latina puede, aun en el marco de la democracia burguesa y el capitalismo, impulsar un proyecto alternativo al neoliberalismo si el Estado conserva el control del hidrocarburo y si canaliza sus beneficios y la recaudación fiscal prioritariamente al pueblo en lugar de destinarlos casi únicamente al enriquecimiento de una minoría, al pago de la deuda externa y a la subvención de bancos y grandes empresas. Añádase la reanimación por Chávez de la OPEP y la venta asegurada a Cuba de la tercera parte del petróleo que consume. Pese a las diferencias en su madurez y objetivos, los procesos cubano y venezolano constituyen un ejemplo de rebeldía que resulta intolerable para el proyecto de hegemonía mundial absoluta y de recolonización de América Latina en exclusiva del grupo de Bush.
En este espacio se ha denunciado desde meses atrás la designación del cubano-estadunidense Otto Reich -prominente miembro de la contrarrevolución cubana de Miami y enemigo jurado de Chávez- al frente del cargo más importante para América Latina en el Departamento de Estado, junto a la de otros veteranos del Irán-contras y la guerra sucia de Reagan contra los pueblos centroamericanos en puestos clave relacionados con la región. Tales nombramientos apuntaban a una conducta muy agresiva e injerencista al sur del río Bravo. Ahora importantes diarios de Estados Unidos y más descarnadamente de su aliado especial Inglaterra, como The Guardian y The Observer, lo han confirmado. Reportan la connivencia de Washington y su embajador en Venezuela con el complot mediático-empresarial, la activa participación junto a los conspiradores de los agregados militares yanquis en ese país y la comunicación que durante su fugaz mandato sostuvo el golpista Pedro Carmona con Reich. Algo parecido ocurre con la condena de Cuba en Ginebra.
Un reportaje de los enviados a la ciudad suiza del diario montevideano La República demuestra fehacientemente quién es el verdadero autor de la propuesta uruguaya aprobada en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, cuyos términos no pueden ser más fieles al memorando circulado en octubre de 2001 a las cancille-rías latinoamericanas por el secretario de Estado Colin Powell. La República revela cómo el proyecto llevado a Ginebra por el gobierno de Jorge Battle y otros, supuestamente redactados por cancillerías latinoamericanas y abortados anteriormente, son casi un calco al carbón de un modelo de resolución también circulado en la región por la diplomacia estadunidense en febrero de 2002. En la dirección electrónica http://www.diariolarepublica.com se encuentran copias de los documentos, el relato de cómo Bush, Powell y Reich intervinieron personalmente en el patrocinio por varios países latinoamericanos de la resolución anticubana y de las brutales presiones ejercidas por funcionarios estadunidenses sobre renuentes estados africanos, con las que consiguieron al final la exigua mayoría de votos para condenar a Cuba.
Basándose en la resolución de Ginebra, Lino Gutiérrez, otro integrante de la mafia cubana de Miami y segundo de Reich en el Departamento de Estado, declaró pomposamente que "los países latinoamericanos" han llegado a la conclusión de que "llegó la hora" de instaurar la democracia en Cuba. Ya sabemos a qué democracia se refiere. La misma de los golpistas venezolanos. Antes de hablar con los periodistas, Gutiérrez haría bien en tomarse un Valium.
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