Cientos de miles de blancos salen a defender el derecho de "los otros" a vivir en París
Culposa, la izquierda francesa grita consignas para evitar que triunfe Jean-Marie Le Pen
Contingente de partidos, sindicatos, los verdes, mujeres, alcaldes, socialistas, lesbianas...
YURIRIA ITURRIAGA CORRESPONSAL
Paris, 1o. de mayo. "Más vale ser cogido por Chirac que violado por Le Pen", reza una pancarta, y otra, con un gran condón pegado a la mitad, indica: "Contra el fascismo, preservativo Chirac. Usese una vez y cambie de marca"; "Vote corrupción no fascismo", y "Prefiero comer una manzana agusanada que el vómito de un cochino". Todas muestran sin equívoco que los contingentes de la marcha del primero de mayo en París se inclinan a la izquierda, aunque votarán unánimemente por la relección del derechista Chirac.
Una izquierda con culpa en los rostros típicos del 68 y alrededores cronológicos, cuya amargura se escucha en la voz de Jean-Clarence Lambert, poeta, traductor y antologista de la poesía mexicana, cuando dice que no desearía vivir bajo un nuevo "petainismo", pero que ya no hay muchos sitios adónde ir, evocando como ejemplo la democracia danesa que optó por la extrema derecha para terminar diciendo que la historia de Pericles, contada por Tucídides, explica el fracaso electoral del socialista Jospin.
Como JC Lambert, la mayor parte de los 400 mil marchistas de hoy en París, intelectuales y profesores, artistas plásticos, gente de teatro y cine (Jane Birkin, Claudia Cardinale, Jean-Claude Brialy) y propiamente sociedad civil no militante de partidos ni de sindicatos, sólo se habían manifestado masivamente en 1957 contra el golpe en Argelia, luego en mayo de 1968 y por último cuando el triunfo miterrandista de 1981.
Sus hijos y hasta nietos con rostros resplandecientes de quienes descubren la solidaridad humana en un codo a codo confiado y el placer de desgañitarse con consignas divertidas, completan un contingente que, como dicen los comentaristas, sólo iguala en número a la masa ciudadana volcada en las calles tras la liberación de la ocupación alemana, en 1945.
En toda Francia salieron un millón 300 mil personas para gritar su repudio a Le Pen, líder y candidato del Frente Nacional de la extrema derecha, representado en la caricatura popular como un cochino rubio (el presidente Chirac como un gallo y su emblema la manzana).
"El horrendo Le Pen es el único tipo que parece seguro de lo que dice", advierte con pena JC Lambert, pues pese al repudio aplastante de la izquierda y al desprecio de los centristas y la derecha en el poder, las huestes pequeño-urguesas y populares de este hombre astuto y carismático aumentan a la par que sufren los efectos de la mundialización salvaje; de ahí la pertinencia de algunos carteles como "El desem-pleo=capitalismo, no inmigración" o "La verdadera lucha contra el fascismo es la lucha contra la miseria", o "El fascismo es la vaca loca del liberalismo", o "Sí a la Europa social, no a la liberal". Carteles, sin embargo, no comprensibles para todos, pues como declaró una fan de Le Pen a la televisión: "No sé por qué nos llaman fascistas o nazis si, como dice claramente el diccionario, Hitler era socialista y nosotros estamos contra los socialistas".
"... no nos dejen solos"
Sorprende no ver tanto color negro, moreno o aceitunado, ni ojos rasgados, como existen en esta ciudad, hoy tomada por cientos de miles de blancos para defender el derecho de los otros a vivir en ella: "Negros, blancos, árabes, defendamos nuestros colores del odio y el apartheid", "Extranjeros, no nos dejen solos con los franceses", o "No te metas con mi mestizaje" se lee en ondulantes carteles, pero pocos son los extranjeros identificables. Entre ellos el Colectivo de Residentes Peruanos y el de Colombianos que tocan música tropical, blanden pancartas: "Bush, no cuentes con nosotros" y, sobre una foto de destrucción "ƑPalestina? No, es Colombia ƑTe concierne?" El contingente propalestino no es numeroso pero sí triste, y con razón "ƑEncuentra a Le Pen peligroso? šImagínese a Sharon con los palestinos! Pero no se ha movido por eso."
El resto del contingente, organizado en partidos, sindicatos y colectivos, había mantenido una tradición de marchas hasta su fallida manifestación contra los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia so pretexto de Kosovo: fueron pocos los asistentes y al terminar convencidos de la maldad de Milosevic no volvieron a la calle. Y perdieron credibilidad. Pero hoy, gracias a su larga tradición, la comunista CGT, los verdes, Mujeres por la Democracia, Lesbianas Insumisas, la Unión Nacional de Sindicatos Autónomos, los socialistas, los alcaldes de izquierda con el pecho cruzado por la banda tricolor, dieron a la gigantesca ola de jóvenes vírgenes en materia política un marco de referencia para una lucha que puede perderse tras la relección del presidente Chirac o recuperarse para un nuevo movimiento social no sólo "contra", sino para la construcción.
La mayor movilización en 20 años
Al dar cuenta de las movilizaciones de este día en Francia, las agencias Afp, Reuters y Dpa reportaron que casi un millón y medio de personas salieron a las calles en Francia para expresar su rechazo al candidato presidencial ultraderechista Jean Marie Le Pen, quien por su parte reunió a 10 mil de sus partidarios que marcharon coreando: "šFrancia para los franceses!"
"šF de fascista, N de nazi!", "šTodos somos hijos de inmigrantes!", fueron algunas de las consignas de los opositores de Le Pen y el Frente Nacional (FN) que se manifestaron en decenas de pueblos y ciudades. La mayor manifestación contra la extrema derecha tuvo lugar en París, donde según el Ministerio del Interior desfilaron 400 mil personas, en lo que constituyó la mayor reunión política en la capital francesa en los recientes 20 años.
El desfile parisiense, que comenzó en la tarde con música rai de origen argelino y reggae, estuvo marcado por un ambiente festivo y una numerosa participación de adolescentes, como en las manifestaciones que se han realizado diariamente desde que Le Pen conmocionó al país al pasar a la segunda vuelta electoral el 21 de abril, sacando de la carrera presidencial al primer ministro socialista Lionel Jospin.
En provincia, decenas de reuniones movilizaron a unas 900 mil personas, principalmente en Marsella, Lyon, Burdeos y Toulouse, en las protestas contra el ultraderechista, quien enfrentará al presidente conservador Jacques Chirac.
En París la marcha siguió el itinerario clásico de las grandes manifestaciones sindicales entre las plazas de la República, de la Bastilla y de la Nación, en el este de París. Una inmensa banderola rezaba: "17.3 de la escala de Hitler", en referencia al porcentaje que obtuvo la extrema derecha en la primera vuelta.
Miles de personas recordaron también en el Puente del Carrousel, donde el primero de mayo de 1995 un joven marroquí fue arrojado al Sena por un grupo de neonazis.
Estas manifestaciones contra Le Pen fueron apoyadas desde México por franceses que se reunieron por la tarde en un restaurante de la Casa Francia, convocados por la Asociación Democrática de Franceses en el Extranjero.
Temiendo disturbios, la policía había desplegado 3 mil 500 gendarmes sólo en París, y aunque la convocatoria antilepenista superó las expectativas, no hubo ningún incidente.
Esta marcha siguió a la que el FN realizó en la mañana, pasando frente a la estatua ecuestre de santa Juana de Arco, la heroína medieval de la independencia, convertida en símbolo de la "raza francesa" para los ultraderechistas
Bajo consignas como "šFrancia para los franceses!", "šChirac a la cárcel!", marcharon desde mujeres elegantes hasta jóvenes, pasando por familias y ultraderechistas de Bélgica, Holanda y Polonia.
El discurso de una hora 20 minutos que Le Pen pronunció en la Plaza de la Opera, se concentró en denunciar al presidente derechista, "padrino de los clanes" que controlan el país desde hace dos decenios y que "se dan la buena vida con el dinero de los franceses".
El ex paracaidista de 73 años se presentó una vez más como víctima de la clase política, de la "orquesta" dirigida por Chirac, miembro de una "elite cosmopolita" que conspira para "destruir" la nación francesa con sus planes de euroglobalización.