Santos, visionarios y viciosos es el tema de la revista ahora dirigida por Jaime Moreno
Tras ''breve pero inquietante'' receso retorna Paréntesis
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Luego de una "breve pero inquietante" interrupción en su publicación, ya circula de nuevo la revista Paréntesis. La novedad es que ahora lo hace con la dirección de Jaime Moreno Villarreal, quien sustituye al director fundador Aurelio Asiain, recientemente nombrado agregado cultural de la embajada de México en Japón.
De acuerdo con el editorial del número de retorno (abril), Paréntesis mantiene "el espíritu" con que nació en diciembre de 1999: "Si es verdad que toda revista literaria de veras viva se refunda en cada número, no es menos cierto que su permanencia, que se cuenta por años, influye en los rumbos de su historia cultural de una nación. Esa permanencia supone un avance compartido entre autores, editores y público lector, que ensanchan juntos el campo artístico y crítico. Quienes hacemos Paréntesis coincidimos en que el momento por el que atraviesa nuestro país requiere de esfuerzos multiplicados para defender y conservar espacios de diálogo y libertad, espacios para el juicio, espacios para la poesía. Este es uno de ellos. Un ciclo se cierra y se abre el siguiente. Se abre paréntesis."
Esta reciente entrega de esta publicación tiene como tema central "Santos, visionarios y viciosos". Por lo que toca a los santos, se publica el prólogo que Hugo Diego Blanco escribió para una nueva edición del libro Vida, martirio y beatificación del invicto protomártir del Japón san Felipe de Jesús, patrón de México, su patria, imperial corte de la Nueva España, en el Nuevo Mundo. Que escribió fray Valtasar de Medina, su compatriota, publicado originalmente en 1751.
También en el rubro de santos, Paréntesis publica una versión de Tomás Segovia al poema Dios, de Víctor Hugo:
Y vi que aparecía una extraña figura;/ un ser lleno de bocas, de alas y de ojos,/ vivo, lúgubre casi y casi radiante./ Volaba, vasto; varias alas tenía calvas./ Al mover las pestañas de sus ojos terribles,/ hacía más rumor que una banda de pájaros,/ y sus plumas hacían ruido de grandes aguas./ Pesadilla carnal o visión de un apóstol,/ parecía una bestia, parecía un espíritu./ En el aire en el cual le sorprendió mi vuelo,/ parecía dar luz y crear tinieblas...
Carlos Monsiváis, por su parte, reflexiona sobre la santidad y la idolatría vistas desde el protestantismo, doctrina en la que fue educado. En una parte de su texto afirma: "En el protestantismo histórico no hay tal cosa como la santidad, al no aceptarse la procesión de milagros y apariciones, y al condenarse lo que Lutero y Calvino, entre otros, juzgan de 'simonía', la comercialización de la fe. A cambio de los numerosos olvidos y las escasas obstinaciones de la hagiografía, el protestantismo dispone de las biografías de los artífices de las denominaciones, y el recuerdo azaroso de aquellos y aquellas que entregan su vida al trabajo misionero y a la organización y propagación de la iglesia específica..."
En este número de Paréntesis no podía faltar un texto sobre Juan Diego y el culto guadalupano. Se trata de un fragmento del Nican motecpana (escrito originalmente en náhuatl, alrededor de 1620), que recoge el primer relato biográfico que se conoce sobre Juan Diego. Además de este texto, se incluye un artículo del director de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia sobre la inminente canonización del indio mexicano.
También es de interés la semblanza biográfica que Patricia Treece entrega del irlandés aspirante a santo Matthew Talbot, "uno de los venerables oficiales de la Iglesia católica", quien "está a un milagro de ser beatificado y a otro de ser canonizado, con lo cual se convertiría en el primer santo alcohólico del que se tenga noticia". Como dato significativo, se señala que su efigie figura abundantemente en los pubs de Irlanda.