ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Saber, querer y sentir
EN EL SEGUNDO festejo de la Feria Nacional del Novillero Telmex 2002, celebrado en La Florecita, de Ciudad Satélite, donde se ha tenido que refugiar la tradición taurina de la capital, nuevamente fue posible saborear la vocación tauromáquica del país, a pesar de sus taurinos.
HICIERON EL PASEILLO Christian Ortega, Xavier Ocampo y Guillermo Martínez, para estoquear un muy bien presentado encierro de Eduardo Funtanet, fuerte, con edad, y que si bien acusó rasgos de mansedumbre, conservó asimismo temperamento y genio, dándole seriedad e importancia a lo realizado por los jóvenes coletas ante el testimonio de una entusiasta afición que casi hizo otro lleno.
A CHRISTIAN ORTEGA había interés por volver a verlo luego de las buenas actuaciones que tuviera en esa misma plaza y en la novillada de triunfadores de Telmex en la Plaza México el año pasado.
Y EL HOMBRE REFRENDO con creces tan comprometedores antecedentes. Con el abreplaza Pajarito, que tomó dos varas tapándole la salida pues se escupía de la suerte, el torerismo de Ortega quedó de manifiesto desde el capote, al responder con faroles y caleserinas al quite macho por gaoneras de Xavier Ocampo. Engallado, Christian dejaría luego tres emocionantes y certeros pares, no obstante la fuerza con que acudió el novillo. Con la muleta ambos protagonistas fueron a más, en repetidas tandas por ambos lados, gracias al mando y sitio del torero, que coronó su labor con soberbia estocada.
EL JUEZ RAÚL ESPÍNDOLA, que ha sabido mantenerse en su sitio de autoridad y no de hora de las complacencias de amigos y vecinos de los diestros, tuvo otro acertado desempeño, otorgando una merecida oreja. Para la formación de los jóvenes, siempre será mejor pecar de exigente que incurrir en generosidades pueblerinas y falsos estímulos.
CON SU SEGUNDO, que empujó en una vara y llegó problemático al último tercio, Ortega repitió color con los palos, pero con la muleta prefirió torear por la cara, dejar el estoque en lo alto y darse una vuelta por su cuenta.
XAVIER OCAMPO FUE el querer, el empeño y las ganas... sin el soporte técnico suficiente. Aguantó en serio las reiteradas embestidas de Lobero, que lo prendió aparatosamente en el volapié, y se vio eléctrico y sin poder estructurar la faena ante Forajido, un hermoso novillo alto, hondo y largo, que acusó temperamento más que bravura, y que evidenció el escaso fogueo de Ocampo.
GUILLERMO MARTINEZ, POR su parte, fue el sentimiento puro y la expresión intensa ante otro lote nada fácil. En cuanto el muchacho acabe de asimilar las bases del toreo, podrá llegar muy lejos. Las soberbias verónicas a su primero, con las manos bajísimas y el tiempo detenido, y el alucinante, poético quite por el que a punto estuvo de ser lastimado, así como sus musicales naturales y cadenciosos derechazos a ambos novillos, indican que aún trae más salón que campo. En cuando invierta el orden de los factores, estaremos hablando de otra figura de la novillería en cierne.