Iván Restrepo
Cancún, Ƒfeliz cumpleaños?
Hace justo 32 años comenzó la construcción del polo turístico más importante del país. Quienes idearon Cancún en lo que era un sitio aislado, pero de enorme belleza natural, dijeron que sería ejemplo de infraestructura hotelera y porque no tendría la desigualdad social y económica que marca a centros turísticos como Acapulco y Puerto Vallarta. El del Caribe mexicano atraería turistas de alto nivel económico. La derrama de divisas permitiría emplear a personal especializado y dignamente a la mano de obra rural y urbana que vive en entidades con serios problemas de pobreza, como Yucatán, Chiapas, Campeche y Quintana Roo.
Con 26 mil cuartos de hotel, y 6 mil más proyectados para los próximos años, y 700 mil habitantes (la mayoría pobres y miles de ellos en extremo), Cancún todavía no cumple tres décadas de funcionamiento y ya muestra signos de obsolescencia en su infraestructura básica sin que deje de crecer la marginación. Si los últimos diez años se regularizaron áreas donde viven más de 100 mil personas pobres, muchas de las cuales todavía no reciben los servicios públicos indispensables, hoy otros 15 mil más viven en la irregularidad. Es el círculo vicioso al que contribuyen el desmedido crecimiento hotelero y la falta de visión de las instancias oficiales, incapaces de establecer una política que consolide lo existente en vez de propiciar una expansión urbana y de servicios con desigualdades de toda índole.
Siempre que el sector público o el empresarial informan sobre Cancún, mencionan los 37 millones de personas que lo han visitado y los 22 mil millones de dólares que aportaron durante su estancia, pero ocultan los desajustes sociales, naturales y económicos que ha causado olvidar las normas mínimas de planeación citadina y de turismo.
Hoy se necesitan 500 millones de dólares para renovar y ampliar la infraestructura urbana original, sobresaturada y con deterioro creciente. Millones más para combatir la erosión de las playas, que poco a poco deja a la zona hotelera sin esa franja arenosa, a merced del mar. Se paga caro haber construido a corta distancia de donde rompen las olas, y no, como dicta la experiencia mundial, alejado de éstas. Como los hoteleros creen que el turista debe tener el mar al pie de la cama, nada difícil es que lo logren pronto, pues las playas desaparecen por efecto de los ciclones, las corrientes marítimas, el aumento del nivel del mar debido el cambio climático, entre otros factores.
Los errores que se han cometido en Cancún deberían servir para no repetirlos. No es así. Se anuncian magnos proyectos con miles de cuartos, villas, campos de golf, centros comerciales, olvidando que hay una oferta sobresaturada, la competencia del corredor Cancún-Tulum (el lugar de moda) y otros sitios de esparcimiento del Caribe, así como el deterioro de la zona urbana y hotelera original.
Uno de esos megaproyectos pretende erigir en una frágil zona una especie de Venecia caribeña. El más reciente lo acaban de anunciar el Fondo Nacional de Promoción al Turismo (Fonatur) y la empresa Golf and Resort: ocupará 250 hectáreas e incluye dos campos de golf, mil habitaciones de cinco y más estrellas, 250 villas, centro comercial y los servicios que demanda la gente rica. Por enésima ocasión se dice que la idea es atraer turistas de alto poder económico. Y es que como no lo han logrado, piensan que llegarán si se construyen seis nuevos campos para los golfistas. Se desconoce si estos campos y demás megaproyectos cumplen con la normatividad ambiental o si los barones del dinero les madrugaron otra vez al secretario Lichtinger y a sus colaboradores inmediatos.
Mientras llegan esos ricos con sus palos de golf, la falta de infraestructura urbana que demanda la población actual y futura, bien, gracias; la violencia, la inseguridad y la drogadicción, mejor que nunca; la contaminación y el deterioro de recursos naturales, viento en popa; el lavado de dinero en diversos proyectos, de maravilla; la corrupción, sin cambio alguno; la alianza funcionarios-desarrolladores, como siempre, pues el PRI sigue gobernando en Quintana Roo y protegiendo al clan económico que hoy manda en la entidad, y hasta se mejorará, pues un integrante de la iniciativa privada (de fortuna reciente), convertido en ecologista de pacotilla, es presidente municipal de la ciudad. Y las autoridades, que deberían garantizar un desarrollo sostenible, no a costa de la naturaleza y la calidad de vida de la población... siguen prometiendo el cambio. ƑFeliz cumpleaños?