El grupo argentino Brenda Angiel actuó
en México
South, Wall and After realiza búsqueda
en el terreno poético de la danza
MARIANA NORANDI ESPECIAL
La
compañía argentina de danza aérea de Brenda Angiel
se presentó este martes en el teatro Metropólitan. A pesar
de que los promotores de este espectáculo realizaron una buena campaña
de difusión, la asistencia no superó el 40 por ciento de
la capacidad total del teatro (sin contar la parte alta del foro que permaneció
cerrada). Sin embargo, es sabido que la cantidad de público no define
la calidad de un show y que un espectáculo de danza en nuestro país
tiene mucho menos poder de convocatoria que otro tipo de evento. Así
que, con los que estábamos, cuando faltaban 15 minutos para las
9, comenzó el espectáculo llamado South, Wall and After.
Esta coreografía está compuesta a partir de tres montajes
que Angiel había realizado hace algunos años. El primer número
pertenece a la producción denominada Otras partes, estrenada
en Buenos Aires en 1997. La obra se inicia con la presencia de una pareja
suspendida en el aire por medio de arneses y sogas estáticas. El
cuadro, compuesto por un hombre y una mujer, ambos vestidos de negro, se
desenvuelve rodeado de un ambiente intimista y romántico. A medida
que transcurre la acción, los bailarines comienzan a realizar nuevos
movimientos que los llevan a explorar el cuerpo del otro, logrando una
escena sugestiva y portadora de emociones.
En la siguiente coreografía, los danzantes están
suspendidos en el aire con cuerdas elásticas, las cuales crean mayor
juego de movimiento. Los bailarines, en una atmósfera de humor,
rebotan y se lanzan de unas mesas colocadas en el escenario que sirven
de lugar de apoyo y de despegue. Los cuerpos de los artistas parecen marionetas.
Se dejan caer, se elevan, se dejan llevar por el movimiento elástico
de las sogas, se desplazan sin aparentar esfuerzo. Por momentos convierten
el escenario en un espacio ingrávido, lunar. Esta técnica
de utilizar cuerdas elásticas favorece la expresión sobre
lugares inusuales en la danza convencional como son las piernas, el vientre
o las caderas de los otros bailarines. Por otro lado, las cuerdas elásticas
desaceleran el movimiento, facilitando una mejor percepción del
mismo y creando una estética visual cargada de poesía. Esta
parte de la obra finaliza con un número de mayor intensidad en el
que el espacio se convierte en un punto de tensión, entre la libertad
y la sujeción, donde los bailarines juegan a volar sin alejarse
demasiado tiempo del suelo.
La segunda obra que forma parte de este espectáculo
se llama De parte en parte y fue estrenada en Buenos Aires hace
dos años. En ella se percibe una búsqueda hacia nuevos movimientos,
y para eso se experimenta el cambio de posición del arnés.
En estas coreografías el arnés pasa de estar sujeto a la
cintura a estarlo a una mano, un pie o al pecho, proporcionando una nueva
dinámica al movimiento del bailarín. A pesar de que estos
artistas saltan, dan vueltas, se columpian y están colgados de cuerdas,
el lenguaje pertenece totalmente a la danza y se mantiene muy alejado de
las formas circenses del malabarismo.
La última parte corresponde a la obra South,
Wall and After, estrenada y producida por el American Dance Festival
en 1998 y es la parte más impactante a nivel visual. Aquí
los bailarines, colgados de cuerdas estáticas, desarrollan las coreografías
sobre la pared, lo cual produce en el espectador un efecto tridimensional
muy interesante. Desde las butacas da la sensación de que se observa
el espectáculo desde lo alto de un edificio, y que la pared donde
bailan los artistas es el suelo de la calle. La pared gris, la iluminación
blanca y el juego de sombras ayudan a producir este efecto visual que transforma
la percepción del espectador.
Este espectáculo se desarrolla en su totalidad
dentro de una atmósfera minimalista. El diseño escenográfico
es completamente negro, salvo un par de mesas y una silla que aparecen
en una de las escenografías. Las luces son sencillas, suaves y casi
no recurren a otro color que no sea el blanco. La música no está
compuesta de forma independiente sino que se adapta a este estilo, basando
su sonido en una presencia dominante de la percusión.
El resultado de este show es interesante, aunque algo
corto, puesto que apenas alcanza la hora de duración. En algunos
momentos resulta un poco monótono pero, en general, demuestra una
importante búsqueda en el terreno poético de la danza y una
profunda investigación en el infinito universo del movimiento.