Taylor: danza de altura
MERRY MAC MASTERS
El júbilo que caracteriza la primavera, el humor y el comentario social fueron los temas que desarrolló la Compañía de Danza Paul Taylor, mediante un trío de coreografías, al presentarse el pasado martes en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, dentro del Festival del Centro Histórico. Se trata de la tercera ocasión que la agrupación estadunidense, fundada en 1954, actúa en México. Antes lo hizo en 1965 y 1977.
Mientras Dandelion wine (Vino de dientes de león) constituye una oda a la primera estación del año, Antique valentine (Enamorado antiguo) juguetea con la danza y Speaking in tongues (Hablando en lenguas) pone en evidencia las prácticas de ciertos pastores religiosos, en particular, en el sur de Estados Unidos.
Si las primeras dos obras, estrenadas en 2000 y 2002, respectivamente, son muestras del trabajo más reciente de Taylor, la última, que se remonta a 1988, es ya un clásico del vasto repertorio de la compañía.
De principio a fin, la compañía de 17 bailarines brilló por su sólido trabajo dancístico.
Taylor, de 71 años, quien en 1975 se retiró de los escenarios como bailarín, acaba de crear su coreografía número 116.
Taylor fue solista durante siete años de la Compañía de Danza de Martha Graham. Su propio estilo, no obstante, destaca por su exploración del espacio y el empleo de contracciones. Considerado la máxima figura actual de la danza moderna en el país del norte, las obras de Taylor que fueron presentadas están dirigidas a un público sensible al género. Sin embargo, para los espectadores en busca de lo fácil, lo espectacular o que nada más ven danza cuando se trata de ''grandes nombres", quizá hayan resultado a veces tediosas.
La obra Dandelion wine ofrece un torbellino de movimiento. Como bien se dijo un día antes, en conferencia de prensa, para bailar las coreografías de Taylor se necesita muy buena condición física. Quedó demostrado que a esos bailarines con ''las piernas de un roble", de repente les salían ''las alas de un ave".
Antique valentine es una obra curiosa, propiciadora de una que otra risa del público, en la que los bailarines se transforman en muñecos mecánicos cuyos movimientos bruscos y su tendencia de moverse en grupo desafían las posibilidades del espacio. Taylor siempre destaca por su musicalidad que no discrimina ningún género: ha convertido en ''arte de altura" la llamada "música de elevador" y las melodías de moda.
En Antique valentine utiliza piezas de Bach, Beethoven y Chopin, entre otras, interpretadas por cajas de música.
Taylor, creador de arquetipos, como el pastor fundamentalista, pero de pasado irregular, de Speaking in tongues, aquí despliega su maestría para conjugar movimiento, expresión corporal y anécdota, apoyado por la iluminación de Jennifer Tipton y la escenografía de Santo Locuasto.