Se cumple el centenario del natalicio del ensayista
y promotor de la alfabetización
Jaime Torres Bodet, gran secretario de Educación
poco conocido como escritor
Su imagen de burócrata ensombrece su obra poética,
opina Miguel Capistrán
Enaltecer al ser humano, profesión de fe del
autor de Fervor, escribió Antonio Caso
ANASELLA ACOSTA NIETO
A cien años de su nacimiento, que se cumplen hoy,
Jaime Torres Bodet, pensador, humanista, educador, poeta, narrador, ensayista,
crítico, orador, diplomático, servidor público y promotor
de la alfabetización y el arte, es uno de los personajes menos conocidos
por los mexicanos.
Pocos son los que saben del desempeño de quien
formó parte del grupo de los Contemporáneos, tanto en la
literatura como en el servicio público. Quienes lo recuerdan o tienen
conocimiento fortuito de él, lo ubican sólo como escritor,
aunque confiesan no haber leído su obras; otros lo señalan
como un funcionario y, en el mejor de los casos, precisan su relevante
desempeño como secretario de Educación Pública.
Excusas de la desmemoria
En las librerías del Fondo de Cultura Económica,
la editorial que más se ha ocupado de continuar la publicación
de las obras de Torres Bodet, apenas se registran seis títulos de
cerca del medio centenar que el autor publicó entre ensayos, crítica,
cuentos, novela, poesías, discursos, memorias y artículos.
Sus
ensayos y algunos discursos que dan testimonio de su contribución
en campos como la alfabetización y la promoción cultural
y arrojan luz sobre problemas profundos de la creación literaria
de novelistas como Honoré de Balzac, León Tolstoi, Stendhal,
Fedor Dostoyevski, Marcel Proust, Benito Pérez Galdós y Rubén
Darío parecen haber quedado en el olvido.
Las excusas de la desmemoria y la exclusión sobran.
Para Miguel Capistrán, desde la década de
los 70, la obra literaria de Torres Bodet fue considerada la antítesis
de la llamada literatura de la onda.
Otro de los motivos por el que su obra literaria no es
bien valorada, asegura Capistrán, tiene que ver con su desempeño
como servidor público. ''Ha pesado más la imagen del gran
burócrata, la cual ha ensombrecido su obra poética".
Hugo Gutiérrez Vega, diplomático y escritor,
atribuye el olvido del hombre de letras a la permanente búsqueda
de intensidad o tensión espiritual en los poetas por parte de los
lectores.
Explica: en la poesía de don Jaime sólo
encuentras esa tensión espiritual en algunos momentos, en el resto
encuentras sobre todo una preocupación por la forma, que es muy
legítima. A ello se debe que no tuviera la popularidad de otros
de los Contemporáneos.
Poeta ''muy correcto''
Cualesquiera de los motivos puede ser válido, pero
a cien años del natalicio de Torres Bodet la pregunta es obligada:
¿cuáles son las contribuciones del humanista que es preciso
rescatar para enriquecer el presente?
Gutiérrez Vega no duda en señalar que la
tarea de rescate del autor debe empezar por su poesía, pues ''era
un poeta muy correcto".
Recuerda que fue un escritor cuidadoso hasta el final
de su vida. Empezó a redactar la nota de despedida el día
de su suicidio y era tan correcto que no le gustó la primera; arrugó
la hoja y la tiró, lo mismo hizo con la siguiente y la siguiente,
hasta que encontró las palabras precisas. Alrededor de su mesa quedaron
30 o 40 hojas.
Lo mismo sucede con sus poemas, agrega. ''Hay una búsqueda
de las palabras precisas, del perfeccionismo", en eso era de la estirpe
de Honoré de Balzac y, sobre todo, de Gustave Flaubert. Pero advierte:
''No es una actitud constante".
Miguel Capistrán lo define: ''Poeta de altura respetable,
de dignidad y acento poético que no desmerece", ejemplo de ello
-menciona- es Cripta.
Entre sus ensayos, comenta Gutiérrez Vega, destaca
Balzac,
''uno de los más lúcidos y completos", lo mismo que sus
discursos relacionados con la educación y la política exterior
mexicana.
Al hablar del crítico, Capistrán aboga por
su trabajo en el campo de la cinematografía compilado en el volumen
La
cinta de plata, publicado por la UNAM. En ese libro reúne sus
críticas semanales en Revista de Revistas, en la que reseñó
muchos de los estrenos del cine mudo y se convirtió en uno de los
primeros críticos de cine.
Torres Bodet ?agrega? es el primero que pugna, con su
amigo Bernardo Ortiz de Montellano, por crear un cineclub en los
años 20. Lucha que concreta con la fundación de Ocho milímetros
cinema, lo que fue ''una aportación fundamental para el desarrollo
y apreciación del cine".
Prosélito de Vasconcelos
Gutiérrez Vega se refiere además a la labor
del autor de Fervor como promotor cultural: ''Trae a México
autores franceses, belgas, italianos, escadinavos. Durante mucho tiempo
(Torres Bodet) fue un lazo de unión entre la poesía de distintas
latitudes y la mexicana".
Esta labor se extiende a las revistas Falange y
Contemporáneos,
que fundó con Ortiz de Montellano.
El rescate de la tarea del pensador quedaría incompleto
si se soslaya su contribución a la alfabetización como continuador
de la labor de José Vasconcelos en la Secretaría de Educación
Pública.
Torres Bodet lanzó el sistema de libro de texto
gratuito; creó la Biblioteca Encicoplédica Popular y publicó
los Clásicos verdes, libros en los que se divulgaba la obra de escritores
grecolatinos y modernos. Impulsó, también, la creación
de los museos de Antropología y de Arte Moderno.
Torres Bodet, además, planteaba una política
en relación con el indigenismo consistente en la alfabetización,
el desarrollo integral y la contribución de instructores rurales
bilingües.
Al respecto, Miguel León-Portilla escribió
en un ensayo: ''La vida y obra de Torres Bodet tienen raíz en una
muy propia forma de humanismo mexicano y universal al mismo tiempo. Don
Jaime ha servido a México y al mundo con la amplitud de un pensamiento
sin valladares ni étnicos ni geográficos".
Por si faltaran motivos, Antonio Caso ofrece una de las
razones primordiales para conocer y releer a quien también fue director
general de la UNESCO: ''Lo que siempre admiré en Torres Bodet fueron
no sólo sus cualidades intelectuales, sino lo que creo que es en
él esencial: su vocación para enaltecer al ser humano y protegerlo
de todo aquello que pueda menoscabarlo, y su constante fe, que nunca ha
flaqueado, en la redención del hombre por la educación".