MAR DE HISTORIAS
La danza de las horas
CRISTINA PACHECO
Maletas, ropa húmeda, juguetes y bolsas con restos de comida se mezclan sobre los muebles del departamento donde hay una actividad frenética:
DELIA abre las ventanas para que salga el aire viciado por una semana de encierro. JOSE saca del maletín su posesión más preciada: la cámara fotográfica. MAURICIO arrastra una mochila de lona. KAREN se dispone a sacar los cosméticos de la bolsa que paseó por todas las playas. ESTEPHANIE desenvuelve las conchitas que recogió durante el último paseo.
Todos se vuelven a la puerta cuando escuchan el timbre.
DELIA: -Karen, abre. ƑNo ves que estoy ocupada?
Molesta por la interrupción, Karen se dirige a la puerta donde aparece ELENA, su vecina de la planta baja:
ELENA: -Oí ruido y vine a ver...- (Entra) -ƑCómo les fue?
DELIA: (Esforzándose por ser amable) -Bien, muy bien.
ELENA: -Se dieron su buena tostada-. (Mira a Estephanie) Qué simpática te ves así, negrita. ƑTe tomaron fotos, muñeca?
ESTEPHANIE: -Sí, muchas.
ELENA: (A José) -No dejen de enseñármelas. Y conste que todavía no he visto las que trajeron de su viaje a Michoacán, hace tres años.
KAREN: (A su padre) -Ay, papá, no sé para qué tomas tantas fotos si nunca las revelas.
JOSE: -Y aquí, Ƒqué tal?
ELENA: -Todo estuvo bien solo, bien tranquilo. Creo que, sin salir, descansé más que ustedes.
DELIA: (Asomándose al refrigerador) -Los viajes son fatigositos, pero vale la pena porque cambia uno de aire. (Cierra la puerta del refrigerador) -No hay ni leche. Mauricio, vete al súper y de una vez me traes huevos, aceite y pan.
MAURICIO: -ƑAhorita?
DELIA: -En la mañana eres el primero que quiere desayunar. (A José) -ƑLe das dinero?
JOSE: (Llevándose la mano a la cartera) -A ver si traigo. (Saca dos billetes) -ƑLe alcanzará?
DELIA: -Para lo que le encargué, sí. (Reflexiona unos segundos) -Todavía es temprano. Viejo: acompaña a Mauricio y sacas algo; en el súper hay cajero.
ELENA: (Con expresión alarmada) -Mejor hasta mañana. Está la cosa bien fea. Con decirles que ayer, a las dos de la tarde, le vaciaron su departamento a Regina.
Se escucha un coro de exclamaciones: "šAy, güey!", dice Karen. "šChale!", comenta Mauricio. "šQué susto!", agrega Estephanie.
JOSE: (A Delia) -ƑVes por qué no me gusta que salgamos? Las próximas vacaciones le pido a uno de mis hermanos que se quede a cuidarnos el departamento o no salimos.
ELENA: -Pero si Regina estaba en su casa. Unos tipos se les metieron, la encerraron a ella con su mamá en el baño y mientras cargaron todo en un camión de mudanzas que habían estacionado en la puerta.
JOSE: -ƑY los policías que luego andan por aquí?
KAREN: -Ay, papá: esos nunca se dan cuenta de nada y menos cuando ven que pueden sacar raja.
DELIA: -Nomás de pensar cómo estará Regina... Y Ƒqué le robaron?
ELENA: -Bastantes cosas: la tele, la video, el refrigeradorcito y hasta la cabeza de su máquina eléctrica.
DELIA: -šQué amolada! Ahora Ƒcómo va a hacer sus costuras? Ella vive de eso.
ELENA: -Lo peor es que los rateros se llevaron los vestidos que Regina iba a entregar a unas muchachas para su graduación: es el sábado que entra.
KAREN: -Ahora Ƒcómo le va a hacer?
ELENA: -Pues ya fue a hablar con ellas. Les explicó lo que había sucedido y que la perdonaran, porque ni teniendo dinero para comprar más tela les acabaría otros vestidos a tiempo.
DELIA: -Y los papás, Ƒqué dijeron?
ELENA: -Hasta eso, se portaron muy gentes, menos don Víctor: amenazó a Regina con que si no le entrega a Lucy su vestido, no se la va a acabar.
JOSE: (A Karen, en voz muy baja) -ƑConocemos al tipo ese?
KAREN: -Sí, papá, es uno grandote que siempre anda vendiendo coches-. (Adopta un gesto de importancia) -Cuando me saluda, ni le contesto porque se me hace así como bien morboso.
JOSE: -ƑTe ha molestado? šDímelo! Porque voy y le reclamo.
DELIA: -No, ni Dios lo quiera. Ese hombre trae pistola y allí sí cómo te defenderías.
JOSE: (Señala con el índice a Delia): -ƑTe acuerdas que no me dejaste comprar la que me vendía Marcos? (A Mauricio) -Tú estabas conmigo cuando me la ofreció en mil quinientos. ƑCierto o no?
MAURICIO: -Y en dos abonos.
ELENA: (A Mauricio) -Pero qué bueno que no la compró. Las pistolas son una tentación. Yo, por ejemplo, ahora que van a permitir que una familia tenga hasta cinco armas en su casa, ya le advertí a Miguel que ni se le ocurra comprar una...
MAURICIO: -šAh, chingao, cinco!
DELIA: -Niño, fíjate cómo hablas. Aquí no estamos en la casa del Big Brother-. (A Elena) -ƑCómo que cinco pistolas?
ELENA: -Salió en todos los periódicos. ƑNo lo leyeron?
DELIA: -No. Estando uno afuera como que se antoja desconectarse de tantas cosas feas que están pasando.
JOSE: -Pero eso es en todas partes.
DELIA: -No, perdóname; aquí hay más inseguridad.
ELENA: -Pues por lo mismo, y como la policía ya no se da abasto con tanto ladrón, los diputados andan viendo si autorizan que uno tenga armas para defenderse de los asaltantes.
KAREN: -En la calle, todavía; pero en la casa, šqué horror!
JOSE: -A mí me parece bien. Imagínate que Regina hubiera tenido una pistola: Ƒa poco crees que la habrían robado?
KAREN: -Regina es bien tímida, papá. No creo que sea capaz de dispararle ni a una mosca. Para eso se necesita valor.
JOSE: -Le hubiera salido al ver que esos cabrones iban a robarle-. (Da un golpe en la mesa) -No hay derecho. Si yo viera a un tipo queriendo meterse aquí, le vaciaba la pistola desde la cabeza hasta los huevos.
DELIA: (Mirando a Estephanie) -No digas esas cosas delante de la niña. (Repara en la sonrisa de Mauricio) -Y tú, Ƒqué esperas para ir al súper?
KAREN: -Ya es bien tarde, mamá, mejor que no vaya.
MAURICIO: -No seas gacha, son apenas las siete. Además, no hay nada de comida: Ƒqué vamos a cenar?
KAREN: -Todavía hay hamburguesas y por favor no te hagas: quieres salir para ver a tu maldita pandilla.
DELIA: (Abre una bolsa de plástico con los restos de hamburguesa) -Son cachitos. A ver cómo le hacemos. La cosa es mañana...
ELENA: -Por cierto, no dejen de adelantar su reloj una hora porque ya empieza el horario de verano.
DELIA: (Se golpea la frente con las manos) -šSe me había olvidado! (A Estephanie) -Al ratito te acuestas, para que te vayas acostumbrando a la levantada del lunes.
ELENA: -Ustedes necesitan descansar. Ya los dejo.
DELIA: -Gracias por haber venido.
KAREN: -Voy a bañarme... (Levanta el brazo): -Sí, mamá, ya sé que no debo acostarme con el pelo mojado. Voy a arreglármelo con la secadora. (Toma la bolsa de cosméticos, la abre y grita): -šNo está, me la robaron!
DELIA: (Acercándose a Karen) -Busca bien.
KAREN: (Revuelve en el interior de la bolsa) -Acababa de comprarla. Me costó 800 pesos. šQué coraje!
JOSE: (A Delia): -ƑVes? En todas partes es lo mismo y para los ladrones ninguna semana es santa.