El Papa apareció con andadera y no pudo recorrer ninguna estación de la ceremonia
Escándalos de sacerdotes pederastas, el verdadero Vía Crucis del Vaticano
Según el diario italiano La Repubblica, Wojtyla tendrá que utilizar silla de ruedas en breve
"Debe dejar la dirección y parar; tendrá que renunciar el próximo año", afirma obispo de Brasil
AFP, DPA Y REUTERS
Ciudad del Vaticano, 29 de marzo. Por primera vez en sus 23 años de pontificado, el sexto más largo en la historia de la Iglesia católica, el papa Juan Pablo II apareció con una andadera y no pudo recorrer ninguna estación de la tradicional ceremonia del Vía Crucis. No pudo cargar la cruz de 3.5 kilos y sólo musitó con voz entrecortada y lentamente: "La paz sea contigo Jerusalén, ciudad amada de Dios".
Ante miles de fieles expectantes improvisó una meditación sobre la muerte de Cristo y la esperanza de la resurrección en la ceremonia religiosa del Viernes Santo, considerada una de las más importantes de la liturgia católica. Con dificultades, debido a sus múltiples dolencias, Juan Pablo II escuchó las confesiones de cinco hombres y cuatro mujeres.
El diario italiano La Repubblica especuló hoy que el pontífice, quien en mayo cumplirá 82 años de edad, tendrá que utilizar muy pronto silla de ruedas, debido al persistente dolor en su rodilla derecha, provocado por la artrosis, padecimiento que se suma al mal de Parkinson que lo aqueja desde hace una década.
Sin embargo, más fuertes que las dolencias físicas del Papa, el verdadero Vía Crucis para el Vaticano lo constituyen las crecientes revelaciones sobre pederastia y abuso sexual de varios obispos y sacerdotes.
De acuerdo con la agencia Afp, Juan Pablo II está más afectado por la "traición" de los sacerdotes presuntamente responsables de delitos sexuales que por sus propios problemas de salud.
No fue casualidad, señalan fuentes citadas por la agencia francesa, que el Jueves Santo el pontífice calificara de "traidores" a los sacerdotes que alteraron los votos de celibato e invitara a los 5 mil obispos y 400 mil clérigos de todo el mundo a "confesar" públicamente sus eventuales "infidelidades".
El escándalo más reciente fue protagonizado por un coterráneo del Papa: el obispo polaco Julius Paetz, ex colaborador personal de Juan Pablo II, quien fue acusado el pasado jueves de acoso sexual a seminaristas y sacerdotes. Este caso se sumó a una avalancha de revelaciones sobre los comportamientos sexuales y actos de pederastia de miembros de la Iglesia católica, que han provocado también la renuncia del obispo de Palm Beach, Florida, Anthony O'Connell, acusado de haber abusado de un seminarista hace 25 años.
Otro caso fue el del sacerdote de Boston, John Geoghan, condenado a 10 años de cárcel por haber abusado de un niño en 1991. El cardenal Berard Law, quien conoció del caso, aceptó ante la justicia el nombre de 80 sacerdotes que también fueron víctimas o protagonistas de abusos sexuales.
En Francia, una investigación iniciada por una querella por pederastia en contra del obispo auxiliar de Parms, Jean Michel Di Falco, fue cerrada porque los hechos prescribieron. En Brasil, el fraile Sebastiao Luiz Tomaz, de 69 años, fue detenido a mediados de febrero pasado acusado de abuso sexual contra 21 jóvenes de la ciudad de Santana do Acaraz.
Otro escándalo que cimbró al Vaticano recientemente fue la revelación pública de la condición homosexual del sacerdote español Josi Mantero, de 39 años, en febrero pasado. En represalia, el obispo de Huelva lo suspendió de todas sus funciones eclesiásticas.
Críticas a Juan Pablo II;
en sondeos, a la baja
Los escándalos se han sumado a sondeos y declaraciones que ponen en duda la capacidad física de Juan Pablo II para continuar su pontificado. En Río de Janeiro, el obispo católico Pedro Casaldáliga, fundador de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), señaló hoy que el Papa deberá renunciar el próximo año, porque "los cargos vitalicios no son muy oportunos.
"En las empresas humanas, cuando el dueño alcanza cierta edad, es preferible parar. Uno puede tornarse consejero para dejar la dirección en otras manos. El Papa, los obispos y los sacerdotes también somos humanos. No queremos abusar del Espíritu Santo", abundó Casaldáliga, considerado uno de los pilares de la Iglesia brasileña, exponente de la teología de la liberación y consagrado desde 1971 como obispo de Sao Filix de Araguaia.
Al mismo tiempo, una consulta realizada por el instituto demográfico Forsa, en Alemania, reveló que 54 por ciento de los encuestados cree que la enfermedad del Papa daña la imagen de la Iglesia católica, mientras sólo 21 por ciento opinó lo contrario.
Frente a los recientes escándalos de delitos sexuales, el periódico estadunidense USA Today publicó un sondeo que revela que 72 por ciento de los católicos opinan que la jerarquía de la Iglesia maneja mal el problema. El 74 por ciento considera que el Vaticano "sólo piensa en defender su imagen y no resolver el problema".
En contra de esas apreciaciones, fuentes del Vaticano insisten en su hermetismo sobre la posibilidad de una "renuncia" de Juan Pablo II y reiteran que el Papa mantiene su "voluntad de hierro", demostrada el día de hoy al aparecer en público.
Juan Pablo II es el sexto papa en la historia católica que ha durado más en un pontificado, informó la agencia de noticias Andkronnos. Su pontificado ya rebasó el de Pío VII, que duró 23 años, cinco meses y seis días. Pío IX estuvo 31 años, León XIII fue pontífice durante 25 años, y Pío VI permaneció 24 años. Adriano I duró 23 años.
Mensaje de paz
Durante la ceremonia del Viernes Santo 14 periodistas, nueve hombres y cinco mujeres, hablaron sobre distintos conflictos en el mundo; entre éstos, terrorismo y pobreza.
"Es difícil llevar esta cruz paradójica en el mundo contemporáneo, globalizado, dominado por el poder económico, político y militar", lamentó un periodista japonés.
El Papa insisitió en orar por la paz en Medio Oriente e invitó a los feligreses a aprender a "vencer el sufrimiento" y a considerarlo un medio para compartir la Pasión de Cristo y el dolor en el mundo.
Por la tarde, Juan Pablo II presidió la misa de la pasión de Cristo, que incluyó oraciones por la unidad de los cristianos y por los judíos, para que "la violencia cese en la ciudad que fue bañada por tu sangre", y para que "los grandes de la Tierra no imiten a Pilatos y se laven las manos".
Estas oraciones fueron encabezadas por el párroco del Vaticano, el padre Raniero Cantalamessa.