José Antonio Rojas Nieto
Fortaleza y debilidad petroleras de Rusia
šQue no se nos olvide observar continua y detenidamente el comportamiento petrolero de Rusia! E invitarla a ser muy prudente. Poseedora de 48 mil millones de barriles de petróleo (5 por ciento de reservas del mundo) y de mil 700 billones de pies cúbicos (equivalentes a la tercera parte de las reservas de gas natural), la Rusia de hoy se ha organizada muy bien con las ya famosas y grandes empresas estatales: Lukoil, Yukos, Sibneft, Surgutneftegaz, Tyumen, Tatnteft, Sibneft, algunas privadas y varias mixtas, fruto de acuerdos de inversión, primordialmente con capitales estadunidenses.
Bien, pues esta Rusia renovada está en condiciones de producir ya cerca de 8 millones de barriles diarios y quiere alcanzar -una vez más- los 11 millones que, como Federación Rusa, promedió en 1989, cuando alcanzó un nivel equivalente a la producción conjunta de Arabia Saudita, Irak e Irán.
Este panorama puede estar próximo a reaparecer. Por lo pronto, en febrero ya superó a Arabia Saudita con 7 millones 280 mil barriles. Se trata de un dato que hace mucho más compleja la realidad petrolera de hoy y los esfuerzos de estabilización del mercado. Hay que observarlo bien.
Para fortuna nuestra y de todos los demás países petroleros que, como nosotros, tienen ingresos fiscales petroleros, en los primeros tres meses el año esta nueva Rusia petrolera aceptó -no sin fuertes debates internos y externos- una disminución de 150 mil barriles al día, y se fue adaptando razonablemente a la drástica baja de la demanda que obligó a la OPEP y a otros productores a dejar ociosa parte de su capacidad.
Hasta hoy la reducción lograda por todos ha sido afortunada también para todos, incluida la mismísima Rusia, cuya cuarta parte de sus ingresos fiscales depende de la venta externa de ya casi 4 millones de barriles al día de crudo. Según todas las opiniones, Rusia estará muy pronto en condiciones de aportar hasta un millón de barriles diarios más a una demanda creciente que, según las apreciaciones más extendidas, podría llegar a 80 millones de barriles al día en el invierno próximo.
Para entender mejor su situación, conviene recodar datos ya conocidos. Rusia tiene baja fertilidad natural petrolera. Su producción de cerca de 7 millones de barriles la logra con la explotación de poco más de 40 mil pozos, lo que permite hablar de una fertilidad media de apenas 170 barriles al día por pozo, lo que resulta muy bajo ya no sólo en relación con el rendimiento medio saudí o iraquí -4 mil 147 y mil 160 barriles al día por pozo- en estos momentos, sino aun a rendimientos menores como el de Argelia o México: 639 y mil 036 barriles al día por pozo respectivamente.
Esta baja fertilidad rusa representa, de manera inmediata, alto costo de producción. No tan alto como el de Gran Bretaña y Noruega, que explotan las difíciles zonas del Mar del Norte, y que sería mayor si no se registraran las altas fertilidades actuales: mil 580 y 4 mil 222 barriles al día en promedio. Ni tampoco como el altísimo costo que representa actualmente en Estados Unidos la explotación de casi 540 mil pozos que apenas dan, en promedio, 11 barriles al día cada uno. Pero es evidente que tiene costos mayores a los de los productores del Pérsico. Y eso la limita.
La fortaleza petrolera es una mezcla curiosa de disponibilidad de reservas y capacidad productiva, con fertilidad natural y costos de producción. Es, además, una mezcla con geopolítica.
Rusia, sin duda, tiene importantes reservas y creciente capacidad productiva; pero para su desgracia tiene mucho más altos costos de producción que varios miembros de la OPEP que también podrían ampliar su plataforma de producción de manera relativamente rápida, e incluso de algunos que, como México, lo harían de manera mucho más gradual. Hay algunas compañías rusas como Yukos y Sibneft que avaladas por un sólido respaldo financiero estadunidense ya quieren ampliar en 20 por ciento su producción, lo que arrojaría al mercado casi 300 mil barriles al día más, justamente el doble de lo que redujo toda Rusia su producción.
Sería un contrasentido e iría en contra de los importantes esfuerzos del primer ministro, Mihail Kasyanov, quien ha buscado que aquéllas y todas las demás compañías petroleras rusas actúen con muchísima prudencia. De no ser así podría coadyuvar -hay circunstancias que lo permitirían- a una severa desestabilización del mercado durante el segundo semestre.
México debe continuar su acertada política de acercamiento a Rusia para cuidar, precisamente, que se continúe garantizando cierta estabilidad petrolera mínima. Sería muy importante.
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