Néstor de Buen
Hablando de otras cosas...
šPerdónenme, pero me niego a tratar temas globalifílicos o globalifóbicos! Mis más que escasos conocimientos económicos me impiden ser serio en un tema en el que sobre las razones me dominarían las pasiones, y éstas estarían con los reprimidos y no con los represores protegidos bajo los muros de Cintermex.
Quizá sólo algo: es evidente que el mundo capitalista está acabando con la pobreza. Sin duda la sustituye la absoluta miseria. Mayoritaria y visible. Mejor conocida ahora como "terrorismo".
Pero permítanme que me vaya a mis rumbos. Me ha divertido una propuesta de un diputado panista para modificar el artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo. Propone la reforma de ese artículo tan hermoso que establece, ciertamente con generosidad, los días de "descanso obligatorio".
El hombrecito se las trae. Porque si yo le hiciera caso de verdad, no estaría escribiendo en esta noche del 21 de marzo una nota más para La Jornada. Me habría seguido en la lectura de un libro notable sobre el exilio español: De Madrid a México, en el que encontré, gratamente sorprendido, una frase inicial escrita por mi ilustre abuelo, el oceanógrafo Odón de Buen, fallecido en México en 1945 y uno de los científicos de mayor jerarquía entre los que la Guerra Civil trajo a nuestro país. Me emocionó encontrarme con él.
La propuesta es sencilla. Se plantea que cuando cuatro de los días de descanso obligatorio caigan en martes, miércoles, jueves o viernes, se trasladen al siguiente lunes con el objeto, se dice, de incentivar el turismo (obviamente de trabajadores con salario mínimo que tienen recursos de sobra), eliminar los puentes y seguir las corrientes dominantes en muchos otros países, entre ellos Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Argentina, Irlanda y algún otro.
El problema es la elección de las fechas. Recordemos que los días que menciona el artículo 74 son: primero de enero, 5 de febrero, 21 de marzo, primero de mayo, 16 de septiembre, 20 de noviembre, primero de diciembre cada seis años en ocasión de la transmisión del Poder Ejecutivo federal, 25 de diciembre y el que determinen las leyes en casos de elecciones ordinarias.
El señor diputado, que merece mi respeto porque allá en el fondo su propuesta tendría cierto sentido si se refiriera a todos esos días, sin embargo escoge cuatro, nada más cuatro: 5 de febrero, aniversario de la promulgación de nuestra Constitución social; 21 de marzo, cumpleaños del ilustre Juárez (exiliado, por cierto, de Los Pinos, y bien recibido por Santiago Creel en Gobernación); primero de mayo -y no hace falta que les diga qué es lo que se celebra en todo el mundo menos en Estados Unidos en ese día- y 20 de noviembre, fecha anunciada para empezar la Revolución maderista.
Se mantendrían en su sitio los demás: el primero de enero, que tiene un cierto sabor religioso: la circuncisión, además de ser el día de la santa cruda; 16 de septiembre y 25 de diciembre, además de los otros dos: investidura presidencial y elecciones.
Recordemos, sin embargo, que las elecciones suelen celebrarse en domingo (salvo las de los partidos, que no cuentan), por lo que es fecha indeterminada que no causa daños materiales. El domingo, día del Señor, tiene una clara tradición, recogida en la Ley Federal del Trabajo, de ser propicio para el descanso semanal. Quedan el 16 de septiembre, hazaña iniciada por un hermoso sacerdote, don Miguel Hidalgo, y la Navidad.
La propuesta respeta esas fechas. Y lo que ocurre es que da la impresión de que ni la Constitución, ni don Benito, ni la fiesta del trabajo, ni la Revolución son relevantes, al menos para el señor diputado del PAN. Y todo ello le da un cierto sabor político, conservador por supuesto, que se justifica por la imposible posibilidad de que los trabajadores hagan turismo y con ello se mejore el ingreso de la industria sin chimeneas, como se le suele denominar.
Recordemos que don Benito fue desahuciado de Los Pinos y por ese rumbo asumió nuevas virtudes don Francisco I. Madero, un conservador natural. La Constitución prohíja los derechos sociales y ésos están pasados de moda, y por lo mismo, el 5 de febrero y el primero de mayo. Y la Revolu-ción, no la política de Madero sino la social, ya no forma parte de nuestras inquietudes. Sólo, evidentemente, del nombre de dos partidos políticos. Que tampoco se muestran demasiado interesados en actualizarla.
Digo, sin embargo, en confesión, que en el proyecto de Ley Federal del Trabajo que preparamos Carlos de Buen U. y yo para el PAN eliminamos varios de esos días a cambio de mejorar notablemente las vacaciones personales. Creo en el antipuentismo, pero no me parece demasiado bien que sirva para una propuesta muy del lado conservador.
Salvo que yo sea un malpensado. Lo malo es que sí lo soy.