MONTERREY 2002
Debe privilegiarse el mercado interno: investigador de la UAM
El TLCAN no ha sido factor de desarrollo para México
Empresas exportadoras, las más beneficiadas por el acuerdo
DAVID CARRIZALES Y ENRIQUE MENDEZ CORRESPONSAL Y ENVIADO
Monterrey, NL, 20 de marzo. Durante los ocho años que ha tenido vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México logró atraer 80 mil 207 millones de dólares de inversión extranjera directa y acumuló exportaciones por 925 mil millones de dólares, pero siendo la apertura comercial y la inversión extranjera elementos que se han puesto casi como panacea del modelo neoliberal, y que se incluyen en el denominado Consenso de Monterrey, no han sido factor de desarrollo y ni siquiera de crecimiento económico, sostuvo el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Alberto Arroyo Picard.
Expuso que la agenda mínima para que un modelo económico funcione en México es volver a darle preeminencia al mercado interno, para que el grueso de la economía no dependa de lo que está ocurriendo afuera. Asimismo, dijo que como la economía se vuelca hacia el exterior, los mexicanos no les importamos como consumidores, dejamos de ser estratégicos, así que entre menos nos paguen como trabajadores mejor para ellos, porque pueden atraer inversión extranjera y hacen competitivas sus exportaciones.
En cambio, si la economía se vuelve a orientar hacia el mercado interno, no podrán empobrecernos al grado que nos han llevado, porque no venden, hay un límite a la voracidad de la explotación.
Pero todo esto supone reglas mundiales distintas, regular a la inversión extranjera. Que si ganan ellos, también gane el país, también haya empleos, que no sólo ellos ganen con los superderechos que tienen.
Citó que hay 20 casos de denuncias de trasnacionales contra Estados que hacen cumplir su ley; en Canadá porque les pusieron una ley ambiental que busca proteger a la población de un aditivo contaminante y en México nos demandaron porque no se les dio el permiso para construir un basurero tóxico, siendo que no cumplían con los requisitos ambientales, pero tuvimos que pagarles 16 millones de dólares de compensación.
Regular la inversión extranjera
En suma, tenemos que regular a la inversión extranjera, conectar las cadenas productivas y volvernos a centrar en el mercado interno, pero necesitamos reglas globales, porque si no se van a otra parte, dijo.
El también integrante de la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio expuso que luego de 10 años de estudio sobre el tema, que se incluyen en el libro Resultados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en México. Lecciones para la Negociación del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, que durante los 20 años que México ha seguido el modelo neoliberal, la tasa media de crecimiento del país fue de 0.32 por ciento "la más baja del último siglo".
El saldo global de los pasados 20 años, tiempo suficiente para que el modelo neoliberal mostrara sus virtudes, el país no ha crecido, porque solamente 300 empresas exportadoras son las que se han beneficiado y eso sucede porque crecen ellas, pero no jalan al conjunto de la economía.
Por eso, en los años anteriores a 1982 no exportábamos mucho, pero 91 centavos de cada dólar eran de insumos mexicanos, y en este momento no llegan a 30 por ciento. Entonces a pesar de que crecen las exportaciones el país no; son como una locomotora que va aceleradísima porque va desconectada de los vagones.
Por otra parte, en el periodo del TLCAN se atrajo mucha inversión extranjera, pero en realidad una parte muy importante fue para compra de empresas ya existentes; así por ejemplo, de los 24 mil millones de dólares que llegaron en 2001, 12 mil 500 fueron por la compra de Banamex, que no creció, sino por el contrario está cerrando sucursales, despidiendo gente por la fusión con Citibank.
Igualmente, Wal Mart no abrió muchas nuevas tiendas, sino que sólo le puso sus logotipos a los Aurrerá y Superama que adquirió.
La industria manufacturera, que es la responsable de 90 por ciento de las exportaciones mexicanas y en las que se supone está el motor de la economía, registró un crecimiento de casi 50 por ciento acumulado en ocho años en el periodo del TLC a pesar de la crisis de 95 y la recesión de 2001.
Sin embargo, el empleo en dicho sector disminuyó 4.3 por ciento, cuando se necesitaba haber creado 12 millones de plazas laborales, nada más para la gente que cumplió la edad de trabajar, entonces en la industria manufacturera hoy hay 4.3 por ciento de menos empleos que en 1993, cuando hay mucha más población.
Con el TLC nos prometieron más y mejores empleos, pero en cambio hay un déficit de 4 millones de fuentes de trabajo para esos ocho años, más todo el desempleo acumulado; pero lo más grave es que en las estadísticas aparecen pocos desempleados, porque muchos están con trabajos muy precarios, y según datos oficiales de la Encuesta Nacional de Empleo, donde se reconoce que dos terceras partes de los que se crearon durante el TLC no cumplen con la ley, porque carecen de vacaciones, aguinaldo, reparto de utilidades, no brindan seguridad social y la mitad paga alrededor del salario mínimo, es decir, 30 pesos diarios.
La explicación de ese fenómeno, dijo Arroyo Picard, es que se pierden más empleos en los antiguos proveedores que daban materia prima e insumos a las grandes empresas manufactureras de exportación y que han quebrado, porque las trasnacionales no compran sus componentes en México.
La razón es que en el TLC no hay nada que propicie que los grandes exportadores compren en el país, pero el Estado mexicano que compra con nuestro dinero, está obligado a abrir a concurso internacional cualquier compra anual superior a 50 mil dólares, eso es ridículo, hasta el papel que usa en las oficinas entra en esa categoría.
Y solamente puede poner como criterios del concurso el precio y la calidad, es decir, no puede preferir a una empresa mexicana porque genera empleo, ni puede decidirse por una empresa que cuide el medio ambiente.
En cambio, la Ford, la General Motors, Wal Mart, etcétera, no están obligadas a abrir concurso y pueden decidir comprarle a quien sea. Comentó que el proveedor de las balatas de la Volkswagen, era una mediana empresa mexicana. Cuando preguntó por qué le dejaron de comprar, le dijeron "porque no hay mejor negocio que comprarnos a nosotros mismos", aunque sus balatas eran de mejor calidad y las daba al mismo precio.
Las trasnacionales se han convertido en una isla en el país, porque no se integran a las cadenas productivas nacionales y sus exportaciones no tienen prácticamente integración nacional.
Por otro lado, Arroyo Picard dijo que el Consenso de Monterrey propone cuatro grandes líneas y dos de ellas son exactamente lo mismo que México ha estado haciendo durante los 20 años de política neoliberal y principalmente durante los ocho años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
El Consenso de Monterrey, expuso, propone apoyo oficial al desarrollo, pero Estados Unidos acepta otorgar 5 mil millones de dólares, que representan menos del 0.22 por ciento de su producto interno bruto (PIB), cuando hace años los países desarrollados se comprometieron a otorgar el 0.7 por ciento.
"Pero el problema no es si van a dar tres o 10 migajas, sino las reglas por las que está rigiéndose la economía mundial, y los países ricos proponen dentro del Consenso de Monterrey que para que haya desarrollo debe haber libre comercio y que los países sean capaces de atraer inversión extranjera", asentó Arroyo Picard.
Lo cierto es que la estrategia mexicana desde 1982 es que si queremos desarrollo necesitamos inversión extranjera para que empuje la economía nacional; y necesitamos jalar la economía a partir de abrir los mercados extranjeros para vender lo que producimos.
México efectivamente ha atraído inversión directa durante el periodo del TLC superior a 80 mil millones de dólares, y ha exportado casi un billón de dólares. Aparentemente es un éxito, somos un país desarrollado y no estamos pidiendo ayuda.
Phil Bloomer, responsable de economía y política internacional de la asociación civil Oxfam, dijo que el libro en el que Arroyo Picard es uno de los principales autores, es una advertencia a las organizaciones sociales de México, América Latina, Asia y Africa, pues "un acuerdo continental entre desiguales necesita otro tipo de negociaciones" para equilibrar las relaciones entre los países, con el propósito de que en una de las partes no se queden todos los costos y en la otra todos o la mayor parte de los beneficios.
Mencionó que sería necesario para un eventual Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, primero, más participación en el diseño de las reglas; segundo, más reglamentación para fijar y definir las obligaciones de las grandes compañías, no solamente sus derechos como se da en el borrador del ALCA; también que haya mayor distribución de la riqueza para ayudar a los marginados del acuerdo, como ocurrió en el proyecto de integración de Europa, en el que se canalizaron grandes cantidades de dinero a las regiones más marginadas.
Pero además, dijo Bloomer, no se puede hablar de ningún libre comercio, cuando se está pidiendo a los pequeños productores de México, que en el sur del país ganan 300 dólares por año, que compitan con los productores de maíz de Estados Unidos, que reciben en promedio subsidios de 30 mil dólares al año.