MONTERREY 2002
Encapuchados, campesinos y anarcopunks, en
el acto
Marcha Giuliani: extravío, protesta y minihappening
Vigilan rambos estatales traslados de grupos
de jóvenes
JAIME AVILES ENVIADO
Monterrey, NL, 20 de marzo. Sombreros de palma
y machetes en ristre, fieros pasamontañas, puños en alto,
pelos de punta cuidadosamente peinados en picos de estrella sobre el cráneo
pelón, en la oscuridad de las ocho de la noche los ejidatarios de
Atenco que iban a la vanguardia, los militantes del MPR y del CGH que venían
después y los anarcopunks del tianguis de El Chopo que cerraban
la columna, todos se detuvieron en seco a lo largo de la avenida Félix
U. Gómez porque, sencillamente, la manifestación se había
perdido en la traza urbana de Monterrey. Un muchacho, entonces, tuvo una
sensata idea.
-Perdone -dijo-, ¿la calle Washington?
La pregunta salió desde el negro pasamontañas
que asomaba debajo del amarillo casco de motociclista, en lo que podría
calificarse de atuendo "promotines" contra los modernos equipos "antimotines"
de la esperada represión.
-Sí, mira ?respondió el policía
tras el volante de la patrulla SVT-811?, siguen tres blocs y dan
vuelta a la derecha...
-Gracias ?devolvió el joven, atreviéndose
todavía a más?. ¿No me presta su encendedor?
Y de esta suerte la columna Carlo Giuliani, animada por
los cánticos de los invencibles campesinos de Texcoco, reanudó
su vistosa caminata hacia la Alameda Central, donde sus alrededor de 400
integrantes ?porque ahora son ya el doble de los que eran el lunes? habían
pasado la mañana y la tarde preparándose y sudando tinta
para su protesta ante la "ciudad prohibida" de Cintermex.
"Debemos tener mucho cuidado, compañeros. El parque
está rodeado de agentes de FBI, Estado Mayor Presidencial, PGR y
policía regia. Que nadie salga solo y cuando regresemos de Cintermex
pasen lista para ver si no falta ningún compañero, compañeros",
les advertía hacia las tres de la tarde una defensora de derechos
humanos encargada de protegerlos. No era la suya una exageración.
Horas antes, un grupo de jóvenes cumbrefóbicos
había dado un paseo en Metro por la ciudad, y algunos de ellos se
percataron de que eran seguidos por rambos vestidos de civil, por
cierto con ropas muy llamativas, que se comunicaban entre sí por
medio de micrófonos y audífonos que llevaban en diadema sobre
la cabeza.
Durante aquel periplo, algunos habían ido muy temprano
a Cintermex, al igual que los de Atenco, donde Héctor de la Cueva
protagonizó un minihappening quemando un ejemplar de la Declaración
de Monterrey adornado con los sellos oficiales de la ONU, un documento
de circulación restringida a los participantes de la cumbre que
quién sabe de dónde obtuvieron.
Mientras la inútil palabrería se chamuscaba,
enloqueciendo a fotógrafos de prensa y televisión que se
daban empujones y codazos para captar la imagen de las llamitas, los de
Atenco tatemaron un cartel del presidente Vicente Fox y en los noticiarios
de la pantalla chica y en los vespertinos locales el acto fue tachado,
unánimemente, como "la protesta más agresiva registrada hasta
ahora" contra el baile de máscaras de Naciones Unidas.
Este enviado confirmó anoche, entre "reportebrios"
de nota roja de esta ciudad, que en los bajos fondos de la subdirección
de Seguridad Pública del estado hay vivo interés en que los
provocadores que no faltan hagan su trabajo para que se desate la represión,
aunque sea poquita, y los matones de Fernando Canales Clariond, el gobernador
de las macrocejas, puedan no sólo justificar las millonarias compras
de tantos gases lacrimógenos y balas de goma, sino obtener fondos
adicionales para adquirir más.
Por fortuna, el control y la prudencia que hasta ahora
han mostrado los servicios de inteligencia del gobierno federal han permitido
que las protestas se desarrollen en completa calma, porque si las regias
fuerzas del orden actuaran solas... Gracias a esta supervisión del
centro, los habitantes de Monterrey han presenciado escenas insólitas
para ellos, como las que se produjeron esta noche cuando cientos de automovilistas
quedaron atrapados en las calles del primer cuadro para que desfilara alegremente
la caravana Carlo Giuliani, llamada así en memoria del joven asesinado
por la policía italiana el año pasado en Génova.
Y la gente de aquí, tan sometida siempre, tan aplastada
por los sutiles pero implacables mecanismos de la permanente represión
social, como que poco a poco empieza a agarrarle el gusto a las demostraciones
de rebeldía. Esta noche, sobre la calle Washington, una vez que
los de la Guiliani terminaron su acto y dejaron cientos de veladoras encendidas
frente a los retenes de Cintermex, aplaudía desde sus casas al paso
de los ejidatarios de Atenco, y miraba con asombro sus afilados machetes,
y se contagiaba del júbilo que éstos exhalaban al cantar:
"Al tambor, al tambor, al tambor de la alegría/
Quiero que me lleves/ Al tambor de la alegría", tras decir lo cual
pegaban los campesinos un alegre brinquito. Sordo como los años
van poniendo a este cronista, al principio entendió que los invictos
luchadores hablaban del "sanborns" de la alegría, mas no era así:
"Llévame a la marcha/ llévame al tambor/ quiero que me lleves/
a la revolución". Y de nuevo: "Al tambor, al tambor, al tambor de
la alegría..."
Otro que hoy se llevó una carretada de aplausos
fue Héctor de la Cueva, durante su participación en un debate
con representantes de ínfimo nivel del Banco Mundial, el FMI, la
Unión Europea, la propia ONU y el gobierno de Fox. Todos ellos,
una vez que el changarro de Kofi Annan aceptó discutir en
público el Consenso de Monterrey, se sentaron en un salón
de los condominios Acero, frente a la Macroplaza, y moderados por la experiencia
de Ricardo Rocha trataron de exagerar ?misión imposible? los alcances
futuros de la cumbre.
Apoyado por el argentino Roberto Bissio, de Social Watch,
De la Cueva echó por tierra de un plumazo los supuestos beneficios
que el neoliberalismo ha traído a México: "En los últimos
años han entrado al país más de 80 mil millones de
dólares en inversión extranjera, pero el crecimiento de la
economía, en promedio, ha sido de uno por ciento anual y más
de la mitad de la población se encuentra en la pobreza".
Día soso en términos generales pero bendecido
por la refrescante presencia del viento que bajó la temperatura
de un jalón, una noticia rompió la monotonía. Reiteraba
lo que se sabía desde ayer: que algunos choferes han sorprendido
a no pocos visitantes extranjeros, cobrándoles en dólares
lo que el taxímetro marca en pesos, y entre esos defraudadores se
señala al padre del alcalde panista Felipe de Jesús Cantú,
que maneja un vehículo de alquiler estacionado frente al hotel Río
Double Tree, de quien se dice que esquilmó a un diplomático
africano al birlarle 300 dólares por una dejada de Cintermex a la
Macroplaza.