MONTERREY 2002
La ausencia de Cardoso deja a los países de la región sin una voz crítica
Presentará Bush menú resctrictivo para AL
El presidente de Argentina juega su última carta ante el FMI en la cumbre de Monterrey
BLANCHE PETRICH ENVIADA
Monterrey, NL, 20 de marzo. El grupo de países latinoamericanos que asiste a la Cumbre Mundial para el Desarrollo enfrentará mañana a un George Bush que llega con la espada desenvainada. Antes de emprender su gira por Monterrey, El Salvador y Perú, el mandatario estadunidense presentó un menú para la región: de Cuba, reiteró que es un régimen "increíblemente represivo" y animó a todas las naciones a sumar su voto contra el gobierno de La Habana en la próxima reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra.
De Colombia, anunció que presentará al Congreso en Washington una iniciativa para reformar el plan de ayuda a la guerra contra el narcotráfico en ese país, que permita a tropas estadunidenses intervenir en los operativos militares contra la guerrilla.
De Venezuela, advirtió al presidente Hugo Chávez que "debe respetar la democracia" e informó que Caracas no será incluido en el nuevo plan de exenciones fiscales para la región andina.
Por último, de Argentina, aseguró que la situación "le preocupa mucho", pero que para recibir ayuda el gobierno de Buenos Aires debe seguir recortando su gasto público y saneando sus finanzas.
En tanto, la ausencia del presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, en la cumbre que inicia mañana aquí, ha dejado a la comunidad de países latinoamericanos sin la voz que mejor habría podido representar las demandas y necesidades de la región.
Fue Cardoso quien, apenas la semana pasada, en la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Fortaleza, Brasil, habló claro y fuerte para denunciar el proteccionismo comercial de Estados Unidos y criticar las estrategias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del propio BID. Es comprensible. Su país es una de las principales víctimas del nuevo arancel estadunidense a los productores de acero, y esta barrera comercial le significará un duro golpe, justo en el momento en el que intenta capotear con poca fortuna el efecto de la crisis de su vecino: Argentina.
Las críticas de Cardoso tocaron precisamente las fibras de lo que América Latina necesita para detonar su desarrollo: vender sus productos libremente en los mercados internacionales, liberar el pago del servicio de su deuda externa y aliviar el inevitable "efecto contagio" de Argentina. Pero a pesar de que son asuntos vitales, no tendrán cabida en la agenda de la cumbre de jefes de Estado de esta conferencia.
Por el contrario, la mayoría de los gobiernos de la región pisan con cautela el terreno al abordar estos temas críticos. Cuando funcionarios y ministros que ya están en los espacios de Cintermex son interrogados acerca del apoyo que eventualmente brindarían al presidente Eduardo Duhalde, que viene aquí a jugarse sus últimas cartas con el director del FMI, Horst Koehler, optan por la ambigüedad.
En días pasados, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge G. Castañeda, intentó restarle importancia a la inasistencia de Cardoso con un coloquial "lo vamos a extrañar". Lo cierto es que a pesar de la relación personal de amistad que existe entre ambos, la diplomacia mexicana mantiene una rivalidad histórica con la cancillería de Brasilia.
Sin Cardoso, será nuevamente la voz del presidente cubano Fidel Castro -que despejó al fin la mayor incógnita de la cumbre, su presencia, con un fax enviado a Los Pinos a las 19:30 horas de ayer- la única que se atreva a ponerle el cascabel al gato. Sin embargo, el tema de la reunión, financiamiento para el desarrrollo, no es un campo en el que el gobierno de La Habana participe como actor central, por las condiciones singulares de la isla, con su economía proscrita de las corrientes comerciales del continente y excluida por completo de la mecánica de las instituciones de cooperación.
Queda entonces el discurso a contracorriente del mandatario venezolano Hugo Chávez, que además tiene la ventaja de ser el presidente en turno del Grupo de los 77. Pero las palabras de Chávez, demasiado contestatario para el gusto de sus dóciles homólogos latinoamericanos y debilitado por la polarización interna, no tienen la misma contundencia que tendría un pronunciamiento del presidente de Brasil, el gigante verde, no sólo por el tamaño de la economía brasileña sino por el tradicional papel de liderazgo que ha jugado en el subcontinente la diplomacia de Itamaratí.
En Brasil la explicación de la ausencia de Cardoso ha sido escueta e inverosímil, ya que es sabido que las relaciones entre Brasilia y Washington se han tensado últimamente. Se dijo que el presidente no vendría por "compromisos internos". Este jueves arribará el ministro de Relaciones Exteriores, Celso Lafer, que acude como cabeza de delegación, lo que implica que no podrá tomar la palabra en la ronda de intervenciones de jefes de Estado y mucho menos podría entrar a la "encerrona" que los mandatarios sostendrán en el Museo de Historia.
Por lo tanto, el antecedente ha dado pie a que en los pasillos se hagan conjeturas sobre posibles presiones de la Casa Blanca, por conducto de terceros, para que Cardoso desistiera de asistir a la conferencia de Monterrey. De todas maneras, por el formato mismo de esta reunión y por la decisión de los países miembros de la ONU de llegar aquí con un documento ya cerrado, no es mucho el espacio que existe para las ideas y expresiones más creativas. Mucho menos si son disidentes.
El propio director de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), José Antonio Campos, a pesar de que insiste en que el bloque latinoamericano "tendrá un gran papel" en esta cumbre, reconoce que el tema de asistencia para el desarrollo no es prioritario para los latinoamericanos, excepto Haití, Nicaragua, Honduras, Panamá y Bolivia.
"En cambio -agregó Ocampo- el tema de la banca multilateral de desarrollo sí es un tema esencial de América Latina. Al respecto, los ministros de Hacienda han demostrado renuencia a considerar las últimas propuestas que sacó el FMI". Añadió: "Y estoy totalmente de acuerdo con los ministros de Hacienda latinoamericanos de que eso es un suicidio que sólo nos va a llevar a mayores márgenes de riesgo y menor financiamiento."
El gran fantasma, sin embargo, es el de la sombra de Argentina. Un diplomático comentaba en privado: "Tengo la impresión de que a Duhalde lo van a dejar morir solo". Castañeda reforzó esta tarde esa impresión al comentar sobre lo que se espera de la bilateral que sostendrán por la noche el presidente mexicano Vicente Fox y su colega argentino: "Vamos a ver si podemos ser útiles en algo, pero hasta ahora no hay nada contemplado".
El problema para el habitante de la Casa Rosada es que si no consigue aquí un buen acuerdo con el FMI, a su retorno a Buenos Aires será un cartucho quemado. Y las perspectivas para dicho acuerdo no pueden ser más pesimistas. Por encargo del propio FMI, se realizó un diagnóstico del país, dado a conocer la semana pasada. Y el gobierno de Duhalde saca las más bajas calificaciones en las materias fondomonetaristas: gasto excesivo, desprotección de la banca, apertura insuficiente.
La crisis argentina, sin embargo, marca profundamente la presencia latinoamericana aquí. Cierto que no son, en su mayoría, países pobres entre los pobres. Pero tienen ante sí un panorama desolador.
En palabras de Ocampo, Argentina "ha dejado una percepción de riesgo en el mundo en desarrollo que hace que los inversionistas privados tengan algún grado de aversión a invertir en los países emergentes. Es un fenómeno que se estaba dando, ahora le va a echar candela al fuego. La escena riesgo va a continuar y América Latina va a tener que prepararse para un tiempo sin capitales".
De manera que si México no va a meter las manos al fuego por Latinoamérica, ya que se identifica más con Estados Unidos, y si Cardoso calla, no habrá quien hable de la verdadera enfermedad del continente. Salvo Castro.