La débil salud del Papa orilló
a los organizadores a elegir la Basílica de Guadalupe
Onésimo Cepeda justifica el cambio de sede para
canonizar a Juan Diego
"Prefiero que no le ocurra nada, y si le va a ocurrir,
que sea en la Villa", dice el obispo
KARINA AVILES Y JAVIER SALINAS REPORTERA Y CORRESPONSAL
Ecatepec, Mex., 17 de marzo. El obispo de Ecatepec,
Onésimo Cepeda Silva, afirmó que no se acaba el mundo porque
el Papa no vaya a canonizar a Juan Diego en su diócesis, tal como
se había previsto. "Se acabaría si Cristo no estuviera en
medio de nosotros y yo, honestamente, prefiero que se quede Cristo a que
se quede el Papa", aseveró. Y fue más allá tratando
de explicar que no era un descalabro para él que de última
hora se hubiese cambiado la sede: "no quisiera que por insistir que venga
aquí le pase algo. Prefiero que no le ocurra nada, y si le va a
ocurrir, que sea en la Villa, ¿no? Así yo me lavo las manos".
Mientras, en la Catedral Me-tropolitana, el arzobispo
primado de México, Norberto Rivera Carrera, pidió disculpas
a los millones de fieles que no podrán asistir a la ceremonia de
canonización de Juan Diego en la Basílica de Guadalupe, en
razón de que dentro y fuera del templo sólo pueden estar
presentes alrededor de 20 mil personas, según cifras proporcionadas
por miembros de la Iglesia. También, agradeció a Onésimo
Cepeda y al gobernador del estado de México, Arturo Montiel, el
apoyo mostrado para recibir "en sus territorios" al Papa.
Visiblemente molesto, Cepeda Silva afirmó que con
la cancelación de Ecatepec como sede de la canonización de
Juan Diego existen dos castigados: el primero es el pueblo de Dios que
tenía hambre, ilusión y esperanza de ver al Papa, "quien
siempre trae en medio de nosotros paz, amor, alegría y gozo".
El
segundo castigado es el Papa, "porque quisieron cuidarlo tanto que en un
momento determinado ama a la muchedumbre, ama a México y le hubiera
fascinado estar en medio de 4 millones de personas", agregó.
En entrevista posterior, Cepeda Silva señaló
que la decisión no es un descalabro para su diócesis, "pues
me he tocado la cabeza y no he sentido ninguna descalabrada, honestamente,
o sea no estaba en guerra ni en lucha, ni en nada que se les parezca. Puedo
decir que no pedí la sede, que buscaron un terreno y yo lo ofrecí
perfectamente bien, y en un momento determinado se cambió el lugar
por razones externas a mi voluntad, pues mala suerte para mí y para
los míos. Lo que sí digo es que con el cambio se castigó
al pueblo mexicano".
Expresó que las razones que le dio el Vaticano
para que no acudiera el Papa a Ecatepec es "su estado de salud, que estamos
en épocas de lluvia, no se vaya a mojar, no se vaya a resfriar,
por eso quisieron hacerlo en un lugar cubierto, como es la basílica".
Pese a todo lo anterior, el obispo auxiliar Guillermo
Ortiz Mondragón, vocero del comité organizador para la visita
a México de Juan Pablo II, rechazó que exista confrontación
con el obispo de Ecatepec a raíz de que la canonización de
Juan Diego ya no se celebrará en el predio mexiquense conocido co-mo
El Caracol, en donde según los cálculos, estaba dispuesto
todo para recibir a 5 millones de feligreses.
Ortiz Mondragón señaló que la determinación
del Vaticano obedece únicamente a que se eligió "el lugar
más significativo para México, su historia, (y) la fe del
pueblo mexicano. Es el lugar donde está presente la Virgen, en donde
se vive el encuentro de la Virgen con Juan Diego. Ese es el motivo fundamental".
Al final de la eucaristía celebrada en la Catedral
Metropolitana, el cardenal Rivera Carrera envió un mensaje a los
feligreses: "desde ahora pedimos disculpas a los fieles que no podrán
asistir a dicha ceremonia, ya que el número de participantes necesariamente
va ser muy reducido, pero como siempre, recibiremos con mucha fe y mucho
cariño a su santidad Juan Pablo II en nuestras calles y siguiendo
las celebraciones sagradas a través de los medios de comunicación
social".
Recordó que el primer lugar que "propusimos para
la canonización del beato Juan Diego" fue la Basílica de
Guadalupe, pero de inmediato los enviados del Vaticano lo rechazaron y
pidieron que se les presentaran opciones de un sitio adonde pudiera asistir
un gran número de fieles. Así se hizo, pero "ninguno de ellos
les satisfizo por razones diversas, y es por ello que decidieron que se
realizara en el Tepeyac", indicó.
Entrevistado, Ortiz Mondragón, dijo que Onésimo
Cepeda no ha manifestado algún malestar por la decisión de
que el acto religioso se realice en la Basílica de Guadalupe. Indicó
que de las siete diócesis del estado de México ninguna "ha
manifestado nada". Aseguró que la determinación del Vaticano
"no tiene nada que ver" con el rechazo expresado por los campesinos de
San Salvador Atenco a que la canonización se realizara en tierras
de Texcoco.
El obispo auxiliar señaló categórico
que "no era importante el récord (de asistencia), como alguno dijo.
No, lo importante era una celebración digna en donde pudiéramos
vivir todos los mexicanos ?a través de los distintos medios y los
que pudieran estar presentes? este encuentro con el Papa".
Precisó que en el interior de la Basílica
de Guadalupe caben alrededor de 8 mil personas y entre 8 mil y 12 mil en
su exterior. Indicó que la agenda del Papa no ha sufrido ninguna
modificación, por lo que los días 29 y 30 de julio encabezará
dos celebraciones litúrgicas en el mencionado templo.
El peligro de la sosa
Entrevistado también al término de la misa
, el director de Protección Civil del gobierno capitalino, Luis
Wintergerst, expresó que el cambio de la sede para la canonización
no tuvo que ver con los estudios que se estaban realizando sobre el nivel
de seguridad de los predios de Ecatepec y de Texcoco en razón de
que dichos análisis "todavía no estaban completos. Tengo
entendido que fue una decisión del Vaticano", señaló.
Señaló que en el predio de Texcoco se consideró
que habría algún riesgo porque en la zona existe la presencia
de una sustancia tóxica que es la sosa. Esta puede representar un
peligro en razón del nivel de exposición y la concentración.
La preocupación era que muchas personas hubieran llegado al lugar
con 24 horas de anticipación, de manera que la exposición
sería muy prolongada.
Precisó que los responsables de la seguridad del
Papa son el Estado Mayor Presidencial y la Secretaría de Gobernación.
Y en materia de protección civil, el gobierno capitalino mantiene
una coordinación con las autoridades federales.
Durante la celebración eucarística con motivo
de la clausura del Año de la Vida, el cardenal Rivera Carrera
hizo una defensa de "los derechos inalienables de toda persona, comenzando
desde el estado embrionario hasta el final natural de su existencia". Reiteró
que la posición de la Iglesia no está ligada a ideologías
ni a consensos en nombre de la democracia: "la verdad del valor sagrado
de la vida no está en los datos fríos de una estadística
ni en el resultado de un referéndum, que bien sabemos pueden estar
manipulados por intereses ocultos y además, porque someter los derechos
humanos fundamentales al criterio de los gobernantes en turno es implantar
la peor de las dictaduras".