Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de marzo de 2002
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Su asesinato por sicarios, ocurrido anteayer, causó indignación en Colombia y otros países

Multitudinario homenaje póstumo a Duarte Cancino, arzobispo de Cali

Criticó a paramilitares y guerrilleros; denunció infiltración de narcos en campañas políticas

Pastrana anunció recompensa de 437 mil dólares a quien revele la identidad de los homicidas

AFP, DPA Y REUTERS

Santafe de Bogota, 17 de marzo. Miles de colombianos acudieron hoy a la catedral de la suroccidental ciudad de Cali para rendir homenaje póstumo al arzobispo Isaías Duarte Cancino, cuyo asesinato, del que podría ser responsable el narcotráfico, provocó reacciones de indignación tanto en el país como en el exterior.

bog05-162542-pihEl prelado había denunciado recientemente que las campañas políticas para las elecciones legislativas de hace una semana estaban infiltradas por el narcotráfico. El presidente Andrés Pastrana le pidió que identificara a los supuestos responsables, pero Duarte respondió que las pruebas estaban a la vista.

Al respecto, el ministro del Interior, Armando Estrada, aseguró este día que "una de las hipótesis que más se contempla es que su asesinato tuviera que ver con sus denuncias de febrero". Pero "es una hipótesis, no más, y no podemos descartar otras", añadió.

El arzobispo de Cali, además, había sido un duro crítico del proceso de negociación de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), especialmente porque el mayor grupo guerrillero del país continuaba sus acciones violentas mientras dialogaba con el Ejecutivo.

En 1999, Duarte excomulgó a los guerrilleros y a la cúpula del Ejército de Liberación Nacional (ELN), después que los rebeldes secuestraron en mayo de ese año durante una misa a más de un centenar de feligreses.

El prelado, a quien sicarios dispararon anoche cuando salía de un servicio religioso en Cali, también se había desempeñado hace algunos años como obispo en Apartadó, en la región de Urabá, una de las más conflictivas del país, donde guerrilla y paramilitares de derecha mantenían un feroz enfrentamiento por el control de la zona.

El entonces gobernador del departamento de Antioquia, el derechista Alvaro Uribe, hoy candidato a la presidencia favorito para vencer en las elecciones de mayo, puso en marcha junto con Duarte y los jefes militares regionales un programa que dio como resultado la expulsión de los grupos armados de la región.

Para las FARC, su salida de Urabá representó una gran pérdida militar y estratégica, según analistas locales, y todavía realiza incursiones para tratar de recuperar ese territorio.

Aunque Duarte también criticó a los paramilitares, uno de los líderes de ese grupo que combate a la guerrilla, Carlos Castaño, lo consideró "un amigo", en un libro publicado en diciembre.

Pastrana encabezó esta mañana un consejo de seguridad extraordinario en Cali para analizar la situación creada por el asesinato del prelado, examinar los primeros resultados de las investigaciones y poner en marcha nuevas medidas para capturar a los autores materiales del hecho, según dijo Estrada.

Aunque al término del consejo no hubo declaraciones, el mandatario reiteró que las denuncias de Duarte sobre el narcotráfico pudieron dar lugar a su asesinato, al tiempo que anunció una recompensa equivalente a 437 mil dólares para quienes entreguen información sobre el paradero de los asesinos.

Simultáneamente, las autoridades organizarán marchas y demás actos para protestar por la muerte del prelado, entre los cuales se incluyen un apagón voluntario, añadió Pastrana.

El crimen de Duarte, el más grave en Colombia de tres años a la fecha, provocó numerosas condenas, y una de las más contundentes fue de Juan Pablo II, quien denunció el "asesinato bárbaro" de un sacerdote "generoso y valiente", que "ha pagado con tan alto precio su enérgica defensa de la vida humana, su firme oposición a todo tipo de violencia y su dedicación a la promoción social desde las raíces del Evangelio".

En El Salvador, donde este domingo comenzaron las actividades para conmemorar el 22 aniversario del asesinato de Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, la Iglesia católica describió a Duarte como "crítico y acusador de toda la convivencia del terrorismo y el narcotráfico en Colombia".

Otras iglesias católicas del continente deploraron el asesinato, al igual que Naciones Unidas. En Bogotá, el derechista Alvaro Uribe afirmó: "lo fundamental es pensar que Colombia necesita un gobierno que le dé al país seguridad, que le cambie esta tendencia histórica, porque aún vivimos de entierro en entierro".

El postulante presidencial del opositor Partido Liberal, Horacio Serpa, segundo en las encuestas, consideró a su vez que el asesinato del obispo es "una desgracia muy grande".

Y el candidato presidencial por el izquierdista movimiento Frente Social y Político, Luis Garzón, repudió el atentado y dijo que "la irracionalidad de la guerra" llevará al país a un callejón sin salida, ya que la nación se encuentra agobiada desde hace 38 años por un conflicto que dejó 40 mil muertos en la década pasada.

El cuerpo de Duarte fue expuesto hoy frente al altar de la catedral de Cali, donde miles de personas se acercaron para despedirlo. El sacerdote Joaquín Cortés, quien resultó herido en el ataque contra Duarte, relató que el jerarca católico cayó al piso agonizante y dijo que perdonaba a sus asesinos.

El crimen de anoche representa el peor ataque contra la Iglesia católica en Colombia, desde el asesinato en 1991 del obispo de la ciudad de Arauca, Jesús Jaramillo, por parte del ELN.

No se conoció declaración alguna de las FARC sobre el asesinato del religioso. En cambio, el grupo guerrillero anunció que continuará con sus ataques contra la infraestructura, al tiempo que negó tener "vínculos orgánicos" con el gobierno de Venezuela.

Dirigente de las FARC defiende sabotajes

En una entrevista divulgada este domingo en Caracas por el diario El Universal, Rodolfo González, miembro del estado mayor de las FARC y conocido como comandante Raúl, sostuvo que "hay fases en la guerra en la que se impone actuar con actos de sabotaje", como las voladuras de puentes, que defendió "para evitar la persecución del ejército".

Cuando se le cuestionó porque la población civil colombiana ha sido la más afectada por los recientes atentados del grupo rebelde, respondió: "No es que ataquemos pueblos, sino cuarteles de la policía y del ejército, que utilizan a los civiles de escudo".

Agregó: "Como carecemos de armas inteligentes, usamos armas caseras. A veces una pipeta (cilindro de gas) no toma la dirección adecuada, se desvía y causa muertes innecesarias".

Pese a la ofensiva contra las FARC lanzada por las fuerzas armadas, que en horas recientes abatieron a seis guerrilleros del grupo, el jefe rebelde afirmó: "ganaremos la guerra".

Esto también a pesar de lo que llamó "la ofensiva de la ultraderecha con un proyecto fascista", que adjudicó al candidato Alvaro Uribe, a quien describió como "la expresión política del paramilitarismo". No obstante, aclaró que las FARC no consideran a Uribe en este momento como un objetivo militar.

El comandante Raúl aclaró, asimismo, los vínculos entre las FARC y el gobierno de Hugo Chávez, asegurando que se limitan a contactos en operaciones humanitarias para la liberación de venezolanos secuestrados, y a "coincidencias" con el pensamiento bolivariano, pero estas coincidencias no significan "vínculos orgánicos".

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