En el espectáculo de Yves Pepin, ni voces
a la Enrique Rocha ni sonidos de caracol
Se inicia la Cumbre Tajín con luz y sonido que
linda con el cine
Un misterio, el costo del acto de inauguración;
todo el festival representa un gasto de $74 millones
RENATO RAVELO ENVIADO
Papantla, Ver., 17 de marzo. Cuentan en la zona
del Totonacapan que en una ocasión dos voladores, por esas extrañas
razones que tienen los mitos, en lugar de descender a la tierra para culminar
el ritual que caracteriza a la región siguieron girando en el cielo
para desaparecer y dejar con el rito inconcluso la promesa, la postergación,
que la noche del sábado, en la inauguración del espectáculo
de luz y sonido, fue recordada con dos cometas que giraron con luces artificiales
como motor en el cielo.
De
los 74 millones de pesos que costó la tercera versión de
la llamada Cumbre Tajín, es un secreto el precio del espectáculo
diseñado con tecnología de punta por la empresa ECA2, la
misma que hizo la clausura del mundial de Francia. Yves Pepin, el responsable,
evade la pregunta: "no sé, yo no puse los dineros". Lo cierto es
que el valor es alto, porque demuestra una forma en la que los avances
en la ciencia pueden conciliar la pequeña mentira que anida entre
las piedras viejas de la arqueología con el valor de uso respetuoso
del imaginario que generan.
A la Plaza del Arroyo se ha llegado en un compacto grupo,
rodeado de 40 estudiantes, que hacen las veces de contenedor, a la primera
parte del espectáculo en la que se emitirán discursos visuales
y textuales: existe un pueblo vivo representado en sus quehaceres comerciales
por habitantes de la región; las pirámides como pantalla
pueden evocar espacios y movimientos, sensaciones de grandeza o deterioro.
Al homenajear a la región y hacer la primera función en totonaca
el discurso textual queda como una suave caída de agua.
Aun así una llamada al director del centro INAH,
Daniel Goeritz, parece indicar que no existe unanimidad en cuanto a la
realización de este espectáculo de sorpresas visuales, de
apantalles que por momentos parecen dirigirse a lo cinematográfico,
pero que se encuentran amarrados por un estricto y fluido guión
del escritor Carlos Montemayor: "Confirmo, es el arquitecto René
del proyecto Jürgen (Brüggenmann), no lo dejen pasar".
El daño de la luz a la pirámide del dios
Tajín, primero celebrada por reflectores ágiles que de repente
la cubren por una vegetación verde y virtual, el efecto que pueda
tener tanto uso de hielo seco, o de la misma pólvora, para quienes
son especialistas en conservación, quizá sea motivo de disidencia.
Lo cierto es que el plan es comprar este año las luces fijas, el
próximo el sonido y finalmente los procesadores (lo más caro),
que en esta ocasión solamente se alquilaron, en espera de que el
gobernador Miguel Alemán, la noche del domingo, dé la aprobación
final al término de la función.
El recorrido de menos de 700 personas (cifra promedio
esperada) continúa con la realización de un juego de pelota
en el que hay una imagen que traiciona al diseñador, proveniente
de la sintaxis hollywoodense, cuando entre el hielo seco, a contraluz hace
caminar lentamente, con el dibujo apenas de las siluetas, a los seis jugadores
que emularán esta práctica con más pasión que
tino.
En la pirámide del dios Tajín cuatro cuadros
de la historia regional han sido representados por actores maquillados
como piedras. La sensación estética es de veracidad. A ello
ha contribuido el grupo de percusionistas que acompañó las
evoluciones. Si bien el público invitado, que es de la comunidad,
avala con su atenta admiración la validez del hecho, el posible
daño de la tarima o de los propios actores al estar arriba de pirámides,
es menester de los especialistas.
Pero también, en ese caso, tendría que evaluarse
la conveniencia de cerrarlas al público, porque en Tajín
la piedra vieja tiene el valor de uso de provocar magia, de convertirse
en imán energético que en estos días, con motivo de
la llegada de la Primavera, atrae la llegada de fieles de muchas creencias.
Aquí se recuerda el chiste sobre la zona: ¿sabías
que Tajín fue el límite de los toltecas?/ Cómo crees,
era zona del Totonacapan/ No, de los toltecas, pero del cemento.
El año pasado, y esto no es un chiste, esa magia
de la zona le generó a la región una derrama económica
por 5 millones 300 mil pesos, así como una afluencia de 200 mil
visitantes, quienes según los organizadores de la cumbre dejaron
600 pesos cada uno.
A la pirámide de los nichos se le ilumina de tenues
colores, se destacan sus trazos, resaltan, es como la radiografía
de la construcción que identifica el lugar, en la que ponen los
indígenas ofrendas, el centro de ese desorden extraño de
edificios que es Tajín. De repente llueve, pero solamente en la
pirámide, el chipi arrecia, aparecen los truenos, Tajín Dios
del Trueno se destruye a sí mismo y un niño asistente suspira
de pérdida, porque la bella pirámide ya era como suya.
El impacto de la coreografía con tintes contemporáneos
en la parte culminante, que se inicia con el diálogo de dos hombres
pájaros de una pirámide a otra, hace pensar que Pepin se
propuso no buscar el estereotipo de los espectáculos de las otras
zonas arqueológicas: sonido de caracol, voz de Enrique Rocha ?grave?,
sino el arquetipo, renovación de lo antiguo, de manera erótica
y lúdica, incluso con un guiño de malicia cuando hace que
los bailarines hagan esa otra pirámide, la de la tabla gimnástica
del high school.
Pero al final de cuentas los actores en zancos con rehiletes
de cohetes, que recuerdan los fuegos artificiales de las otras cumbres,
más nutridas en gente, más cubiertas por la prensa, más
accidentadas en instalaciones, solamente son el preámbulo del solitario
vuelo de dos papalotes que poco a poco se extinguen, con el mito vigente
por la necesidad sofisticada del asombro.