ASTILLERO
Julio Hernández López
EN MONTERREY, LAS FALDAS en versión miniaturizada fueron usadas ayer como instrumento de protesta. Minifaldas en marcha de uno a otro de los dos palacios de gobierno, el municipal y el estatal, donde la intolerancia y el conservadurismo panistas han anidado. Piernas al aire de feministas y globalifóbicas, en un acto denunciante del estilo blanquiazul de gobernar pero, también, de rechazo a la reunión cumbre sobre financiamiento del desarrollo que la ONU organiza en la capital de Nuevo León y que servirá de contexto para el anuncio de los avances hechos por Bush y Fox, con la patriótica ayuda del canciller Castañeda, para la conversión del águila mexicana en una estrella más junto a las barras: Alianza para la Prosperidad será el nombre del acuerdo que suscribirán los presidentes Marlboro, mediante el cual fluirán recursos para ayudar a comunidades de pobres mexicanos para que dejen de andarse yendo al otro lado de la frontera y, así, ayudarles a los vecinos a impedir que por el traspatio se les brinquen terroristas y otros visitantes indeseados. Dinero por soberanía, migajas para los muertos de hambre a cambio de control de las fronteras, oferta de prosperidad para los miserables, además de algún anuncio en materia de inmigración para que el gobierno mexicano tenga palabras bonitas para sus discursos.
OTRAS DAMAS SE REUNIERON el sábado y el domingo, pero sin minifaldas ni protestas, sino todo lo contrario. Eran las mujeres panistas, que mediante un encuentro nacional dieron por iniciada la campaña del partido blanquiazul por la mayoría del Congreso federal que se elegirá en 2003. "Vamos por más, porque la sociedad espera más cambios", dijo en su discurso inaugural el presidente Vicente Fox, en lo que fue la virtual fijación del lema de la cruzada con la que pretende hacerse del control legislativo para que así puedan aprobarle sus iniciativas. Ir por más, como si lo hecho fuera en realidad más, y no menos (ni modo de proponer como himno de batalla un sincero "šVamos por menos!").
LA ESTRATEGIA, SEGUN LO dicho allí, es postular un mayor número de mujeres a las curules y los escaños que se elegirán el año venidero. Una de esas mujeres, la más notable, la más ovacionada, casi la figura central, fue la esposa del presidente, Marta Sahagún, de Fox, quien se convirtió en ese momento en la presidenta de la fundación Vamos por el Congreso, pues tal exhortativa fue la que planteó a sus congéneres: "El reto que tenemos ahora, y que sí se va a poder, porque ahí estaremos las mujeres, es el 2003, donde vamos por el Congreso. El Presidente nos necesita". No se informó en ese momento por cuál distrito electoral federal iría la entusiasta vicepresidenta, si celayense, michoacano, chilango o acaso buscaría la más cómoda vía de la plurinominalidad, para ayudar a esa reconquista de la tierra sagrada de San Lázaro (Nota del software autocorrector: el columnista, en su gran ignorancia, clasifica así a la Señora Presidenta porque ocupa dos presidencias, la de las fundaciones Vamos México y Vamos por el Congreso, sin darse cuenta de que, en todo caso, sería bipresidenta y no vicepresidenta). No se crea, sin embargo, que ese reclutamiento femenil para la cruzada foxista se dará mediante el sistema de cuotas o porcentajes del número de candidaturas disponibles. El jefe de los machos panistas, Diego Fernández de Cevallos, hombre de pelo en mentón, ofreció una fina respuesta académica a los que le preguntaron si creía en tal método de las cuotas por género: "... francamente no, porque, si empezamos por cuotas, tendríamos también que buscar, a lo mejor, las cuotas para los jotos".
MUY HOMBRECITO, POR cierto, se ha portado el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, al enterarse de que el Vaticano lo mandó a chupar Faros, a él que le gusta el puro. Ya andaba el prelado (con erre entre la pe y la e) pasándole la charola a cuanto rico podía para convertir la visita papal en espectáculo buscador del reconocimiento de los récords Guinness: cinco millones de mexicanos asistirían a la ceremonia de canonización de Juan Diego. Ya hasta había dejado don Centésimo de jugar golf, de hacer crónica taurina y de pasársela en puras fiestas de elite millonaria. Pero he ahí que Roma se interpuso, con la ayuda de la Conferencia del Episcopado Mexicano, presidida por Luis Morales Reyes, a quien los fastos onésimos nada gustan, y le quitaron al ex corredor de bolsa el privilegio de ser el anfitrión papal. De todo se habló: razones de seguridad, cuestión de costos e incluso del riesgo de que su santidad no pueda venir a México, afectado como sigue de su salud en general y en especial de una de sus rodillas. En todo caso, la canonización se realizará en la Basílica de Guadalupe, con asistencia de unas 40 mil personas y muchas pantallas gigantes en la ciudad de México. Ni modo: duro golpe a Onésimo, al cardenal Norberto Rivera y al tal Club de Roma. Si el fin del reinado de Karol Wotjyla está por llegar, el jefe de la Iglesia mexicana no estará en la mejor plataforma para la sucesión, como desean los promotores del duranguense Rivera, presuntamente papable (y, ya que se habla aquí de asuntos religiosos, anótese la muerte del arzobispo de Cali, monseñor Isaías Duarte Cancino, quien fue asesinado en aquella población colombiana por verdugos que ni siquiera se molestaron en confundirlo con un narcotraficante).
ENTRE FALDAS CORTAS O largas, alianzas para la prosperidad o la debacle, campañas tempranas por el congreso federal y santas grillas, el PRD cumplió parcialmente los vaticinios generalizados: en Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Tamaulipas, Veracruz y Chiapas, cuando menos, hubo suspensiones y cancelaciones del proceso electoral interno, a causa de riñas y mapacherías. El partido del sol azteca confirmó que no es una organización nacional estable, sino una confederación de diferendos unidos solamente por la necesidad de tener salida a sus necesidades electorales. No les movió ayer ideal alguno, sino la simple lucha por el cargo, por la posición política, por la prebenda futura. Con poca votación, y en medio de improvisaciones y escándalo, la elección difícilmente dará legitimidad a quien se diga ganador, y abrirá el camino para las divisiones anunciadas. No parece haber sido el "cochinero" priísta, ni un acto de "delincuencia organizada", pero tampoco produjo ayer la izquierda electoral una página brillante, ni siquiera porque en estos momentos, con la garra estadunidense encima, el entreguismo del gobierno actual y el desencanto popular, pareciera necesario fortalecer una alternativa popular.
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