La cinta mexicana y la canadiense Treed Murray
destacan por su temática violenta
El gavilán de la sierra llama la atención
en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
FABRIZIO LEON DIEZ ENVIADO
Mar
del Plata, Argentina, 10 de marzo. Luego de tres días de haber
iniciado el 17 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (FICMP),
dos películas han llamado la atención dentro de la competencia
oficial: la mexicana El gavilán de la sierra, de Juan Antonio
de la Riva, y Treed Murray, del canadiense William Philips.
Los dos filmes tratan el tema de la violencia: El gavilán
de la sierra lo aborda en una compleja historia rural, donde el corrido
es la liga principal para contar la vida de los gavilleros en la sierra
de Durango que terminan masacrados al viejo estilo de las venganzas entre
narcotraficantes y judiciales. Treed Murray trata de un empleado
que se extravía en un enorme parque público de la ciudad
de Toronto y luego de ser asediado por una pandilla, que lo asalta, se
refugia en un árbol durante todo un día con su noche; mientras
sus perseguidores idean cómo hacerlo bajar para vengarse de la ofensa
que éste hizo al menor de la banda de asaltantes, quien termina
muy mal herido por un balazo, a quien el peseguido termina salvándole
la vida.
Si bien El gavilán de la sierra no recibió
aplausos al final de su exhibición, fue elogiada por la prensa local
y varios enviados extranjeros que percibieron en la película la
estética del cine mexicano que trataba de pistoleros en medio de
paisajes provincianos en los años cincuenta. De hecho hay una referencia
explícita a la filmografía de Roberto Gavaldón, como
un homenaje que De la Riva hace a una de sus "principales influencias",
pues desde niño veía al legendario director mexicano en su
natal San Miguel de las Cruces, Durango, donde su padre era el exhibidor
en el único cine del poblado, recordó en conferencia de prensa,
el cinerrealizador.
El filme de William Philips fue aplaudido al final de
su segunda exhibición y, aunque es temprano para asegurarlo, será
uno de los candidatos para el Ombú de Oro, por la eficacia de su
historia y la óptima utilización de recursos en cuanto a
espacio y actuación, lo cual no ha sido el caso de otras películas
exhibidas hasta ahora, como la estadunidense Después de la inundación,
de Robert Saitzk, y la suiza Neutral, ópera prima de Xavier
Ruiz, que causó el efecto de un valium al inicio de una fiesta.
Realmente no hace falta criticar la organización
de este festival, sus propios directivos lo hacen y se contestan. "Los
argentinos tenemos una fuerte tendencia a la autodenigración y a
ver la mitad de la botella vacía, aun cuando tenemos fama de agrandados,
esto nos permite aprender", reflexionó Jorge Cosia, director del
Instituto de Cine y Artes Visuales del gobierno argentino ante los cuestionamientos
del público por el cambio de horarios, la suspensión de dos
funciones dentro de la competencia oficial por no haber llegado a tiempo
las cintas o la tardía salida del catálogo y la programación
final. Es obvio que esto se debe a la premura con que el festival se decidió
y al presupuesto, que fue de 450 mil dólares a diferencia de los
2 millones de dólares que se recibían en los últimos
años, lo cual ha complicado prácticamente todo, al grado
que la mayoría de los trabajadores del festival no ha cobrado su
salario.
El director del FICMP, Claudio España, aseguró
que "no todo está mal" al celebrar que más de 7 mil asistentes
acudieron el sábado pasado a las múltiples funciones.
En las gasolineras abrieron altavoces para escuchar el
clásico Boca-River (3-0 favor de los platenses); en todos los bares,
restaurantes y hoteles los hinchas siguieron con pasión única
el futbol, mientras al fondo el mar hacía honor al color que nombra
a este puerto que, entre otras cosas, vio la muerte de una de las mejores
poetas de Argentina: Alfonsina Storni, historia que ampliaremos en los
próximos días.