ENEMIGO DE LA PAZ
Como
respuesta al atentado terrorista perpetrado ayer contra un asentamiento
judío en Gaza, Israel ha lanzado la represalia militar más
sangrienta en los 17 meses de intifada, misma que ha cobrado la vida de
decenas de palestinos, entre ellos el general Ahmed Mefrej, y un importante
número de civiles, incluidos mujeres y niños.
Desde su arribo al poder, el derechista primer ministro
de Israel Ariel Sharon intensificó las políticas de opresión
política y militar en contra de los palestinos, generando con ello
la proliferación de la actividad terrorista y la absoluta pérdida
de confianza entre las partes. En lugar de buscar una solución pacífica
al añejo conflicto, Sharon decidió actuar bajo la lógica
militar de provocación-ataque-represalia, esta última inclina
la balanza en favor de Israel, debido a la abismal supremacía militar
de sus fuerzas armadas.
Recordemos que el 28 de septiembre de 2000, en un acto
de evidente provocación, Sharon visitó la Explanada de las
Mezquitas para reivindicar el lugar en nombre del judaísmo, hecho
que detonó el inicio de la segunda intifada, y que de tajo derrumbó
los endebles avances políticos de pacificación alcanzados
tiempo atrás en las negociaciones en Wye Plantation, las conversaciones
para la firma del Estatuto Final o las cumbres en Camp David.
Desde entonces, el primer ministro israelí, el
mismo que cuando era secretario de Defensa coordinó en 1981 la matanza
de miles de civiles palestinos en los campos de refugiados de Beirut, Sabra
y Shatila, ha mantenido literalmente sitiado al presidente de la Autoridad
Nacional Palestina, Yasser Arafat, e incluso lo ha desconocido como representante
legítimo del pueblo palestino y único interlocutor válido.
Tras los atentados del 11 de septiembre, Israel presionó
al gobierno de George W. Bush para que incluyera el conflicto con los palestinos
como un objetivo en la "guerra contra el terrorismo inter- nacional", posición
que fue sutilmente rechazada por Washington hasta que una oleada de atentados
suicidas, reivindicados por Hamas y militantes de la Jihad Islámica,
causó 30 muertos y más de 200 heridos en Jerusalén
y Haifa. De inmediato, Ariel Sharon declaró a la Autoridad Nacional
Palestina como "entidad que apoya al terrorismo" y a Yasser Arafat como
responsable de lo sucedido.
Por su parte, Bush comparó a Hamas con la organización
Al Qaeda y la señaló como "uno de los grupos terroristas
más peligrosos del mundo", al tiempo que anunció el cierre
de las oficinas en Estados Unidos de la Fundación Tierra Santa para
el Auxilio y el Desarrollo, por financiar, según dijo, a las escuelas
"donde se enseña a los niños a convertirse en terroristas
suicidas".
Sin embargo, ante las fuertes críticas de la comunidad
internacional, particularmente de la Unión Europea que apoya una
salida negociada, Bush decidió matizar el apoyo a Israel al proponer
la reactivación del plan Mitchell, y anunció un nuevo viaje
del general Zinni a la región para intentar frenar la ola de violencia.
Pero lamentablemente a estas alturas, la reactivación
de las negociaciones se ve más distante que nunca, sobre todo porque
ninguna de las partes, en particular Ariel Sharon, parece dispuesta a ceder
un ápice por la paz, no obstante las detenciones de sospechosos
de terrorismo por parte de Arafat o la ambigua disposición de Sharon
para dialogar si se cumplen siete días de alto el fuego.
Todo parece indicar que Israel no negociará antes
de ver cumplidos los objetivos militares de Sharon; es decir, exterminar
por completo a los fundamentalistas islámicos, derrocar a Arafat
y humillar a todo el pueblo palestino.
Imponerse por la vía militar, sin importar el número
de víctimas civiles o la falta de legitimidad, es la política
que está marcando el rumbo estos tiempos de supuesta lucha por la
libertad y la justicia. Por ello urge la intervención de la comunidad
internacional, antes de que Sharon haga realidad el lema que utilizó
durante su campaña electoral: "paz y seguridad", sí pero
a costa de acabar con el pueblo palestino.
Por lo pronto, según la más reciente encuesta
publicada el día de ayer, 76 por ciento de los israelíes
no está conforme con el gobierno de unidad nacional que encabeza
Ariel Sharon. ¿No es este un indicador importante?